La Cuenca Matanza-Riachuelo desde el punto de vista ambiental, es la más contaminada del país y una de las 30 más polucionadas del mundo. Pero no todo es cemento y contaminación en el Riachuelo. La cuenca también es hogar de grandes humedales, relictos de bosques y pastizales nativos habitados por especies de aves, plantas, hongos, insectos, arácnidos, peces, anfibios, reptiles y mamíferos, entre otros, que superan las 2.000 especies conforme a los datos de la plataforma de ciencia ciudadana INaturalist.
El 8 de julio de 2008 la Corte Suprema de Justicia de la Nación ordenó al Estado Nacional sanear la cuenca. Sin embargo, 16 años después las principales fuentes de contaminación todavía perduran, incluyendo el vertido de efluentes industriales y líquidos cloacales, basurales a cielo abierto y la disposición de residuos no controlados sanitariamente, además de un gran polo petroquímico en Dock Sud. Todo esto impacta negativamente en el ambiente y en la salud de las personas, en particular aquellas en mayor situación de vulnerabilidad.
La diversidad natural y cultural del Riachuelo es un asunto muchas veces subvalorado o postergado, incluso por la propia Corte que hasta la fecha no ha ordenado una estrategia para la conservación de su biodiversidad, ni releído a la cuenca desde la incuestionable clave climática.
Sin embargo, espacios naturales, arqueológicos, históricos, culturales y de prácticas agroecológicas a lo largo del Riachuelo tienen el potencial de un corredor biocultural urbano que conjuga ecosistemas, especies y memoria colectiva. Su cuidado y mejora contribuiría a un uso y una gestión responsable y participativa del territorio, lo que es una cuestión de fondo del emblemático proceso judicial y sobre la que poco se ha avanzado.
A pesar del escenario adverso, la cuenca alberga resilientes ecosistemas y especies que juegan un rol fundamental en la necesidad de hacer efectivo el saneamiento ordenado por el Máximo Tribunal argentino. Se destacan sus diversos humedales, fuentes de vida para especies de flora y fauna.
Algunos han sido declarados como reservas a nivel provincial y/o municipal como resultado de la acción de la comunidad local. Por ejemplo, las Reservas Naturales de Ciudad Evita, Laguna de Rocha y Santa Catalina. Las acciones de defensa, restauración y educación ambiental que grupos locales vienen desarrollando desde hace años han sido fundamentales para su salvaguarda, ante la suficiente o nula acción gubernamental.
El Riachuelo y las ciudades vivibles
Los ecosistemas naturales hacen a las ciudades vivibles al aportar beneficios tales como ser reservorios de agua dulce; amortiguadores de los impactos de las lluvias; controladores de la erosión; y destacados sumideros de carbono. También ofrecen oportunidades para la recreación, la educación ambiental y la fácil conexión con la naturaleza.
Esto es especialmente importante para la Argentina donde un 92% de la población ya habita en ciudades, muy por encima de la media global. La Cuenca Matanza-Riachuelo no escapa a ello, con una alta urbanización y densidad poblacional, y emplazada entre la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense, ambos deficitarios en espacios verdes y azules.
El rol de las ciudades en revertir la pérdida de biodiversidad fue puesto de relieve en las negociaciones del Convenio sobre la Diversidad Biológica del que la Argentina es Estado Parte. Ello derivó en que el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal adoptado a fines de 2022 incluya una meta que apunta a aumentar significativamente la superficie, la calidad y la conectividad de los espacios verdes y azules en las zonas urbanas a 2030, a través de su conservación y restauración para mejorar su biodiversidad, integridad ecológica y contribuciones a la salud y el bienestar humano para una urbanización inclusiva y sostenible.
Las ciudades deben aportar e invertir desde lo local a revertir la crisis ecológica, climática y de desigualdad global. Es fundamental que todos los Poderes del Estado en la Argentina comiencen de inmediato a trabajar para cumplir con los compromisos asumidos, con real voluntad política, participación social y financiamiento para una implementación efectiva.
La conservación de la biodiversidad del Riachuelo, su saneamiento y mejora en la calidad de vida de sus habitantes debe ser una prioridad en la agenda política. Ya pasaron 16 años del fallo de la Corte, ¿cuánto más vamos a esperar?