Ricardo Alfonsín renunció formalmente a la Unión Cívica Radical hace poco más de una semana. Para el exdiputado nacional fue una decisión con un peso político, simbólico, y afectivo. Se trata del partido en el que militó desde la adolescencia. Es el partido por el que su padre llegó a la presidencia de la república, con un gobierno que hizo historia con el Juicio a las Juntas, entre otras cosas, en un tiempo en el que el radicalismo apostó por ser una expresión progresista de la política argentina. Eso cambió –dice el propio Alfonsín– cuando en marzo de 2015 la UCR cerró su alianza con el PRO y formó Cambiemos, la coalición que llevaría a Mauricio Macri hasta la Casa Rosada.
En esta entrevista con Tiempo, el exembajador en España analiza la situación del país, de las fuerzas políticas, y los desafíos para ponerle un límite al proyecto de extremaderecha liderado por Javier Milei.
–¿Cómo ve la situación del país?
–Mal y no me sorprende. En la campaña habíamos dicho que si ganaba la Libertad Avanza los problemas de los argentinos se iban a agravar y está ocurriendo. Se van a complicar más si el gobierno no cambia de política, cosa que no parece posible. Desde el punto de vista institucional, es un gobierno que no cree en las instituciones. Si queremos recuperar la confianza de la gente en la política, hay que recuperar la confianza en las instituciones.
–¿Por qué en este contexto decidió renunciar al radicalismo?
–Yo diría que ya había tomado la decisión de irme. Me había faltado comunicarla, pero estaba decidido. Pasaron muchas cosas y me quedó claro que en el partido no había espacio para debatir las cosas que habían sucedido, ni sobre la política de alianzas. Por otro lado, me parece que no tenía sentido quedarme dentro criticando. Era mejor armar una propuesta para que en el 2025 logremos que ingresen más diputados y senadores progresistas al Congreso y, desde allí, tratar de limitar el objetivo del gobierno, que ya fue anunciado, de profundizar de destrucción del Estado social. Cuando (Javier) Milei dice que “ama destruir en Estado”, en realidad se refiere al Estado social.
–Al aparato represivo estatal no parece querer destruirlo…
–Lo mantiene y fortalece.
–Con Martín Lousteau presidiendo el Comité Nacional de la UCR, ¿no podía haber un giro en ciertas posiciones?
–Desde que asumió este gobierno aparecieron algunas voces en el partido que proponían revisar lo que la UCR hizo desde el 2015. Hasta hace pocos meses nadie planteaba estas cosas. Es cierto que Lousteau lo dijo; algo similar señaló Facundo Manes, pero el partido no está dispuesto a acompañar un debate de ese tipo. Sería bueno –además– que Manes y Lousteau se definan respecto del sistema tributario; respecto del rol de Estado en la economía. Quisiera que hubiera definiciones más claras en ese sentido. El tema es que esto es mucho más que Manes y Lousteau. Los diputados de Evolución (la fuerza de Lousteau) votaron en Diputados de manera opuesta a la de Lousteau en el Senado en varios temas. Por otro lado, hay un planteo de que el partido no puede acordar ni con la Libertad Avanza ni con el kirchnerismo. ¿Y el PRO? ¿Cuántas diferencias hay entre el PRO y la Libertad Avanza? Macri dice que Milei está haciendo lo que él no pudo. Sería bueno que algunos de estos dirigentes también digan que con el PRO tampoco. Y no porque haya algo en contra del PRO. Lo que pasa es que el radicalismo no es una expresión de la derecha argentina y en eso lo han convertido.
–¿Cree que la mayoría del partido prefiere quedarse donde está?
–El partido se ha convertido en una maquinaria electoral. Lo que ocurre es que las posiciones se definen desde el cálculo electoral. En ese camino, la mayoría del partido cree que el conviene seguir manifestándose con posiciones de derecha. Por otro lado, hay provincias donde el partido ya dijo que va a ir con el PRO y la Libertad Avanza, como Córdoba y Mendoza.
–El espacio que lanzó en la Provincia de Buenos Aires lo presentó con la palabra progresismo. ¿Es un término muy maltratado en esta época y no sólo por la derecha?
–No es desinteresado el sentido peyorativo sobre la palabra progresismo. Es una fuerza de centro-izquierda que valora la responsabilidad de la política a la hora de construir sociedades más justas. Me preocupa poco lo que diga la derecha o algunos sectores peronistas. Progresismo es tratar de progresar en el sentido económico y social. Gran parte de la sociedad se despartidizo y desideologizó. No creo que la gente haya votado a Milei porque se volvió de derecha. Creo que estaban enojados por la situación y las fuerzas que habían gobernado los últimos ocho o diez años.
–Va a ser candidato bonaerense y hay una tensión permanente entre el gobierno nacional y el provincial. ¿Cómo la analiza?
–Creo que las fuerzas políticas que en el ámbito bonaerense son oposición no han sido responsables en la defensa de los intereses de los bonaerenses. La decisión de YPF de mover la planta licuadora de gas de Bahía Blanca ha perjudicado muchísimo a la Provincia. Fue una decisión arbitraria, injusta, con discriminación política. Espero que los bonaerenses se den cuenta del daño que causan estas arbitrariedades del gobierno nacional.
–¿Por dónde podría crecer el espacio que está armando?
–En primer lugar, estamos con Forja, la fuerza fundada por Gustavo López, un hombre que viene del radicalismo. Estamos con Libres del Sur, con quienes ya trabajamos juntos en otros momentos. Pero estamos teniendo también conversaciones con dirigentes del socialismo, que no están conformes con las posturas que viene asumiendo su partido en los últimos años. Hay también algunos peronistas que se sienten expresados por esta fuerza. Y sectores de la pequeña y mediana empresa. Hay un porcentaje del electorado que no es de derecha, pero tampoco es peronista, y que esta fuerza puede representar. Una fuerza con una fuerte vocación, democrática, institucional, que cree en el diálogo. Y en esta elección creo que lo más importante es que haya un abanico de propuestas del arco progresista para que al Parlamento puedan ingresar más diputados y senadores que defiendan el Estado social. «