Volver a la sensación de búsqueda constante es lo que todavía hoy motiva a uno de los músicos más representativos del mundo del tango. Con 79 años y con una pasión investigativa que lo obliga a no quedarse quieto, recientemente Rodolfo Mederos tomó nuevamente a su bandoneón como una especie de timón para volver a recorrer un concepto con el cual evita permanecer en una zona de confort.
El renacimiento de Generación Cero tiene íntima relación con eso. Es que el grupo que él comandaba cruzando –no necesariamente en partes iguales– tango, jazz y progresiva a principios de la década del ’70 es por estos días nuevamente una palpable realidad, especialmente luego de ser «algo totalmente enterrado» en el pasado, según el propio Mederos aclara en su encuentro con Tiempo.
Confirmando esa instancia, el grupo volverá a tocar este jueves en el Torquato Tasso, en lo que representa la continuación de un camino que comenzó con la fecha iniciática de esta nueva versión de Generación Cero en agosto pasado en un repleto Centro Cultural Kirchner. Al retorno actual en versión quinteto (formado esta vez por Armando De La Vega, en guitarras; Guido Martínez, en bajo y contrabajo; Jaqueline Oroc, en violoncello; y Facundo Amaya, en batería), le siguió la edición de En vivo, rescate oficial del concierto que Generación Cero ofreció el 9 de diciembre de 1977.
–El renacer de un proyecto como Generación Cero era algo no esperado pero fue más que bien recibido. ¿Bajo qué circunstancias y cómo nació nuevamente esta reversión del grupo?
–Que un proyecto como Generación Cero haya sido tenido en cuenta con optimismo por los demás es algo que me resulta lógicamente grato. Cuando comencé con todo esto a principios de los ’70 jamás pensé que dejaría una huella en alguien. Era una necesidad mía de tener una identidad que no fuera retrógrada y que tuviese movimiento. Más allá del tango, yo fui atravesado por muchas músicas, pero este renacimiento de Generación Cero surgió más o menos como surgió originalmente, me refiero a que en ese entonces yo sentía que algo había que hacer con respecto al lugar en el que estaba. Es decir, en ese entonces sentía que no podía quedarme tocando en una orquesta típica con todo lo maravilloso que eso tiene. Ahí, al vincularme con toda la generación de lo que más tarde se llamó rock nacional, todo terminó siendo más que importante. Nosotros participábamos de esa pléyade de contestatarios que buscaban e investigaban a partir de la música. Yo tenía un espíritu investigativo que coincidía con todo eso que proponía el rock, algo que todavía sigo manteniendo. Eso fue consecuencia directa de no haber encontrado un caldo de cultivo para hacer algo nuevo con el tango, sobre todo porque el género tango ya daba en ese entonces claros signos de decadencia. En ese contexto, la figura de Piazzolla era maravillosa pero no era un faro, sino más bien una luz que encandilaba, porque todos quedaban como atrapados en ella y yo siempre digo que a la sombra de un gran árbol no crece nada. Pero volviendo a la pregunta, el entusiasmo de esa época es lo que volvió a mí para este renacimiento actual, que es como una especie de necesidad inequívoca por volver a casa.
–¿Ese sentimiento tan vigente en algún momento fue una instancia sepultada?
–Para mí era eso, algo totalmente enterrado. Pero de un tiempo a esta parte siento en ciertas épocas que se me agotan los entusiasmos, algo así como que lo que hago no me termina de convencer, como que hay cosas que hay que seguir buscando. Antes de esta nueva época de Generación Cero me preguntaba cuán válido era seguir en una orquesta típica, porque me preguntaba si estaba aportando algo a una actividad que es linda, la gente te aplaude, pero sentía que no era ese el objetivo. Así que empecé a sentir que el piso se movía y volví a sentir la necesidad de expandir límites.
–Es entonces volver más que nada a un concepto.
–Es eso. Hace unos años lo vi a mi hijo escuchar música con auriculares y resulta que estaba escuchando Generación Cero, no estaba escuchando a mi orquesta típica o a mi trío. Resulta que él se copó y sus amigos también con eso que había hecho, entonces me presté para volver a escuchar esa música y me sirvió para darme cuenta de que había un hacer en todo eso. Ahora lo que busco es el placer de hacer una música que no es la que hice ayer, el motor es ese. Yo fui atravesado por músicas diversas y de naturalezas sobre todo urbanas, así que en lo nuevo de Generación Cero eso estará presente, porque lo urbano siempre está en lo que hago. En mí hay otras músicas, como el rock progresivo, algunos elementos del jazz, ciertas cosas de la música mal llamada sinfónica, todas músicas urbanas que me hacen sentir lo citadino que soy. No me imagino viviendo en el campo porque un arroyo y una pradera no me dicen mucho, aunque reconozco la belleza, sólo me acerco a eso como algo turístico. Lo agresivo de una batería, una guitarra eléctrica o lo punzante del bandoneón me conecta muy bien con una naturaleza, aunque no voy a seguir haciendo el tango que quedó instalado en una especie de limbo inalcanzable.
«El tango es una pintura terminada»
–¿Esa búsqueda nueva de este tiempo cómo se introduce en los actuales shows?
–El programa de los conciertos está hecho de una forma inalterable. No es que yo meto mano en una bolsa y agarro canciones de todas las épocas. Se trata de un programa hecho y terminado porque no es un lunch, es una cena terminada. Si viene alguien y me dice: «¿Maestro, puede tocar tal canción?». Bueno, no se puede. Este grupo tiene una zona acústica que no tuvo antes, por lo cual la experiencia es más osada ya que la cohabitación de lo acústico con lo eléctrico no siempre es fácil. Eso es lo que me interesó en esta etapa, y seguro que más adelante habrá otros programas y climas.
–¿Cómo se dio el rescate del show del Coliseo que se editó recientemente?
–El sonidista Carlos Melero tenía una cinta de ese show del Coliseo. Me consultaron, lo escuché y me pareció que estaba bien. Mucha gente lo festeja y yo también, aunque es como mirar fotos del verano pasado porque uno ya no es igual (risas). No soy nostálgico.
–Lo que trae de nuevo ese concierto es el maridaje de géneros, algo que les resultó molesto a varios.
–La gente del tango se sintió molesta porque sentía que era como un atropello a las raíces, algo que hicieron también con Piazzolla en su momento. Ni siquiera yo dije alguna vez que aquello era tango, decía que era otra cosa. En realidad era una especie de olla podrida donde ponía muchas cosas y que levantó temperatura, pero la conducta de la música urbana y la canción son mi norte. Eso, la canción es la piel de la música.
–Cómo género, ¿qué es el tango hoy?
–Es una sustancia, que como tal no es poca cosa. Pero es una sustancia que no está generando objetos, nuevos tangos, nuevas maneras de hacerlo.
–¿Por ejemplo?
–No voy a dar nombres porque cada uno hace de su vida lo que quiere hacer. Existe una cosmetología forzada y fuera de lugar, for export. Cualquier acontecimiento tiene que ver con elementos que le dieron origen, hasta que se expande, crece, madura y luego muere para darle lugar a otro. Cuando eso ocurre no hay que llorar al eslabón que pasó, y esa cadena con la autodenominada Revolución Libertadora se interrumpe, comienza un golpe a los elementos unificadores de una cultura. El tango, que surge de una amalgama entre partes de la inmigración europea, la burguesía nacional y el criollaje, decidieron vivir en un mismo lugar compartiendo lengua, comida, costumbres y una música; ahí el tango. Por eso es la resultante del convenio que les convino a todos y es un sincretismo producto de todo eso. Ese fenómeno nace y llega a una meseta hasta que finaliza y le da lugar a otra cosa. Es algo que le sucede a cualquier obra artística y desconocerlo es nocivo. Creo que hoy la ciudad no tiene música propia, tiene recuerdos de eso.
–¿Dónde rescatás que hay intentos por generar una búsqueda en el género?
–Te puedo nombrar algunos: Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Horacio Salgán.
–¿Y más acá en el tiempo?
–Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Horacio Salgán (risas). «
¿CUÁNDO?
Generación Cero en vivo. Jueves 23 de enero a las 22 en el Centro Cultural Torquato Tasso, Defensa 1575.
Vientos de cambio y esperanza
Como a la mayoría del mundo artístico argentino, la llegada de un nuevo signo político a la administración del país le generó expectativas positivas a Rodolfo Mederos. Así, sostiene que «siente esperanza» por todo lo que pueda llegar a venir después de todo lo grave que pasó durante los últimos cuatro años. «Agradezco no sufrir el embate de las épocas que nos tocan vivir en relación al decaimiento económico. De todas formas, siento que hay un entusiasmo generalizado, generado por una nueva gestión política que da más aire, que desinflama y da expectativas», afirma analizando los nuevos aires actuales. «Sin embargo, aunque ninguna gestión por benefactora, sensible y adecuada resuelve los conflictos que se generan por lo mercantil en lugar de lo genuino y artístico que existe en todo el mundo. La historia del arte está plagada de artistas que han sucumbido o intentaron resistir a costa de realizar un sacrificio inhumano, por eso tengo la impresión de que la naturaleza humana desde sus comienzos no ha mostrado signos de mejoramiento de su condición. Digamos que logró elementos de confortabilidad como calentar el agua, calefaccionar hogares, la penicilina, pero la propia naturaleza humana no ha sido mejorada, no encontró aún la felicidad, algo que podemos ver en cualquier noticiero, donde es posible ver lanzamientos de misiles, entraderas, golpes de Estado. Por lo tanto, la vida de quienes hacemos algo como lo que hacemos nosotros jamás ha sido fácil. Pero creo que esta gestión generó entusiasmo y ahí eso me incluye. Así que ante una noche oscura, cualquier rasgo de luz hace al resto luminoso».
El disco con nuevas composiciones
La resurrección de un proyecto como Generación Cero ya tiene en carpeta un nuevo disco de estudio. Se trata de composiciones que ya están escritas, esperando la oportunidad para ingresar a un estudio para ser registradas, algo que Mederos espera concretar en alguna parte de 2020, el año en que cumplirá 80 años. “Para grabar un disco se necesitan fondos, algo que no tenemos por el momento. Pero lo concreto es que estamos en una etapa en la que tenemos que generarlos para que eso sea posible”, destaca. “Lo concreto es que fuimos beneficiados con el mecanismo del mecenazgo y ahora tiene que aparecer una empresa que se beneficie de ello. La música de este futuro disco tendrá composiciones mías salvo tres, algo que decidí ahora y que se contrapone con lo que era Generación Cero en el pasado, fundamentalmente porque era todo material mío. Ahora habrá como un segmento, como un mapa referencial donde se escuchará música de Osvaldo Pugliese, otra de Atahualpa Yupanqui y otra de Luis Alberto Spinetta.”