Para su debut como directora, Vanina Spataro creó una historia de esas que de tan pequeña abre un mundo al espectador, generando una identificación potente en un relato cotidiano, con el displicente rítmico de la rutina, para hablar de los desengaños amorosos, la melancolía, la soledad y la manera de retomar la energía vital tras algo doloroso. Naufragios, la película que estrena este jueves, rodada en Uruguay, necesitaba una potente protagonista, ya que es la historia de una joven que tras una ruptura de una relación decide viajar sola, fuera de temporada, a un balneario oriental en busca de tranquilidad.
Sofía Palomino fue la elegida para ese rol. La trama necesitaba que vayan apareciendo nuevas relaciones en la vida de esta joven: Alfonso Tort, Lautaro Bettoni, Romina Peluffo, Mateo Chiarino y Maiamar Abrodos, encarnan a distintos personajes (un pintor, una médica, un guardavidas, una mujer que limpia, entre otras cosas) que comienzan a despertar algo en el espectador y en la protagonista. “Llegué por un casting y tardaron como un año para avisarme que la íbamos a hacer. Ya pensé que habían elegido a otra actriz”, cuenta quien lleva en la espalda todo el relato, hija de Juan Palomino y Adriana Ferrer, ambos con un recorrido amplio en el camino de la actuación, por lo que el talento de Sofía para poner vida a esta joven se entiende por donde viene.
-¿Cómo preparaste el personaje?
-A veces está la idea que hay que alejarse de uno, construyendo desde otro lado más inventado. Pero en este caso no era un personaje que demandaba una investigación en particular: se trata de una historia más intimista. Fui al rodaje sin ideas previas y me dejé envolver por el lugar, los compañeros y la historia. Conecté con la energía, el vestuario, los sentimientos que son reconocibles… Es una chica que se separa y se va de viaje, pero la vida la sorprende. La verdad que fue más que nada hablar con la directora, acercar los textos a mí, ablandarlos con mi manera de hablar y decir. Está bueno dejarse teñir por la atmósfera de cada escena. Los ensayos no fueron muchos, pero ayudaron a que aparezca algo.
-¿El ritmo es clave en este relato?
-Sí, absolutamente. Tiene algo de esa lentitud que parece tener el tiempo a veces, más cuando uno va a este tipo de viajes a desconectar. Es una que pone el foco en algo pequeño, cotidiano, simple, intimista, pero al mismo tiempo habla de algo universal. Además, en un momento tiene una pequeña fuga que le da otro vuelo, sin revelar nada, pero hay una intervención de otro orden que aparece, pero ese juego es lo interesante de este tipo de películas. Fue un mes de trabajo, por lo que también el ambiente era un poco el ritmo que se transmite en pantalla. Estábamos en La Pedrera, una playa uruguaya hermosa, que en verano explota de bañistas y adquiere otro color, pero fuera de temporada es ideal para lo que a mi personaje le toca contar.
-¿Este tipo de películas expresa la importancia que tiene el cine nacional de autor?
-Sin dudas. Son pelis de bajo presupuesto, más artesanales, pero muy nuestras. Hacer estos trabajos permite transmitir una intimidad que quizás una superproducción no logra. Hasta el mismo guión, con más inversión o apoyada por una plataforma, quizás no funciona igual. La forma de producción modifica a veces la frescura y verdad que puede lograrse de la manera que se hizo Naufragios. La belleza está en otro lado. Hay historias que merecen ser contadas con cierta sencillez. Por eso da bronca escuchar que las películas nacionales, apoyadas por un instituto de cine propio, no sirven. Son películas cercanas a nuestra idiosincrasia. No es una pérdida de plata, forman parte de nuestra cultura.
-Mucha gente parece no entenderlo. ¿Qué decís ante eso?
-Es triste. Es muy importante que sigan existiendo estas películas que hablan de nosotros. Esas que nadie ve supuestamente, en realidad muestran algo que molesta. Quizás algunos no quieren verse a si mismos. No sé. Son películas muy humanas y necesarias. Si hay cosas para revisar para mejorar las formas de producción o reorganizar la manera de hacer más, estaría genial que se intente hacer algo, pero el camino no puede ser no hacer más cine. Lo que está haciendo el actual gobierno de Milei es una carnicería, un atropello, y una invitación al sálvense quien pueda que tanto dolor trae. Además, se demoniza un sector productivo y quien no pertenece o conoce el ámbito audiovisual se come el chamuyo que esto genera perdida de dinero. El INCAA es autárquico. Las producciones no pueden depender sólo de Netflix, Prime Video u otras grandes productoras. Hay que hacer películas de nuestra cultura, de lo que nos representa, nuestras propias voces, es lo que hay que defender.
-¿Cómo ves el panorama de la industria?
-Mal, está oscuro, el futuro es incierto. Pero hay que seguir intentando. Por mi parte, más allá de este estreno, el 13 de julio muestro mi primer trabajo como directora y dramaturga con una obra llamada Cine herida, en El Espacio Callejón. Actúan Vicente Strubin y Max Suen. Está bueno porque sin planearlo y en un momento complejo puedo comunicarme no solo como actriz, sino como autora. No puedo quedarme esperando que me llamen o generen dinero como sea. Creo que tenemos que inventar las formas para poder decir lo que sentimos. Este es un tiempo muy bisagra en el país y en el mundo, y hay que ponerse en acción, creo. No dejarse maniatar y pelear con las herramientas que tenemos.
-¿Cómo y cuánto influyó tu papá y tu mamá en tu manera de trabajar? ¿Charlan de esto, te aconsejan?
-Bueno mi papá es mi amigo y mi enemigo (risas). Somos una familia un poco disfuncional. Hay mucho amor entre nosotros, pero tampoco es que él me aconseja o yo le pido ayuda o algo así. Cada uno hace el camino que puede, no acompañamos en todas, pero bueno, depende. Hay mucho diálogo y hay camaradería. Nos bancamos. Obvio que estoy influenciado por lo bueno y por lo malo de ellos, y seguro mucho de lo que me pasa hoy a mis 34 años, tiene que ver. Pero como actriz te digo la verdad, todo bien con el Instagram o lo moderno, pero hay que hacerse cargo de que historias contamos, desde dónde, cómo, en qué contexto. Obvio que eso de estar conectado con el entorno, más allá si te va bien o si salía en televisión o era más o menos conocido, es algo que me enseñó mi papá. Sin querer, por ser como es, me enseñó. Mi mamá también es actriz, entonces creo que esas dos influencias me marcaron, pero sí o sí tenía que hacerlo a mi manera, encontrando mi voz propia. Siempre sentí que al ver dos maneras, tome algo de cada uno para hacer mi propio camino a mi manera. Yo quiero en cada papel, en cada trabajo, transmitir una energía especial, dar un mensaje y quizá ellos me lo enseñaron, y se los agradezco.
Naufragios
De Vanina Spataro. Coguionista: Daniel García Molt. Actúan: Alfonso Tort, Sofía Palomino, Maiamar Abrodos, Lautaro Bettoni, Mateo Chiarino. Estreno: 27 de junio en Cine Gaumont y Espacios INCAA.