No pasó nada. Lo que iba a ser un partido crucial, en el debut en las Eliminatorias sudamericanas de Jorge Sampaoli como entrenador de la Selección argentina, terminó siendo un paso insustancial. Sobre todo por dos resultados: Chile perdió por 3-0 de local con Paraguay y Colombia empató sin goles con Venezuela, el mismo resultado que la Selección se llevó del Centenario de Montevideo frente a Uruguay. Con muchas deficiencias, con un Lionel Messi que se torna imprescindible, con un sistema de juego al que todavía le falta aceite, la Argentina ahora tendrá que poner la cabeza en Venzuela, el martes, en el Monumental.
La Selección sufrió demasiado en los primeros minutos. Era previsible. Uruguay cerró sus tropas defensivas, concentró gente en el medio y ajustó su línea trasera, y eso complicó el circuito de juego que intentó formar Sampaoli con la sociedad entre Messi y Paulo Dybala, cuyo triángulo completaba Mauro Icardi. Sin poder desbaratar a la defensa uruguaya, la Argentina, además, se complicaba atrás con su línea de tres Gabriel Mercado, Federico Fazio y Nicolás Otamendi- cuando el equipo de Washington Tabarez, comandado por Cristian Rodríguez, el Cebolla, apostaba a ocupar espacios, sobrepasaban al doble cinco Guido Pizarro y Lucas Biglia- y amenazaban el arco de Sergio Romero.
Fueron quince minutos de suplicio. Hasta que el equipo se acomodó. De a poco, el juego interior comenzó a dar sus frutos. El pase de Pizarro empezó a ser más fino. Y empezó a encontrar a Messi, siempre Messi, que se recostó por la izquierda y buscó a Ángel Di María. Fue el punto de partida de una mejora. Leve, pero mejora. Messi dibujó algunos movimientos que derivaron en malas decisiones de Di María. Un centro largo. Un desborde que no fue. Un toque impreciso. Casi a los 30 minutos del primer tiempo, llegó un centro de Messi pasado que no pudo cerrar Otamendi. Uruguay avisó con un disparo de Cebolla Rodríguez. Romero dio un rebote pero reaccionó en el segundo tiro. Y ya sobre el final, el primer destello de una sociedad que no fue: Messi tocó con Dybala, quedó frente a Fernando Muslera, que le sacó al corner.
Ese dominio argentino se repitió en el segundo tiempo. En todo ese tramo. Pero la Selección tuvo la pelota sin lastimar. Sin ser profundo. La figura de Messi se agrandó, pero eso no se tradujo en peligro para el arco de Muslera. Sampaoli sacó a Acuña y mandó a Lautaro Acosta. Pero es no modificó los problemas del equipo, la falta de profundidad, la debilidad con la que llegaba al área, cuando llegaba. Con Icardi alejado de sus compañeros, Messi hizo lo que pudo. Fue una virtud de la Selección no pasar contratiempos atrás, al menos en toda la segunda parte.
Sampaoli intentó retoques antes de que se vaya el partido. Con Javier Pastore por Dybala, con Joaquín Correa por Di María. Nada resultó para romper la tranquera uruguaya. Hay mucho para pensar en el equipo. Mucho para ajustar. Pero ahora la cuestión es Venezuela en el Monumental. Y en las cuentas, por ahora, no le va mal.