Todavía recuerdo esa noche en que me tocó cubrir el incendio del taller de Luis Viale. Allí se hicieron visibles de manera descarnada las condiciones de trabajo de miles de bolivianos que laburan en el rubro textil, que vinieron a la Argentina persiguiendo el sueño de un futuro mejor. Los escraches que denunciaban este flagelo sólo eran transmitidos por los grandes medios de comunicación cuando se trataba de pequeños talleres. Las publicidades que las grandes marcas de indumentaria pautan en los medios permiten una suerte de «silencio cómplice», ante un sistema que devora obreros con sus condicionas infrahumanas. ¿Cuánto cambió esta realidad desde 2006? La respuesta la encontramos en el incendio de la calle Páez. La cifra de pibes muertos aumenta y las autoridades permiten que este sistema siga funcionando.
*Director de la revista Jallalla!