Bayer Leverkusen, ya campeón de la Bundesliga por primera vez en su historia, golea 1-5 al Eintracht Frankfurt de visitante. No sólo gana: también gusta y no pierde. Es el 5 de mayo de 2024. El entrenador Xabi Alonso, sancionado por acumulación de amarillas, mira desde lo alto de un palco el baño que los jugadores campeones le dan a Sebastián Parrilla, su ayudante, el segundo entrenador. Empapado, Parrilla se ríe mientras le tiran el agua de las botellas. La fiesta continúa. Y continuó. El miércoles, el Leverkusen -invicto en la temporada 2023/24 en 51 partidos- jugará la final de la Europa League ante el Atalanta en Dublín. Y el sábado, la de la DFB-Pokal -la copa alemana- frente al Kaiserslautern en Berlín. El Leverkusen que dirige el español es uno de los equipos más atractivos de la actualidad. Y Sebastián Parrilla Simione -el hombre de confianza de Alonso, “Sebas” en la intimidad del plantel- es, como el asado, argentino: nació hace 46 años en La Plata.

Parrilla emigró de joven junto a su familia a España. Y se formó como técnico en las juveniles del Rayo Majadahonda: a los 17 años ya entrenaba a los chicos del club de la comunidad madrileña. En 2001 llegó al Real Madrid: recorrió desde las infantiles hasta el Real Madrid Castilla, el equipo-filial. El “culpable” de que abandonase la Ciudad Deportiva de Valdebebas fue Alonso. Parrilla pasó 17 años en las formativas del Madrid, interrumpidos apenas por una experiencia en la que dirigió escuelas en México durante 2016. A Alonso lo conoció en el Infantil A (Sub 14) del Real Madrid en la temporada 2018/19. Matchearon, coincidieron. Era la primera experiencia como técnico de Alonso. El club decidió que Parrilla, a partir de su expertise, lo secundara. Ganaron todos los partidos, salvo un empate. Campeones. Cuando a mitad de 2019 decidió saltar y dirigir a la Real Sociedad B, Alonso le ofreció a Parrilla ser su colaborador principal. Y les remarcó a los dirigentes de la Real que él era una de sus exigencias. Alonso había decidido refugiarse en el club que lo había formado, conectar con los orígenes, devolverle algo de lo que le habían dado, y despejar ofertas, como la de ser ayudante de Pep Guardiola.

En los tres años en San Sebastián, antes de que llegasen al Leverkusen a mitad de 2022, Parrilla se convirtió en el alter ego de Xabi Alonso. En 2019 corrieron la Behobia-San Sebastián, una carrera popular de 20 kilómetros, con dos subidas exigentes: Gaintxurizketa, al kilómetro 7, y el Alto de Miracruz, al 16. Alonso (02:10:20), 42 años, terminó en el puesto 7602 en la categoría “Senior M”. Parrilla (02:07:47), en el 5011 en “Veterano”. En la temporada 2020/21, Alonso y Parrilla -resistido antes de que arribase al equipo por provenir del Madrid y por no ser guipuzcoano- ascendieron con la Real Sociedad B a la Segunda División española después de seis décadas. “Tiene buena energía. Se comunica muy, muy, muy bien. Tiene una gran pasión”, lo elogió Alonso luego de que dirigiera al Leverkusen en la goleada ante el Eintracht por la fecha 32 de la Bundesliga. Parrilla fue el segundo entrenador argentino en dirigir al menos un partido en la primera división de Alemania, tras Rodolfo “Pelusa” Cardoso, al Hamburgo (dos partidos en 2011 y dos en 2013, durante sendos interinatos). “Es muy detallista y comprometido, un jugador de equipo que se involucra con muchas emociones”, apuntó Simon Rolfes, director deportivo del Leverkusen, sobre Parrilla.

Foto: realmadrid.com

Casi siempre de pantalones cortos, aunque llueva o la temperatura baje a los cero grados, a veces con gorra, siempre enérgico, Parrilla se encarga en las prácticas de la defensa, y cincela aspectos tácticos y cerebrales del equipo. Durante los partidos recuerda las jugadas preparadas, las pelotas paradas, y despierta a los jugadores, incluso con alguna que otra bronca. Sin embargo, como se vio cuando lo bañaron en el festejo tras su partido como DT, es muy querido. Hay otro argentino en el Leverkusen: Exequiel Palacios, campeón del mundo en Qatar 2022. Y otros dos sudamericanos: el ecuatoriano Piero Hincapié, quien jugó en Talleres en Argentina, y el colombiano Gustavo Puerta. En junio del año pasado, antes de que comenzara la temporada épica del Leverkusen, Parrilla se tomó unos días de vacaciones y regresó a La Plata: pincharrata, fue a ver a Estudiantes al UNO y, maradoniano, porque “Diego despertó mi pasión”, caminó por el Bosque de Gimnasia.

“Sebas es el fiel escudero del míster. Un tipo positivo, que siempre suma, que expone sus ideas (ya sean las mismas o diferentes de su jefe), un currante nato que prepara y ve el fútbol de una manera clara –lo describe el diario Marca-. Dialogante con el jugador, siempre le mira a los ojos y siempre le da consejos como si fuera un ‘padre’. Psicólogo y entrenador en la búsqueda de hacer crecer al individuo y al grupo. A todos hace partícipes de sus ideas, estrategias, juego. El trabajo en equipo, tanto el de la pizarra como el del ordenador, es clave para Parrilla”. Xabi Alonso y Sebastián Parrilla se entendieron a la perfección desde el primer día. Aunaron las experiencias de un futbolista y de un entrenador en la élite, y la enfocaron en la formación, primero de jugadores y, más tarde, de equipos.

En 2004, cuando desembarcó a los 22 años en el Liverpool, Alonso ojeó un día la revista oficial del club en el vestuario de Anfield. Había entrevistas a juveniles del Liverpool. “¿Cuáles son tus cualidades?”, les preguntaban. La mayoría rescataba la entrega, tirarse al césped para robar una pelota. “Eso significa que yo, o alguien más, hemos quedado fuera de posición al inicio del movimiento -pensó Xabi-, y eso me vuelve loco, porque la forma y el equilibrio del equipo son cruciales”. Con el Leverkusen, un equipo de -un- autor, todavía busca la forma y el equilibrio. Sebastián Parrilla aporta: “El fútbol es orden y aventura”.