“Comunico que en el ejercicio de las facultades conferidas por la Junta militar, ha sido designado delegado interventor para hacerse cargo de la Confederación Argentina de Deportes el señor Miguel Ángel Bruno”, certificaba el mensaje firmado por el coronel Antonio Rodríguez el 25 de marzo de 1976. Tres meses después de aquel anuncio, en Canadá, la delegación argentina olímpica -cuyo jefe fue el coronel Rodríguez- participó de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Setenta atletas argentinos fueron los representantes de nuestro país, de los cuales tan sólo 4 eran mujeres. Rosanna Juncos, con 15 años, fue una de ellas. La nadadora fue la primera deportista cordobesa en participar en unos Juegos Olímpicos, casualmente los únicos que contaron con argentinos durante la última dictadura cívico-militar. Ya en Moscú 1980, Argentina se sumaría al boicot estadounidense contra los soviéticos.
Nacida en nuestro país pero criada en los Estados Unidos, Juncos creció lejos del deporte nacional. Desde los 3 hasta los 15 años, vivió en Minnesota, Cincinnati y Florida debido al trabajo de su padre, Luis. Y fue en Florida donde un amigo de la familia la vio nadar y advirtió que sus marcas eran mejores que las de muchas deportistas de alto rendimiento.
“En mi familia hay varios nadadores olímpicos. Mi hermano Luis participó de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Lo mismo mi cuñada, Valentina Aracil”, cuenta Juncos, que ahora -a sus 62 años- vive en Hawai. Su sobrina, la ex jugadora de la Selección Argentina de fútbol en el Mundial de Francia 2019, Natalie Juncos, fue la primera en rebelarse y en cambiar la pileta por los botines de fútbol.
-¿Cómo llegaste a participar en Montreal viviendo lejos de la Argentina?
-Un año antes de los Juegos Olímpicos me hicieron una prueba desde la Confederación. No creían en mis marcas así que, sin competencia de por medio, sola en una pileta, nadé para que pudieran tomarme el tiempo, para que miraran mi brazada. Con esa marca, batí los records de Argentina y fui desde Florida a Montreal sin haber competido internacionalmente.
-¿Cuál es tu primer recuerdo de aquellos Juegos?
-Después del atentado en Munich (en los Juegos Olímpicos de 1972), la villa olímpica era un espacio con demasiada seguridad. Tenía alambrados y policías con ametralladoras. Te chequeaban durante largas horas.
-¿En la villa olímpica se hablaba de lo que ocurría en la Argentina?
-No se hablaba del tema, pero todos sabíamos lo que ocurría. No sólo los argentinos, toda la gente estaba enterada no sólo de lo que ocurría en su país, sino también en los demás países. Pero en la villa olímpica nosotros éramos deportistas. El mundo es lo que era, y lo que teníamos enfrente era en lo único que podíamos concentrarnos.
-Lejos de la Argentina, ¿tus padres te habían contado algo sobre el golpe de Estado o vos habías leído algo desde los Estados Unidos?
-Las dos cosas. Ellos siempre estaban atentos a lo que ocurría en su país y yo también leía los diarios.
Al año siguiente de Montreal, el coronel Rodríguez -quien había sido representante argentino de pentatlón en Londres 1948- asumió como presidente del Comité Olímpico Argentino (COA) hasta 2005, luego de ser reelegido en seis oportunidades. «Ningún país está obligado a participar en los Juegos Olímpicos», sería su frase más resonante para justificar la ausencia del deporte argentino en Moscú 1980. En los vestuarios, se sabía el motivo real: alineados con los Estados Unidos, la Argentina boicoteaba los Juegos en Rusia en años de la Guerra Fría.
-¿Cómo te cayó aquella noticia?
-Nos enteramos dos meses antes. Fue un shock para mí porque en 1976, con mi familia, habíamos regresado a la Argentina y había entrenado como nunca para esta competencia. Me levantaba todos los días a las 4 de la mañana, nadaba dos horas. Luego iba al colegio y cuando salía, volvía a entrenar. Después de la noticia no me interesó nadar más y me alejé de la natación y de la competencia.
-¿Por este motivo volviste a los Estados Unidos?
-En realidad, en 1983 volví de visita y me di cuenta de que extrañaba mucho. Me sentía más cómoda en la cultura estadounidense. Mis padres se quedaron en Córdoba, donde hoy viven. Yo me vine sola a los 23 años. Pero en 1983 llegué a votar en la elección que ganó Alfonsín.
Juncos vivió ocho años en la Argentina, siete de ellos durante un gobierno de facto. Durante aquel tiempo, participó también de dos Sudamericanos de Natación: en Guayaquil 1978, donde ganó cinco medallas doradas, y en Argentina 1980, donde se colgó siete medallas doradas. Nunca logró adaptarse.
-¿Sabías que Argentina 1980 fue la última vez que la selección femenina de natación se coronó campeona del Sudamericano?
-No sabía de ese dato. Y hay tantos otros que me cuentan sobre mi marcas personales que olvido al poco tiempo. Pero cumplí mi sueño de ser olímpica. Mucho más de lo que me imaginé. Conviví con los dioses y las diosas de la natación. Hace tiempo que no me meto en una pileta pero desde hace seis años que vivo en Hawai y todos los días nado en el océano. Yo sola con el mar. «
Yo
26 March 2024 - 16:38
No se a que se refiere