Entrampada. Así es como se sentía Rosalía en la casa Daniel Pacce y Noemí Alvarado, sus tíos. No recuerda fechas, pero sabe que desde los 5 hasta los 11 años fue abusada sexualmente por el marido de su tía con la complicidad de ella, hermana de su padre entre 1979 y 1986.

Ella junto a María Belén Duet (también víctima de abuso y corrupción de ese mismo matrimonio), luego de un largo periplo judicial lograron que su causa llegara a juicio, y el 10 de mayo presenciaron (virtualmente) la primera audiencia contra Alvarado, ya que Pacce murió, impune, en 2018. Se trata del caso por abuso sexual en la niñez más antiguo de la Argentina.

En esa primera jornada, Rosalía escuchó a su tía negar todo. También escuchó decir cosas muy feas de sus padres, y de ella. “Yo ya recibí lo peor de ellos. Lo peor que una niñita puede recibir, lo que diga ya no me importa”, comenta Rosalía Alvarado a Tiempo Argentino.

El día del pánico

Tenía alrededor de cinco años cuando su familia se mudó a la casa de su abuela paterna, en Resistencia. A la vuelta, vivían sus tíos, Noemí (hoy imputada como coautora de abuso sexual y coautora de corrupción de menores deshonesto) y Daniel Pacce. “Yo a ella la quería mucho, los dos se mostraban buenos y tenían una casa hermosa, ahí ocurrieron los abusos. Tengo momentos bien grabados de abusos en lugares en la casa y uno muy traumático afuera. En muchas de las situaciones estaba ella presente”, cuenta Rosalía con voz entrecortada. “Cuando crecí pararon los abusos, en ese momento yo no pude salir de ahí.”

Hay un episodio que recuerda en especial. Un día ella hizo que él me lleve un supuesto torneo de hockey, pero llegamos y había un descampado, no había nadie.  Sentí terror. Sentí que me iba a morir. Me dio mucho miedo, empecé a llorar y a gritar, desesperada. Él me metió en la camioneta y cuando arrancó me dijo ‘no sé por qué llorás si a vos te gusta”.

El camino de la sanación

El dolor era inmenso ese junio de 2013 para Rosalía Alvarado cuando murió su papá, un militante peronista que durante la dictadura tuvo que vivir escondido junto a su familia. En el momento del responso, vio entrar a su tía Noemí y a Pacce y los echó del velatorio. Una vez muerto su papá recién pudo contarlo a su familia. 

 El de Alvarado y Pacce era un matrimonio reconocido. Pacce fue diputado nacional entre 1987 y 1991, mientras que Alvarado integró el Instituto de Viviendas de la Provincia.

“Me daba terror la reacción de mi papá, nosotros sus hijos era lo que más amaba en el mundo, con mi hermano tuvimos una crianza muy amorosa. Él tenía además una discapacidad, y mi temor era que mi papá le diga algo a Pacce, y que este tipo mate a mi papá”, dice Rosalía.

“Yo nunca lo hablé. Nunca nadie me dijo si eso me iba a pasar alguna vez, no sabía que esas cosas podrían ocurrirme. Por eso es tan importante la ESI en las escuelas, porque yo entendí lo que me pasó y el daño que me hicieron cuando pude contarlo.  Para mí ellos me querían, me cuidaban, era mi familia… Estaba entrampada porque también me preguntaba si yo tenía la culpa. Tantos miedos tan oscuros… Así pasé la vida sin hablar”.

Después del episodio del velatorio, Rosalía sintió temor pero para ella fue más fuerte el deseo de que nadie más pase por algo así.

Un encuentro de madres y un camino de hermanas

Recién en septiembre de 2013, la mamá de Rosalía se enteró lo que le habían hecho a su hija. Un día, lloraba mientras hacía fila en un banco de Resistencia y ahí la vio una mujer. Era la mamá de María Belén Duet, a quien conocía. Con angustia se lo contó y la mamá de la chica le respondió que a su hija le había pasado lo mismo con las mismas personas. Así fue como Rosalía y Belén inician juntas este recorrido.

“Con la aparición de Belén, a mí se me abrió el mundo, comencé a transitar un camino de sanación”

Las puertas de la justicia se cerraban una y otra vez para ambas mujeres, ni siquiera conseguían abogados que quisieran tomar el caso, porque los delitos habían prescripto. El primero en tomarlo fue Leandro Ramírez. En 2015, el Congreso votó la Ley 27.206 de respeto al tiempo de las víctimas, y eso cambió la historia. En 2016, pusieron la denuncia, pero la fiscal Daniela Meiriño decidió archivarla. En 2019, lograron desarchivarla y en 2020 pusieron fecha para un juicio que tendrá más de 20 testigos. Hoy representantes legales de ambas son Nahir Badur y Kevin Nielsen. 

Sanar

Rosalía y Belén crearon la ONG «Al fin justicia» que acompaña a sobrevivientes de abusos en la infancia. “Siempre está bien salir del silencio. Queremos que lo nuestro sirva para que los que pasan por este horror no se sientan solos, y sepan que se puede sanar”, dice Rosalía.

“Hacemos esto por ternura, por amor, por sanar a las niñitas que fuimos y por sanar a quienes sufren ahora. Tengo esperanza de que se haga justicia, que se pueda decir, ‘estas personas cometieron un delito’. Esto se tiene que sancionar, se tiene condenar y se tiene que mostrar que en nuestro país este delito los abusos no se toleran”.

Las audiencias previstas para mayo, el último jueves se suspendieron y se retomarán el 24 y 26 de mayo.

Un logro en derechos humanos

Nahir Barud y Kevin Nielsen son los abogados querellantes en esta causa. «Haber llegado al juicio es decir haber finalizado la etapa penal preparatoria significa un logro en derechos humanos, derecho de las infancias y derechos de las mujeres entendiendo a los abusos sexuales como un delito propio del patriarcado y de los esquemas patriarcales. Es un logro haber llegado a esta etapa. Va a tener un significado enorme para las sobrevivientes de abuso sexual contar a este tribunal colegiado, a estos tres jueces lo que sucedió. No sólo en términos jurídicos sino en términos simbólicos es un mensaje para la sociedad. La ley 27206 de respeto a las víctimas vino a operativizar o armonizar lo que ya estaba escrito en documentos internacionales de derechos humanos desde 1948», destaca la abogada.

«En los feminismos es central esto de tejer redes, de la sororidad, de acompañarnos, de creernos, de entender que los abusos sexuales ocurren de distintas maneras y todo aquello que antes estaba normalizado hoy lo entendemos como abuso sexual y eso sin duda se da a través de los feminismos y la visibilización de este tipo de hechos. Todo lo que es la dinámica de un abuso sexual ocurre en un esquema de poder e indefensión. Son más las mujeres víctimas de abuso sexual, hay varones, pero son menos. Poco a poco las mujeres están sintiéndose contenidas y abrazadas por una comunidad, que es lo importante en el momento de poder poner en palabras el horror de esto delitos contra la integridad sexual», afirma Nahir Barud.