Alemania es por estos días el lugar que los personajes que pretenden dominar esta década del siglo XXI han elegido para invocar otra vez los fantasmas de esta misma década 100 años atrás. Múnich, sobre la que aún flota la vergüenza de quienes se resignaron a apaciguar a Hitler, fue el lugar que el vicepresidente estadounidense J. D. Vance eligió ensalzar a la actual extrema derecha, para entrometerse en la campaña electoral alemana que concluye con las elecciones de hoy en las que se elegirán a los miembros del Bundestag, quienes a su vez designarán el próximo primer ministro.
El discurso de Vance marcó el clímax de la injerencia abierta de la armada trumpiana. También con el objetivo declarado de transformar a los criptonazis de Alternativa por Alemania (AfD) en partido de gobierno, fue antes Elon Musk quien participó de una actividad de campaña junto a la candidata Alice Weidel y quien ha hecho del Canciller Olaf Scholz el blanco de un asesinato selectivo virtual.
El líder socialdemócrata enfrenta una tormenta perfecta que hace casi imposible su permanencia en el gobierno. Todo lo contrario de lo que lo llevó allí en 2021. Scholz logró pasar de vicecanciller en la gran coalición de su partido con los democristianos a canciller en un gobierno del SPD, los verdes y los liberal-demócratas, más gracias al desgaste lógico de 16 años de Angela Merkel y a un mal candidato de la siempre poderosa CDU, que por un resultado electoral contundente. Su partido obtuvo entonces poco más del 25% de los votos, porcentaje que sólo alcanzó en dos de las cuatro elecciones de los últimos 15 años. Los tres cancilleres socialdemócratas de posguerra, Willy Brandt, Helmut Schmidt y Gerhard Schröder, ascendieron al gobierno con más del 40% de los votos. Las encuestas hoy le auguran al partido socialdemócrata más antiguo del mundo el peor resultado desde 1890.
A la pérdida decenal de poder electoral del SPD hay que sumarle que a Scholz le tocó lidiar con el fogonazo inflacionario que afectó a todo el mundo tras la pandemia (8,7% anual en 2022). La economía sólo creció un modesto 1,4% en 2022, para decrecer 0.3% y 0,2% en los dos años sucesivos. Scholz logró mantener el pleno empleo pero no compensar el deterioro del poder adquisitivo. La gran potencia industrial europea se aprestaba a volver a crecer en 2025, pero los liberal-demócratas forzaron a Scholz a echarlos del gobierno, tras rechazar la propuesta de éstos de enfrentar el déficit fiscal con recortes a las prestaciones por desempleo, rebajas de impuestos y una política menos decidida contra la crisis climática. La consecuente pérdida de la mayoría parlamentaria le amputó un año al mandato de Scholz, justamente el de la recuperación del crecimiento.
Enfrente está Friedrich Merz, que encabeza una Unión Democristiana muchos grados a la derecha de Merkel. Su plataforma retoma algunas de las posturas por las que los liberal-demócratas rompieron con sus aliados progresistas. Merz critica duramente el Bürgergeld, el ingreso ciudadano que reforzó el implementado por el gobierno socialdemócrata-verde de Schröder, a pesar de la oposición de la CDU en la cámara alta, el Bundesrat. Crucialmente, Merz tiene un discurso duro contra la inmigración ilegal, que incluye la restauración de los controles fronterizos desmantelados tras el acuerdo de Schengen con otros países de la Unión Europea. A diferencia de Merkel, el candidato de la CDU se deja llevar por el discurso de la AfD, que puede desplazar al SPD al tercer lugar machacando sobre miedos y prejuicios.
Contrariamente a la pretensión de J. D. Vance, Merz rechaza formar gobierno con la extrema derecha. Como tampoco quiere hacerlo con los verdes, sólo quedaría la posibilidad de formar gobierno con un SPD que hoy está más lejos programáticamente de la CDU que durante los años de Merkel.
Las elecciones alemanas son un banco de pruebas para una ofensiva global que repetirá este patrón en cada país donde la extrema derecha sea competitiva. Si la política tradicional no sucumbe a aquello que pretenden imponerle, permitirá esperanzarse con que esta década no imite a la que hace 100 años terminó en tragedia. «