Riyad Alhalabi, actual encargado de Negocios de la Embajada Palestina en la Argentina, lleva más de 20 años en la función diplomática representando a su pueblo en Colombia, México y en Argentina desde 2022. Este hijo de la diáspora palestina fue educado en Túnez y luego realizó sus estudios superiores en la Universidad de Delhi de la India. Es licenciado en Ciencias Generales, Sistemas y Computación y Master en Matemática. Conversó con Tiempo cuando se cumplen 76 años de la Nakba o catástrofe del pueblo palestino, el 15 de mayo de 1948. Más allá de las decenas de miles de muertos –sobre todo mujeres y niños– producidos por la ofensiva militar y los bombardeos permanentes de las fuerzas armadas israelíes contra los gazatíes luego de los ataques de Hamas del 7 de octubre pasado, Riyad Alhalabi habló de la situación política actual y cómo los medios abordan el tema.
–En este nuevo aniversario de la Nakba y con los avances militares de Israel, ¿sigue creyendo en la posibilidad de dos Estados que vuelvan a las fronteras de 1967?
–Como definición de fondo, nosotros defendemos la creación de un Estado Palestino independiente y soberano basado en las fronteras existentes al 4 de junio de 1967. Es decir, los territorios de la Ribera occidental, incluida Jerusalén Oriental y la Granja de Gaza. Resulta obvio que la usurpación de tierras palestinas, que ha llevado a la implantación ilegal de casi 700 mil colonos en Cisjordania, atenta directamente contra la continuidad territorial de lo que sería un Estado Palestino. Pero la ley internacional es clara y sostiene que todos esos asentamientos son ilegales y deben ser desmantelados. El cómo se desarman debe ser implementado por Israel bajo supervisión de la propia ONU.
–¿Por qué cree que el 7 de octubre y desde entonces los medios hegemónicos de occidente no hablan de los bombardeos permanentes en Gaza y sí ponen el énfasis en las acciones del Hamas?
–Recordemos que el propio Israel representó la creación de un enclave colonial en Palestina, consagrado por la Resolución 181 de la ONU el 29 de noviembre de 1947 promovida esencialmente por el Reino Unido de Gran Bretaña, que se encargó de generar las bases en el terreno para la creación de ese país. Desde ahí, en general, y salvo excepciones, la hegemonía occidental de los medios, ha implantado un discurso unidireccional respecto del abordaje de la cuestión palestina, sosteniendo una línea argumental de defensa casi irrestricta de Israel y sus políticas frente a Palestina. Pero, gracias a Dios, Internet se convirtió en una herramienta alternativa para enfrentar ese discurso hegemónico; romper con una lógica de abordaje unívoco y establecer fuentes de información paralelas que han logrado permear de manera sólida en todo el mundo y dar a conocer de manera veraz los acontecimientos en Palestina. Es decir, en gran medida se ha roto ese paraguas protector del que gozaban las grandes agencias y ha permitido obtener una visión casi «en vivo» de los acontecimientos.
–La propaganda israelí «hasbará» se destaca en los medios masivos de comunicación y en las grandes productoras cinematográficas, sobre todo de Hollywood. ¿Con qué herramientas cuenta el pueblo palestino para contrarrestar o por lo menos equilibrar esa balanza mediática?
–No es un tema fácil de resolver. La «hasbará» como herramienta cuenta con muchos recursos económicos para llevar adelante no solo el surgimiento de un discurso, sino garantizar su permanencia en el tiempo, lo que lo ha transformado en exitoso en el consciente colectivo. La posibilidades palestinas por sí mismas son muy pocas –comparativamente- para intentar equilibrar esa arremetida constante, aunque en los últimos años hemos visto también el surgimiento y el crecimiento de diversas manifestaciones, tanto en el cine de ficción como en el cine documental, en las artes en general, en el abordaje de los medios alternativos y en el crecimiento sostenido de publicaciones: libros, columnas de opinión e información, que paulatinamente va tomando cuerpo en una parte importante de la opinión pública mundial, lo que se ha traducido por primera vez en el sostenimiento de manifestaciones multitudinarias en defensa de la causa palestina. Es decir, si bien en algunos casos los gobiernos son más conservadores al momento de tomar decisiones, los pueblos, los jóvenes, los trabajadores, los intelectuales más relevantes, han hecho explícito su apoyo a nuestro pueblo, la verdadera gran víctima de la ocupación israelí y el sometimiento militar que se le impone día a día.
–Muchos periodistas preguntan qué hacen los países árabes para defender a los palestinos de los ataques israelíes y ponen el acento en la frontera con Egipto. ¿Por qué considera que esta pregunta es importante para la prensa occidental?
–-Cuando los medios, las organizaciones o la opinión pública hablan del «mundo árabe», pareciera que asumen que ese conglomerado de países representa un bloque homogéneo de pensamiento y ordenamiento político y jurídico. Pero en realidad son un conjunto de países que poseen diversas formas de gobierno, de ideologías, de alineamiento en materia de política internacional e intereses propios que los llevan, obviamente, a posicionarse de manera distinta ante cada situación emergente en la región. Es como si dijéramos que América Latina es un bloque que se presenta con un discurso único ante el mundo frente a determinados temas, cuando sabemos que el espectro ideológico a nivel regional es variopinto y variado. Yo creo que, si se comprende esto, se puede entender que el «mundo árabe» presente también posicionamientos diversos y muchos matices para abordar el conflicto palestino-israelí.
–Sudáfrica ha impulsado ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el juicio por genocidio y crímenes de guerra contra Benjamín Netanyahu y algunos miembros de su gabinete, y dos fiscales de la CIJ han pedido ya las detenciones del Netanyahu y del líder del Hamás Ismael Haniyeh. ¿Cree justo que en este pedido se consideren las dos detenciones por igual?
–Cuando la Justicia por fin decide actuar, dejemos actuar a la Justicia.
–Estos 76 años de luchas y sin resolución pacífica de la ocupación han puesto hasta el 7 de octubre a palestinos e israelíes en una virtual situación de empate o de empantanamiento. Después de esa fecha pareciera que Israel va por todo y no hay ningún tipo de freno político que pueda hacerle frente a semejante avanzada militar. De hecho, España, Irlanda y Noruega entre tantos otros países han anunciado el reconocimiento de Palestina como Estado pleno en ONU pero Biden se opone al «reconocimiento unilateral» y dice que la solución debe ser una negociación entre las partes. ¿Qué opinión le merece que un estado con plenos derechos y reconocido por las potencias occidentales negocie desde un lugar de fuerza con los palestinos?
–El gobierno de los EE UU siempre ha planteado que el Estado Palestino debe surgir de «negociaciones entre las partes», ignorando la propia decisión política israelí, que en boca de su Primer Ministro ha sostenido hasta el hartazgo que «nunca permitiremos la creación de un Estado Palestino». Y desde esa perspectiva, podemos reafirmar que el país norteamericano hace bastante que dejó de ser un mediador imparcial. Lo demuestra la propia agresión a la Franja de Gaza, donde la provisión de armas a las fuerzas de la ocupación son un flujo constante que posibilita que el genocidio siga adelante sin interrupciones. Lo que han hecho España, Noruega e Irlanda, es contribuir a poner a Israel y Palestina en un pie de igualdad, precisamente para que Palestina deje de estar en una posición de menoscabo permanente y que sean dos partes iguales quienes decidan su futuro. Es decir, estos países y los que vendrán se han colocado en el lado correcto de la historia, aunque a Israel le disguste profundamente.
–Se está evaluando una salida negociada y si así fuera, ¿cómo cree usted que sería esa resolución?
–La salida negociada sólo será posible en la medida en que la comunidad internacional, la misma que originó las bases del conflicto, asuma de una vez la decisión de terminar la tarea. Votaron por la creación del Estado de Israel, falta la creación de un Estado de Palestina, que es el otro 50% de la resolución 181 de la ONU.
–La OTAN advierte que en los próximos 10 años las guerras serán por el agua. Trece provincias argentinas han firmado acuerdos de explotación y gestión del agua con la empresa israelí Mekorot acusada en la ONU de genocidio y de diferentes fraudes. ¿Cómo percibe usted el futuro de la Argentina con la gestión de un recurso tan vital como el agua en manos de Mekorot, y más ahora con un gobierno nacional tan decididamente proisraelí como el de Javier Milei?
–No puedo pronunciarme por la decisión soberana de un estado ni sobre la conveniencia o no de firmar acuerdos con empresas israelíes. Pero rescatando parte del planteamiento de su pregunta, mi reflexión sería que es difícil de entender que si esa empresa figura en el listado del Consejo de DD HH de la ONU, calificándola como «propiciadora de la ocupación» y en Palestina usurpa alrededor del 82% de los recursos hídricos nacionales, se le premie por semejante contradicción, sobre todo en un país que internacionalmente es extremadamente respetado por la promoción y sostenimiento de los Derechos Humanos como bandera de política nacional.