El reiterado aumento de la carne en las carnicerías y supermercados es una mala noticia para los argentinos, que registran el nivel más bajo de compra en tres décadas, con un consumo aparente de 47 kilos por habitante por año, y en caída acelerada. 

Sin embargo, al inicio de la cadena, los pequeños y medianos ganaderos sí celebran el incremento en el precio del kilo vivo en los mercados de hacienda, ya que venían soportando un creciente aumento de costos fijos, peor para los que crían en campos alquilados. Como en otros sectores, la coyuntura y las regulaciones o la falta de ellas tiene consecuencias diferentes, según en qué eslabón de la cadena se encuentre el afectado. Entre las dos puntas, del productor al consumidor, hay otros poderosos actores involucrados.

En el negocio de la carne, los frigoríficos consumeros están atados al desplome del consumo interno, mientras que los exportadores aprovechan lo más posible la liberación del comercio externo impulsada desde el Gobierno nacional de toda su producción. Algunos, que participan en ambos mercados, compensan la baja local con un mayor volumen exportado.

Los pocos que califican para la apetecible y valiosa Cuota Hilton a Europa y la que va a Estados Unidos a un precio preferencial son los que tenían la mejor tajada, pero con las barreras arancelarias que puso Trump, la guerra comercial en proceso y la declaración anti carne argentina de su secretaria de Agricultura Brooke Rollins están empezando a tener problemas.

Por otro lado, a nivel local, cuando se publicó en febrero el decreto que anula uno anterior habilitando la venta de animales vivos para su faena en el extranjero, desde los gremios frigoríficos señalaron que esa medida atenta contra la industria nacional y pone en riesgo muchos puestos de trabajo.

El consumo se desplomó y las exportaciones volaron

Con la pérdida de casi 1,5 millones de cabezas de ganado en 2023 por efecto de la sequía (la pérdida de vientres superó los 900.000 animales), el año pasado el stock bovino se redujo un 2,2% y llegó al menor registro en 13 años, según el SENASA. Por eso, la faena apenas rozó las 14 millones de cabezas, y con un creciente destino externo. 

Con la gestión Milei se disparó la exportación, incluso de los cortes populares a nivel local que había prohibido el anterior Gobierno y este año hasta se autorizó la venta de ganado en pie para faena en el extranjero. Sin embargo, en el primer bimestre de 2025 cayeron los envíos un 27% en forma interanual, lo que marca un cambio de tendencia.

Lo cierto es que, con un rodeo bovino total en caída –que cerró el año pasado con 51,6 millones de animales–, en poco más de una década se pasó de exportar el 5% al 30% de la producción local de carne. Y este es un claro indicador de la brutal caída del consumo interno de esta fuente vital de proteínas para la población. Volviendo al campo, con las subas de precios en los mercados concentradores y el sostenimiento de los márgenes ganaderos, los productores dedicados a la cría, engorde y los que terminan los animales a corral venían pasando por una etapa de recuperación. Claro que estaban preocupados por la caída del consumo interno, la deficiente vacunación contra la aftosa y el cierre de algunos mercados externos, pero tras mucho tiempo de soportar sequías, inundaciones, incendios y precios bajos, hasta antes de las nuevas disposiciones cambiarias y financieras anunciadas por el Gobierno transitaban un momento menos duro en lo climático y más alentador en lo comercial.

En mayor o menor medida el 14 de abril fue un parteaguas para todo el país. La ganadería mostraba buenos indicadores, con varios meses acumulados de precios en alza frente a los históricos, una buena relación insumo/producto y rentabilidad interesante para la coyuntura, tanto para los criadores, como los invernadores y los feedloteros.

Resultados positivos en la mayoría de los planteos

En el Mercado de Cañuelas, capital argentina de los agronegocios, como la bautizaron sus operadores, el valor promedio de la hacienda en pie negociada se mantuvo estable en abril. El día después de los anuncios oficiales el precio promedio por kilo vivo de los novillos se ubicó entre $3.439 y $3.076, según el peso del animal. En tanto, en el histórico Mercado Agroganadero de Liniers, el valor osciló entre $3.150 y $2.300, de acuerdo a la categoría y raza del novillo. La devaluación oscilante en proceso irá dejando su huella en los días sucesivos no sólo en los precios de venta, sino también en la probable mayor caída del consumo y en los crecientes costos de los insumos dolarizados. 

En el último informe del Rosgan, el mercado ganadero de la Bolsa de Comercio de Rosario, registraron el precio del ternero en pie a mediados de abril en $3.614 por kilo, un valor que no registra antecedentes en plena zafra. Eso significa que con la venta de dos de ellos se puede reponer una vaquillona preñada nueva con buena genética, que a su vez tendrá un ternero para reiniciar el ciclo en un año.

No queda otra, para que no siga cayendo el stock se debe dinamizar la cría, y para esto es preciso tener una rentabilidad que permita que cierre la ecuación económica. Los consignatarios de hacienda esperan que en los próximos meses aumente la demanda de vacas y vaquillonas para cría, tras el cierre de la venta de terneros del ciclo previo.

El costo de alquilar la tierra complica

En el sector aseguran que la suba de precios de la hacienda dará impulso al alza en los márgenes, siempre y cuando el valor de los insumos no se dispare. Por caso, para un planteo de cría en campo propio, el margen bruto proyectado podría superar los US$200/cabeza, frente a los US$112 del año pasado, lo que implica un alza de casi el 80% interanual en abril.

Por el contrario, la cría en campo de terceros daría una pérdida relativa con relación a igual mes del año pasado, cercana a los US$35/cabeza, que de todas formas es la mitad de la registrada en promedio en ese período. 

El costo del arrendamiento es la variable crítica para el ganadero sin tierra, tal como ocurre entre los campesinos, que el pasado 17 de abril tuvieron su día internacional de lucha. El alza de precios de terneros y novillos es alentadora, pero el valor de estos últimos tiene un impacto negativo, porque es el que fija el alquiler del campo. En cuanto a la recría y terminación en sus diferentes variantes, el resultado se mantiene a la par o por arriba del año pasado, aún en la opción del campo alquilado, ya que los insumos subieron menos que el precio de la hacienda gorda, aunque el alza vino por actualización de la remuneración del personal.

Por último, en los sistemas de engorde a corral puro, es decir los feedlots de consumo sin recría previa, tanto los que utilizan maíz propio como los que compran a terceros, el margen bruto en dólares por animal se mantiene positivo, algo inferior al del año pasado, aunque con perspectivas de posible pérdida en el segundo semestre.