Desde el año pasado el presidente Mauricio Macri tiene una indicación discursiva inviolable: no hacer pronósticos públicos sobre el futuro de la economía. La decisión busca preservarlo, al menos un poco, de la erosión que provoca la crisis en su imagen y en el deterioro de los niveles de aceptación de su gobierno. Detrás de ese libreto comunicacional, la mesa chica que reagrupó el líder del PRO para planificar la campaña por su reelección tiene una fecha de corte. “Vamos a esperar a los índices de inflación de abril, que serán publicados en mayo, y también la evolución de los sectores más golpeados por la crisis, para verificar si realmente hay una recuperación”, confió a Tiempo un alto funcionario de la Casa Rosada que transita “la diaria” del Ejecutivo. A diferencia de las corridas cambiarias del año pasado, esta vez el Presidente no armó un “comité de crisis” por la evolución del dólar, pero se comunica “sistemáticamente” con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Dicen que “de lunes a lunes”.
Temor verde
Hace un mes, tal como contó este diario, los cálculos de la Casa Rosada apostaban a una depreciación mensual del peso cercana al 2 a 2,5%. Una devaluación controlada que tocaría la paridad máxima acordada con el FMI de 49,50 recién después de las elecciones. Esas previsiones, que ya generaban zozobra en el elenco de campaña, saltaron por los aires en las últimas semanas y obligaron a sus funcionarios a admitir, en privado, que la máxima debilidad de la credibilidad presidencial está atada a la evolución del billete verde. “No podemos encarar una campaña con el dólar a los saltos. Es preferible una campaña con alta recesión e inflación alta, que con la divisa a los tumbos y saltando como si fuera un sismógrafo descontrolado”, reconoció otro importante inquilino de la Casa de Gobierno. La misma fuente aceptó que la existencia de “un punto de equilibrio para tomar definiciones, como mucho, a mediados de mayo”: entonces faltará un mes para el 22 de junio, la fecha legal para presentar las listas que competirán en las primarias nacionales del 11 de agosto.
La “dead line” de mayo es parte de la hoja de ruta acordada luego de la reactivación de la mesa decisoria que reporta al Presidente, integrada por el jefe de Gabinete, Marcos Peña; la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal; el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta; y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
Además del febril monitoreo del tipo de cambio, la mesa chica estará pendiente de que se confirmen dos pronósticos íntimos, también atados al veredicto de la política económica de Cambiemos bajo monitoreo del FMI: la disminución de la inflación y la evolución de actividad de distintos sectores muy golpeados por la crisis. “Tenemos que ver cómo se mueven los sectores que tuvieron caídas muy graves en 2017. Si las recuperaciones no se sienten a partir de mayo y junio, no tendremos comparativas concretas para hablarle al electorado. Ese será el momento donde sabremos el termómetro de la calle, pero muy encima de los plazos”, agregó una fuente del Palacio de Hacienda que defiende a rajatabla las previsiones “positivas” que Dujovne le repite al Gabinete en cada reunión y que le actualiza a Macri en cada telefonazo.
Unidos por el espanto
La composición de la mesa chica que desmenuzó en privado las variables económicas más delicadas para el futuro de Macri no es nueva. Volvió a funcionar luego de meses de debates internos que distanciaron a sus protagonistas, por la discusión del desdoblamiento de las elecciones bonaerenses de las nacionales, y la hipótesis sobre la candidatura presidencial de Vidal para reemplazar a Macri en la cabeza de lista de Cambiemos. Cada vez que el dólar desnuda las debilidades económicas del Gobierno, la figura de la mandataria provincial reaparece en el horizonte como una salida que permitiría sortear el entrampamiento actual de Cambiemos, atascado entre el desgaste de la crisis sobre la gestión y las escasas posibilidades de construir una campaña sin agenda positiva.
En los últimos dos meses las diferencias internas crecieron por el empeoramiento de la crisis y se transformaron en cuestionamientos sobre la conducción y diseño de la campaña del oficialismo, en manos de Peña. En el Gobierno aseguraron que las largas reuniones del ministro coordinador con Vidal y Larreta fueron para consensuar estrategias de campaña y también poner en marcha paliativos económicos ante el impacto de la recesión que, para los economistas que asesoran al Gobierno, se extenderá hasta fin de año.
De esos debates internos surgió el aval oficial para que la provincia de Buenos Aires busque destrabar el conflicto docente, que podría empeorar ante el inicio de una zona caliente para el operativo reelección de las tres principales figuras del PRO. En la línea de tiempo del equipo de campaña de Cambiemos, la “pre campaña” todavía no arrancó. Empezará cuando se oficialicen las candidaturas el 22 de junio. Sin embargo, es la primera vez en la conducción del PRO que, a 80 días de ese límite, el “laboratorio de campaña” no tiene certezas sobre el diseño de la campaña proselitista donde Macri jugará su futuro.
Además del derrotero económico, existe otra gran variable irresuelta: la candidatura de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Cerca de Peña dan por descontada su postulación, pero la ausencia de un hecho confirmatorio, le confiere a CFK la capacidad de guardarse “el factor sorpresa” que Vidal tuvo que resignar a la fuerza, cuando enterró a pedido de la Casa Rosada y por anticipado la posibilidad de reemplazar a Macri. Ese duelo sigue irresuelto en la intimidad del PRO, con un Presidente que habilitó a sus funcionarios a hacer consultas en el Poder Judicial para saber si es posible adelantar las elecciones nacionales, una versión que fue descartada por el Gobierno. No es la primera vez que Cambiemos hace sondeos para rebarajar calendarios. Hace pocos meses Vidal hizo lo propio, cuando envío a sus funcionarios a consultarle a la Corte bonaerense si había margen para desdoblar los comicios provinciales. Luego vino la avanzada de Peña, en nombre de Macri, para aniquilar ese plan que ahora reverdece por la fuerza del dólar. «
Las PASO en San Juan, con Uñac como favorito
Hoy habrá un nuevo test electoral en el extenso cronograma de votaciones provinciales que se extiende hasta la elección nacional de octubre. Ahora es el turno de San Juan, donde se celebrarán las PASO para definir el candidato a gobernador y del resto de los cargos políticos locales. La provincia está gobernada por el peronista Sergio Uñac, sucesor del patriarca José Luis Gioja desde 2015. Uñac logró un triunfo holgado en su primera presentación y aspira a revalidar con un resultado similar.
Su carrera hacia la reelección tiene el particular condimento de que su nombre ha sonado para ser candidato a la vicepresidencia, tanto de Roberto Lavagna como de Cristina Fernández. El joven mandatario provincial juega al misterio con la posibilidad y ahora concentró sus energías en conservar el terruño.
La mayoría de los sondeos dan por descontada la victoria de Uñac en las primarias, que se celebran casi tres meses antes de las generales del 2 de junio. El principal rival del mandatario es Marcelo Orrego, intendente de Santa Lucía. Pertenece a la alianza Cambiemos pero, acorde con el clima de toma de distancia del presidente Mauricio Macri que recorre todas las elecciones locales, decidió competir con otro sello: «Con vos».
En las elecciones de 2017 el peronismo quedó por encima del 50% de los votos y la oposición local quedó a 20 puntos de distancia. Todo indica que los resultados ratificarán esta tendencia.