Con un final impactante concluyó la tercera temporada de uno de los mejores spin off que se tenga memoria: Better Call Saul. Y lo hizo en un momento bisagra de la historia personal Jimmy McGill, el que la mayoría conoce por ser el abogado inescrupuloso de Breaking Bad.
Un spin off es una serie surgida a partir de un personaje de otra historia, por lo general de una serie exitosa. En este caso, se trata de James Morgan «Jimmy» McGill, el inescrupuloso abogado de Breaking Bad. Y antes que continuar la historia, como sucede en otros casos, aquí la serie toma la forma de una precuela, es decir, de cómo eran las cosas antes de la aparición de Walter White (personaje central de Breaking Bad) en la vida de Jimmy McGill. No mucho antes, sino en 2002 (la de Walter White arranca en 2008).
Con un ritmo y una narración similar a la de su serie madre, pero con mucha más profundidad dramática y haciendo hincapié en los prolegómenos de las escenas de acción, antes que en la acción misma, Vince Gilligan y Peter Gould -los mismos creadores de Breaking Bad- lograron combinar con elegancia pocas veces vista los dramas personales con la idea de reconversiones de vida, preparativos de jubilación e inserción de inmigrantes de personajes marginales.
La historia creada por AMC (la misma cadena que Breaking Bad), en su estreno en Estados Unidos el 8 de febrero de 2015 obtuvo una cifra de 6,9 millones de espectadores, récord para el primer día de emisión de una serie en el cable estadounidense.
Aquella promesa originaria de sus creadore de que sería un 80 por ciento de drama contra un 20, cuando no un 85-15, se mantuvo sin problemas y a la altura de la tercera temporada se podrá entender aquel cambio de nombre que le explicó a Walter White en su momento: Los clientes se sienten más cómodos si creen tener un abogado judío. Y también entender que la locuacidad siempre fue una característica de Jimmy/Saul.
Ahora sólo cabe esperar ver cómo el hombre que reconvirtió su vida al punto de convertirse en abogado tomando clases y dando exámenes por correo, vuelve a dar el salto hacia los negocios non santos y se erige en uno de los eslabones más fundamentales de una importante red de narcotráfico.