El bandoneón es el instrumento más icónico del tango y su emblema a nivel global. Pero ese curioso artefacto que nació en Alemania para ejecutar música sacra y casi un siglo después revivió en los burdeles del Río de la Plata tiene una rica historia –aunque más acotada– en nuestra música de raíz. En pleno siglo XXI el joven músico jujeño Santiago Arias expande aún más sus posibilidades tímbricas y estéticas. Se pueden repasar algunas pistas para comprender mejor su búsqueda artística. La primera pieza completa que tocó con el bandoneón fue una composición del brasileño Hermeto Pascoal, estudió con Dino Saluzzi y sus intereses también abarcan la música clásica y el jazz, entre otros géneros. Pero más allá de las cuestiones del azar, el estudio y la investigación, Arias construyó una personalidad artística fascinante a partir de su curiosidad y una tozuda vocación de trascender fronteras. Musicales y de las otras.

En plena pandemia, el “Tarco”, como se lo conoce, volvió de Buenos Aires a su Jujuy natal para terminar su segundo disco solista, Evocación de carnaval (2021), un hito en su carrera que lo consagró como una de las grandes revelaciones de la música argentina. Desde entonces, pasó de todo. Ahora vive en México, por amor, y en su última visita a Buenos Aires, quedó deslumbrado con el país, acaso con la perspectiva que impone la distancia. “Argentina es una potencia cultural mundial. No nos terminamos de dar cuenta la cantidad y calidad de músicos que tenemos”.

Desde el DF, el bandoneonista y compositor de poco más de 35 años sigue atendiendo los proyectos que tiene en el sur y también los que van surgiendo en Europa. En nuestro país integra el ensamble La Cangola Trunca con Hugo Maldonado Barros, Mariano Agustoni y Quintino Cinalli, con quienes da nuevos vuelos a la música argentina integrándola con perspectivas del jazz. “La Cangola es un proyecto eterno. Obvio que estando lejos es mucho más difícil. Pero igual seguimos en contacto, nos seguimos mandando músicas nuevas. Tenemos un montón de material para grabar”.

Además tiene un dúo con el guitarrista Seva Castro, con el que hacen un repertorio más del NOA y acaban de grabar su segundo disco. Vienen de una gira por Europa, donde mucha gente se asombró con el bandoneón folklórico. “Nos venían a decir: ¿esto es de Argentina? Porque todos conocen el tango. Entonces les encanta, porque es algo que además rítmicamente es re complejo. Nosotros no nos damos cuenta porque estamos acostumbrados, pero el folklore es complejo rítmicamente. Además, tocábamos el bombo, cantábamos. Se re copaban de ver el bandoneón en otro contexto que no sea el de Piazzolla”.

Santiago Arias y el bandoneón, una aventura permanente.

En Europa también, acaba de grabar un disco con Dominic Miller, el guitarrista de Sting, con el que ya estuvo de gira unos años. Miller, de hecho, es muy importante en su búsqueda: “El bandoneón está muy relacionado al tango y al folklore. Aprendemos a tocarlo dentro de esos géneros. Justo en mi caso no pasó así. Lo primero que toqué en el bandoneón fue música de Hermeto Pascoal. Pero cuando empecé a estudiar, ahí sí empecé a tocar folklore y tango. Y tocar con Dominic Miller fue poner el instrumento en un contexto completamente distinto. Es algo que a mí me encanta: usar el bandoneón de otra forma, más armónicamente, con otros lenguajes. También buscarle otras formas tímbricas, aprovechando lo gigante que es ese instrumento con las posibilidades, los bajos que tiene, los recursos percusivos”.

Y en este último viaje también grabó un disco en Berlín con el violinista formoseño Rodrigo Bauza, un proyecto nuevo. “Armamos algo en dúo con música nuestra. Y muchas cosas electrónicas y efectos. La idea es mezclar un poco lo acústico con lo electrónico”. Como si todo esto fuera poco, también tiene un trío llamado Barracán, con el que hace música de raíz andina junto a Elio Gutiérrez y Mauro Alemán.

Su última producción discográfica editada, Onironauta, es un viaje sonoro muy particular que compartió con Maldonado Barros y Cinalli. “Es una improvisación que dura media hora. Es una música que hicimos con Hugo y que decidimos editar. En la pandemia, después de meses que no nos veíamos, fui a su casa y nos pusimos a tocar, a probar unos efectos, unos pedales y a jugar. Enchufamos todo y le dimos REC. Estuvimos 35 minutos. Después, cuando lo escuchamos, nos encantó. Fue una conversación tremenda, espectacular. Entonces dijimos: lo invitemos a Quintino a que meta ahí la percusión. Y nos gustó más y dijimos: aunque sea lo subimos a YouTube. Tiene algo que para nosotros es muy genuino. Todo eso que grabamos no fue editado ni nada. Está así como fue tocado. No hay correcciones de ningún tipo”. La grabación fue dividida en diez partes y salió el mes pasado.

Con respecto a su último viaje a la Argentina, obviamente observó que la situación está más difícil. Pero también se topó con una especie de ebullición creativa: “Es como que estas crisis cuando las sobrellevamos empiezan a generar algo, una tangente creativa, poderosa siempre. Y eso se ve. Un montón de amigos músicos están haciendo cosas, grabando. Ahora estando en México me cayó la ficha de la increíble potencia cultural que somos. O sea, potencia cultural mundial. No puedo creer lo groso que es este lugar. Y he conocido varios países. Nosotros estamos acostumbrados a que en todos lados haya buenos músicos, cultos. Es parte de nuestra cultura. Y eso va a seguir igual”. «

Santiago Arias

Onironauta. Santiago Arias en bandoneón, Hugo Maldonado Barros en guitarra y Quintino Cinalli en batería. Editado por Shagrada Medra.