Cienfuegos siempre se las arregló para no encajar en ningún lado. Se desentendían del llamado rock nacional, no tenían nada que ver con los Redondos, expresaban casi todo lo opuesto a la patria Stone, despreciaban la futbolización del rock y hasta eran mirados con recelo por muchos fans del punk “tradicional”. Pero durante fines de los ’90 incendiaron el under porteño. Sus tres discos de estudio –Cienfuegos (1995), NS/NC (1998) y Hacía el cosmos (1999)– transmitían una angustia existencial y un fervor para enfrentarla, o al menos escaparle por un rato, que todavía hoy conmueven. Esa banda que funcionó casi como una molotov en el aire previsiblemente se prendió fuego a sí misma. Los choques internos hicieron que no volvieran a pisar un estudio, que invocaran un receso en el 2000 y reconocieran la separación en el 2007.
El tiempo no puso las cosas en su lugar y las relaciones entre esos amigos de la adolescencia siguieron de mal en peor –tanto que hasta se hizo imposible sacarles una foto juntos para ilustrar este nuevo regreso–. Pero hay cierta voluntad, lógica del escorpión o maldición que los hace volver en forma fugaz y recurrente. Lo hicieron en abril de 2019, en julio de 2022 y lo harán nuevamente este sábado en el C Art Media para cerrar el Strummer Fest. No parece ser el dinero el que los empuja a verse las caras en ensayos y shows tan aislados. Las entradas suelen venderse rápidamente, pero las proporciones y frecuencias de las presentaciones los ubican en las antípodas de las disputas millonarias de, por ejemplo, Los Piojos. Desde afuera, acaso, se puede imaginar que el motor de los reencuentros es la necesidad de hacer juntos un generoso puñado de canciones que los enorgullecen y no envejecieron ni un poco. Y que sólo suenan como tienen que hacerlo si están Sergio Rotman (voz), Martín Aloé (bajo y voz), Diego Aloé (guitarra), Fernando Ricciardi (batería) y Hernán Bazzano (guitarra y voz), más la aparición de Gigio González (guitarra).
“La verdad que yo no puedo explicar por qué nos juntamos ni por qué nos separamos –confiesa Sergio Rotman–. La última vez pensé que había sido el adiós definitivo. No nos despedimos de una forma muy amigable, hay que reconocerlo. A principio de año intentamos hacer un show, pero no nos pudimos poner de acuerdo. Creo que esta vez ayudó que hay una productora encargada y eso permitió que tuviéramos que charlar muchas menos cosas. Lo más lógico sería que este reencuentro dure este show y otra vez cada uno siga por su camino. Pero el afiche del festival dice ‘Nunca se sabe’ y eso también es cierto. En los Cadillacs hace rato encontramos el antídoto para nuestras diferencias. Con Cienfuegos se nos fue la mano con la misantropía. Pero al ensayar por primera vez después de dos años y medio sucedió algo muy emocionante. Es todo muy raro. Hacemos lo imposible para que nos vaya mal, pero de alguna forma siempre encontramos la forma para que siga funcionando (risas)”.
Al cantante, compositor y saxofonista no le falta razón. Por fuera del radar de los algoritmos –en Spotify sólo tienen un disco de estudio–, con los CD inconseguibles y apenas una acotada tirada en vinilo del primer álbum, aquellas canciones sobre la muerte, el dolor, la locura, el insomnio inducido por consumos varios y el amor siguen convocando a un ejército de fans y curiosos que siempre dice presente cada vez que la banda vuelve subrepticiamente a los escenarios.
Mientras tanto, Rotman no tiene ganas ni tiempo para aburrirse. Comanda la banda que lleva su apellido, gira con Los Fabulosos Cadillacs por festivales de la región, EE UU y Europa –al cierre de esta nota estaba en Paraguay–, toca con la Dub Clash Orquesta y es uno de los programadores de Strummer Bar, una actividad que lo pone aún más en contacto con el under que siempre amó y le permite ejercer en forma recurrente otras de sus obsesiones: “disyoquear”. Siempre con vinilos, un mandamiento inquebrantable. “No sé hacer otras cosas. Dedicarme a la música me hace muy bien. No importa todo lo que tenga que correr o ensayar. Entiendo la vida así. Lo demás es comercio”.
El músico tiene una actividad en vivo muy intensa con sus diferentes proyectos, pero su trabajo en estudio no le va demasiado atrás. El tercer disco de Rotman –la banda– comenzará a grabarse en octubre y saldrá a principios de 2025. “Es un álbum de concepto y gran parte de los temas están relacionados con mi separación de Mimi (Maura, su pareja desde hacía más de 25 años). Se concretó hace un año, pero fue un proceso bastante largo y doloroso. Pienso que cuando dejé de tocar con Mimi Maura –el grupo–, allá por el final de la pandemia, perdimos algo muy importante. Ese vínculo para nosotros era casi tan importante o más que nuestra relación. Ahora está en Puerto Rico y la extraño mucho. La verdad que la extraño muchísimo”.
–Tienen un hijo, compartieron bandas y muchas canciones que hicieron hablan de su relación.
–Es así. Por eso el disco que se viene es durísimo. Pero es lo que hay.
Rotman puede ser pesimista, descreer de la raza humana y rezongar contra la existencia y/o habilidades de Dios. Pero nunca pierde la pasión por la música. No colecciona vinilos, los busca y atesora por lo que tienen adentro. Escucha casi todo, tiene opinión formada y no duda en darla, más allá que le pueda caer mal o no tan mal a alguien. La edición de La lógica del escorpión, el nuevo álbum de Charly García, no lo mantiene para nada indiferente. “Me parece un espanto, una aberración. Me da mucha pena lo que le hacen a esa persona. Me parece muy triste que no tenga amigos. Que nadie le diga, ‘vení tomá un té, a lo mejor hacerlo así no es necesario’. Yo jamás habría permitido que un amigo haga un disco así. En la historia del rock se grabaron muchos álbumes con artistas en malas condiciones físicas. De Lou Reed a Leonard Cohen, pasando por muchos otros. Se podía haber hecho otra cosa o nada. Evidentemente hay gente interesada en seguir viviendo de él. Pero lo más absurdo es que muchos digan que es el disco del año”. «
Strummer Fest
Cienfuegos, Pez, Lucho al Attaque y Fantasmagoria, entre otros. Sábado 5 de octubre desde las 18 en C Arte Media, Av. Corrientes 6271.
Ines
2 October 2024 - 18:37
Que envidioso! Charly un maestro!!! Llamate al silencio y respeto