Llega desde Ensenada donde el Consejo Deliberante lo homenajeó junto con sus compañeros de la comisión interna de Propulsora Siderúrgica (hoy Ternium) que hace exactamente 50 años, condujeron una huelga de tres meses y medio que pudo derrotar al Grupo Techint y arrancarle sus cinco puntos que incluían el reconocimiento de la legítima representación sindical y un incremento salarial del 100%.
Corría el turbulento año 1974 y el movimiento obrero fabril estaba atravesado por nuevas camadas de jóvenes con posiciones combativas y de oposición a las direcciones burocráticas. La lista que integraba sufrió un fraude y el grupo de activistas juntó firmas y convocó a una asamblea que reclamó a la empresa el reconocimiento de sus delegados. La negativa generó en una espera que derivó en una ocupación. Los obreros ratificaron su comisión interna de cinco representantes que, a pesar de su diversidad ideológica, pudieron conducir esa lucha sosteniendo la unidad basada en la asamblea. Fue un conflicto emblemático y contemporáneo al Villazo y otras huelgas que dieron paso a las Coordinadoras fabriles que disputaron la conducción del movimiento obrero y protagonizarían las huelgas de junio y julio de 1975 que pusieron fin al Rodrigazo.
Analiza la responsabilidad del peronismo en la actual coyuntura y asegura que el Grupo Techint copó este gobierno pero que, con unidad, puede ser derrotado.
-¿Son los únicos que pudieron con Techint?
– Desde el punto de vista gremial seguro que sí. Pero también por el impacto político.
– ¿Llegaste a Propulsora proletarizándote?
– Había compañeros que se proletarizaban viniendo de un medio estudiantil. Yo a los 16 años trabajaba en una fábrica de termostatos y mi viejo era ferroviario. El contexto era el del Mayo Francés y todo lo que significaba en términos de lucha gremial. Nací con eso incorporado.
– ¿La huelga fue por salarios?
– No fue por cuestiones reivindicativas. Empezó por un fraude gremial. Lo del salario vino después cuando discutimos pedir una suba del 100%.
– ¿Cuáles fueron las lecciones principales de la huelga?
– Los concejales de Ensenada destacaron el apoyo popular y una unidad que nunca se vio. En la comisión interna, dos éramos de origen peronista, uno del PRT, uno del PC y uno del PB. En los 33 delegados estaba el PCR, el PST, el Partido de la Liberación y hasta un alfonsinista. Era una cosa increíble. Desarrollamos un sistema que arrancó muy basista y asambleario. La unidad fue la clave, consultábamos todo con la base y no había situaciones de ruptura. Si había una diferencia tratábamos de llegar con un acuerdo a la asamblea para no exponerla.
– La asamblea fue un instrumento de formación de la base también…
-Si claro, impresionante. Los que éramos peronistas fuimos los que más aprendimos porque el peronismo no es asambleario, es bastante vertical.
-Siendo peronista, ¿Cómo analizabas el hecho de compartir comisión interna con trotskistas y comunistas para enfrentar un conducción también peronista?
– No tengo ningún arrepentimiento de enfrentarme con esos sectores del gremio. Había una duda social sobre su accionar. Con el fraude habían quedado demasiado desnudados. Vimos que la empresa había colaborado para que permanezca esa impunidad. Por eso trasladamos el reclamo contra la patronal y pedimos un aumento del 100% cuando regía el Pacto Social.
– ¿Cómo era la relación de la empresa con el gobierno?
-El gobierno necesitaba la planta en funcionamiento porque la chapa laminada la usaba la industria automotriz de autos y camiones, la maquinaria agrícola y la línea blanca. Les parábamos el país. Se llevaban bien con el gobierno. La secretaría de comercio peronista conversaba permanentemente con el mundo empresario.
– ¿Cómo impactó la muerte de Perón en medio del conflicto?
-Yo fui a la plaza cuando murió. Pero el 1° de mayo algunos habíamos tenido una situación en Plaza de Mayo. No me cayó bien eso de romper con Perón. No me fui con la JP porque no quise ni enfrentarme a Perón ni hacer de ovejita. La relación con Perón la tuvimos a través del ministro de Trabajo. (Rodolfo) Ortega Peña nos llevó a una reunión con el ministro provisorio Benítez que nos dijo que iba a hablar con Perón ese mismo día. A los pocos días lo matan a Ortega Peña y nunca supimos si le dijeron algo a Perón que también murió enseguida. Nunca tuve la información oficial de lo que hizo el gobierno peronista con Techint. Pero fue proveedor del Estado desde la década del 50 y así siguió.
– ¿La comisión interna de Propulsora jugó un papel en las coordinadoras?
-La Coordinadora se formó el 16 de septiembre en el ingenio Bella Vista. Estuve con mi compañero el negro González Chávez. El mismo día que nació, murió la CGT de los Argentinos de (Agustín) Tosco, (Raimundo) Ongaro y Atilio Santillán que se pasó a la clandestinidad. La coordinadora jugó un gran papel en todo el período posterior hasta las huelgas de junio y julio del ‘75.
– ¿Cómo ves hoy a la conducción de la CGT? ¿Tienen alguna responsabilidad en la caída del salario?
-Seguramente tienen responsabilidad, pero tampoco puedo culpabilizar al movimiento obrero por la crisis socioeconómica. Han mostrado impotencia e inactividad, pero habría que ser prudente. No puedo mimetizar aquella gente con esta ni el movimiento obrero de esa época con el de ahora. Estos no son los luchadores de la CGT de los Argentinos pero tampoco son los fachos de entonces. El cuadro era distinto. La gente tenía avidez por participar. Había muchos pequeñoburgueses que se proletarizaban y muchos obreros que asumían una conciencia política.
-¿Por qué ganó Milei?
– Hay factores internacionales que lo explican y también responsabilidad del peronismo. Alberto no tenía la calidad dirigencial ni la capacidad de reacción que exigen los momentos duros. Le parece que hacer la plancha puede ser un camino. Tomó medidas atrevidas pero todas dirigidas a que la cosa no cambie demasiado. Nosotros aprovechábamos situaciones descontroladas porque el adversario se descontrola y es el momento para avanzar. Alberto hizo lo contrario. Se mostró débil en los momentos en que tenía una oportunidad. Milei es lo opuesto. No es Gardel, pero sabe aprovechar el descontrol.
-¿Qué te produce ver el desembarco de Techint en este gobierno?
-El mensaje es claro. Gobierna el círculo rojo. Techint ya tenía la financiera Santa María en aquella época. Sabían que parte de las ganancias en algún momento las iban a fugar. Hace muchos años que no generan dinero exportando bienes y por eso tienen la terminal en Luxemburgo y no en la avenida Alem. Cordero es un funcionario de confianza de la familia Rocca y, mientras el presidente se jacta de no entrometerse, no están homologando los acuerdos. Son atropellos que indican que Techint busca un deterioro permanente.
– ¿Cómo recomendás enfrentar a este gobierno?
– No estoy a la altura de dar consejos. Pero no son invencibles, hace 50 años, con unidad, pudimos derrotarlos. Se podría hacer un juicio político, pero no es un problema de llenar un articulado con argumentos. Hay que crear una situación política y no la crean los diputados haciendo una acusación como un fiscal.
– ¿Hay que enfrentarlo en la calle?
-Es insostenible. No sé cómo va a terminar, pero es imposible en el mundo moderno tener un gobierno de estas características y que perdure en el tiempo.
– ¿Qué opinas de los que dicen querer que “al gobierno le vaya bien”?
-No creo en eso. ¿Qué es que le vaya bien al gobierno? Este gobierno debiera fracasar en el corto plazo. No soy golpista, pero creo que hay que acorralarlo en términos de la legalidad argentina y de la experiencia de la historia del movimiento nacional para que tenga la menor posibilidad de poner en marcha algo que se considere viable.