Las poco más de dos horas y media que unen a San Pedro con la Ciudad de Buenos Aires permiten tomarse un respiro de la selva de cemento y recalar en un destino que parece otra dimensión. Playas de arenas claras donde descansa el Río Paraná y se abre una invitación a la vida rural. Desde los duraznos hasta los viñedos, las nueces pecán y, por supuesto, la “Ensaimada” que distingue a la región.
El balneario público cuenta con canchas de beach voley, tejo, juegos para niños, sombrillas y acceso al río con guardavidas. Febrero acompaña con un sinfín de actividades y todos los findes (hasta el 3 de marzo) hay cine bajo las estrellas, magia y taller gratuito de astroturismo.
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Por las tardes domingueras, el ciclo musical en espacios como la costanera alta, o los paseos de las escaleras, de las flores, de los colores y de los pescadores serán la clave de la segunda quincena de febrero.
San Pedro, el pueblo de la soberanía
Es quizás un buen momento también para darse una verdadera “vuelta” por acá, la tierra de la Vuelta de Obligado: un 20 de noviembre de 1845 bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, se registró una de las mayores acciones de defensa del país contra los ingleses y franceses: la batalla tiene su sitio especial en el recodo del río donde ocurrieron los hechos, inmerso en la Reserva Natural Histórica y Refugio de Vida Silvestre de esta pequeña localidad a 18 kilómetros de San Pedro. Ver el rio y las cadenas, claves en la epopeya, es respirar un poco más de nuestra historia.
El partido comprende otras localidades y pueblos turísticos como Río Tala, Pueblo Doyle, Ingeniero Moneta, Gobernador Castro y Santa Lucía. La mejor gastronomía autóctona y paisajes rurales. El epicentro es la ciudad cabecera. “Dicen que los San Pedrinos somos muy orgullosos de nuestra ciudad. Porque estamos felices de vivir acá. Somos buenos anfitriones, cuidamos al turista, al pasajero, al huésped. La idea siempre es que regresen. Y el boca a boca logró que San Pedro sea elegida todos los fines de semana con escapaditas de miniturismo”, cuenta la directora de Turismo, Victoria Villalba.
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Un paraíso frutal
Claro que también la localidad es famosa por su producción, sobre todo de frutas. Inevitable que surja en nuestras mentes la Campiña de Mónica y César y sus clásicas, que abre todos los días desde las 10 (menos los martes).
Eso sí,la fiesta provincial del partido está dedicada al durazno, En enero cumplió su edición 25 en la pequeña localidad de Gobernador Castro. Otro imperdible es el San Pedro Country Music, en septiembre, un festival de culto, el más grande del país dedicado a este género musical.
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Hay de todo para agendar y marzo promete más atracciones: se celebra la Fiesta de la Batata en Río Tala (sábado 22) y para Semana Santa ya tienen programados eventos gratuitos y populares. La Fiesta Patria del 25 de Mayo vendrá con festival folclórico, danza y música, y para el 21 de junio llega la Fiesta de la Torta Frita con Miel en Pueblo Doyle.
Victoria Villalba convence: “San Pedro es una ciudad con historia, paisajes increíbles y un ambiente relajado a orillas del río Paraná, también es la Capital Nacional de la Ensaimada, ofrece un sin fin de actividades al aire libre como la pesca, la caminata, campo, playa pública, pulperías, viveros, variada gastronomía y circuitos para recorrer los museos, el casco histórico, todo lo que nos brinda la naturaleza como barrancas, islas… Es una ciudad que conserva el alma de pueblo. Es un paraíso natural y productivo”.
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Una vida en calma
Los alojamientos pueden ir desde sitios rurales como Posada de la Santina, que combina el confort con el campo, la producción y la gastronomía, y el establecimiento Esperanza en Gobernador Castro, donde se accede a las plantaciones de pomelos, naranja, durazno y nuez pecán, hasta complejos hoteleros como La Chacra, cabañas de todo tipo y hotelería con servicios diversos. Hay piletas climatizadas, salones para eventos, diferentes espacios de recreación para los más pequeños; también campings, departamentos, apart, posadas, quintas, lugares en cercanía del campo o más céntricos.
Las alternativas gastronómicas están en todo el destino, tanto en el centro como en lugares más alejados. Se puede disfrutar carne al asador en un aire libre y pleno, o como “lo Susan”, asador de campo, que tiene viñedos; y hasta lo más sorprendente y restaurado por la familia Scandiani: la vieja bodega que funcionó de 1930 a 1971.
También se respira la historia gauchesca, cómo era lo cotidianeidad en esta región hace más de siglo y medio atrás: parte del antiguo Camino Real aún se puede conocer a través de pulperías en Vuelta de Obligado, en La Buena Mosa, en Rio Tala. En el camino que une San Pedro con Obligado, la pulpería de Paraje Veladrich. Y para los más activos y aventureros, también hay opciones: paseos en catamarán, en lancha, bicicletas, cabalgatas, ecoturismo. Y los paseos de artesanos, el patio gastronómico, las escaleras intervenidas, donde todos se toman una foto de recuerdo. Para después verse, cuando ya hubo que regresar a la ciudad tras los días de escapada, y tener ganas de volver.
Un postre único que se deshace en el paladar
San Pedro guarda una gran producción de naranjas y duraznos, pero es la Capital Nacional de la Ensaimada.
Para muchos, es de origen turco. Aunque a San Pedro la receta llegó con los inmigrantes en 1868 y su origen si bien es de Mallorca, es allí donde se asentaron fenicios, griegos, romanos, cartaginenses, bizantinos y moros. Los sanpedrinos explican en su portal que “ensaimada” proviene de Saim, en catalán, manteca de cerdo.
Lleva dos días de elaboración. Para saber si es buena, buena, hay que notar cómo se desarma en el paladar el bocado cuando la degustamos. Las ensaimadas tienen tres tamaños, individuales, medianos y grandes. Pueden ser sin relleno o con crema pastelera, dulce de leche o mixtas. El 22 de Junio de 2003, elaboraron la ensaimada mas grande del mundo: midió 10 metros de diámetro y pesó 1350 kilos.
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