La formación de una coalición de izquierda para gobernar España de la mano de Pedro Sánchez entró en su fase final, en todo el amplio sentido de la frase. Por un lado, porque hasta el jueves los líderes del PSOE y Unidas-Podemos tienen plazo para ponerse de acuerdo en los cargos que se repartirán en el gabinete y detalles del programa de gestión. Por el otro, porque de no llegar a consensos, el país se encamina a nuevas elecciones, las cuartas en cuatro años, una señal ineludible de la crisis política española.

El viernes, como publicó este diario (ver acá) Pablo Iglesias, jefe de Podemos, había anunciado que daba un paso al costado para facilitar la creación de una coalición. Sánchez, siguiendo el rechazo del establishment de su partido a cualquier giro a la izquierda, venía advirtiendo que no lo quería como vicejefe de gobierno porque no confía en él, habida cuenta de las diferencias sobre la forma de resolver el conflicto catalán.

Las elecciones del 28 de abril le dieron mayoría al Partido Socialista Obrero Español pero no las suficientes bancas como para gobernar en soledad, de modo que necesita del apoyo de otros partidos para que Sánchez sea ungido Presidente del Gobierno.

Para tener mayoría se necesitan 176 escaños en la Cámara baja. PSOE logró 123 escaños, Unidas-Podemos 42. La caída de la izquierda implicó un golpe para Iglesias pero también para el deseo de hacer una coalición inédita desde 1936, cuando estalló la guerra civil. UP pasó de 71 bancas a 42 en gran medida por sus propias peleas internas.

Así, el plan para torcer el rumbo español pergeñado en el embate contra Mariano Rajoy de junio del año pasado, que colocó a Sánchez en La Moncloa, se diluyó. Ahora es imprescindible que el PSOE, si no quiere ir nuevamente a elecciones en noviembre, con un resultado incierto, acuerde con UP.

En la primera votación para investir a Sánchez el PSOE obtuvo 124 votos contra 170 en contra -del destronado Partido Popular, Ciudadanos y la ultraderecha de Vox- y 52 abstenciones. UP quiso mostrar que Sánchez no tiene muchas opciones para permanecer.

Previamente se sabía que no había consenso para la gran coalición. La negociadora por PSOE es Carmen Calvo, por UP el argentino Pablo Echenique. No hubo acuerdo en el rol de cada partido. A UP le ofrecían una vicepresidencia que UP consideró simbólica por falta de contenidos sobre las áreas de las que se ocuparía.

Iglesias, fuera del gobierno por decisión política compartida, no está al margen de los debates. Así, reveló a la prensa que las negociaciones pasaban por que el PSOE asumiera las carteras de Interior, Defensa, Exteriores, Economía, pero hubo chispazos «cuando les planteamos que, para desarrollar el programa que podemos pactar, queríamos alguna competencia de Hacienda, Trabajo, Igualdad, Transición Ecológica, de Ciencia… Nos dijeron: ‘Ni hablar».

Es más, según el líder de Podemos, Sánchez le dijo en su propia cara que «en ningún ministerio que encabece alguien del PSOE habrá una persona de Unidas Podemos».

Según publicó el portal eldiario.es, UP reclama crear oficinas ministeriales para Trabajo, Transición Energética e Igualdad con «competencias para invertir en la creación de empleo: inversiones «verdes» para frenar el cambio climático e impulsar la Transición Ecológica; inversiones «moradas» para avanzar en la igualdad de género, reducir la brecha salarial y elevar la tasa de empleo con propuestas como la ampliación de los permisos de paternidad y maternidad a 24 semanas o la cobertura para la Educación Infantil de 0 a 3 años; y las inversiones para impulsar el proceso de cambio técnico y de digitalización que garantice el acceso a la tecnología de todas las personas».

Es decir, un programa ambicioso que cambioe el rumbo de varias décadas de políticas neoliberales que vienen minando el Estado de Bienestar, marca en el orillo de la democracia española desde que ingresó en la UE, en 1985.

El otro socio necesario para la investidura de Sánchez, el partido independentista ERC, de Cataluña, ya avisó que es responsabilidad de los dirigentes de ambos partidos no perder el tren que los espera a punto de partir. Gabriel Rufián, portavoz de ERC, acusó a Sánchez de «negligente» en sus conversaciones con Podemos. «Tienen ustedes 48 horas como máximo para ponerse de acuerdo» advirtió.