Comencé este proyecto visual y documental en marzo de 2024 con la intención de construir un recetario con los platos que hoy se preparan en algunos comedores populares y comunitarios de distintas zonas de la ciudad y del conurbano de Buenos Aires. Mi intención era mostrar la adaptación de las recetas o menús originales ante los cambios económicos y sociales que estamos atravesando.
Cuando empecé a recorrer los espacios me di cuenta de que las cocinas están en constante movimiento y transformación. La necesidad de contar con ese plato de comida alcanza a personas y familias que antes no lo requerían. Como otras veces, las ideas se modifican en el hacer y fui comprendiendo que lo importante no era qué se cocinaba, sino el acto mismo dar sustento.
Ganarse el pan de cada día no es, hace tiempo, un sinónimo de la palabra trabajo. Cada vez más trabajadores diariamente asisten a comedores en busca de alimentos que llevar a sus familias. La mayor parte de las personas que sostienen los comedores sólo obtiene a cambio la vianda que traen a casa. No se vive sólo del pan que se gana. El trabajo dignifica si no hay que elegir entre comer y pagar un servicio esencial, si se planifican políticas públicas que garanticen el acceso al trabajo, la salud y la educación como parte de un modelo cultural que nos saque de la urgencia constante por la supervivencia.
¿Con qué se cocina? ¿Qué se cocina en los comedores? ¿Quiénes cocinan y por qué?
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En los comedores se cocina con lo que hay, y lo que hay siempre varía y muta, depende de muchas voluntades. Se puede ver toda una cadena de trabajo que da como resultado una vianda para cada persona que se acerca, un trabajo arduo ( que requiere el uso de guantes de obra) retribuido apenas por el pan de cada día.
En las cocinas se produce la magia. A las ocho de la mañana llueve, truene o salga el sol las ollas comienzan a llenarse con lo que las cocineras puedan reunir. Dos acciones, entre tantas, son la que más fotografiamos los reporteros gráficos: el acto de revolver y el de repartir, reunir lo posible y conjurar para que alcance. Los brazos que revuelven y reparten son casi siempre femeninos o feminizados.
Las personas que cocinan y trabajan en los comedores populares y comunitarios no pueden llevarse un bocado a la boca sin haber llenado antes la olla de otros. El pueblo aymara en su cosmovisión utiliza un término que describe lo que sucede en estos espacios asistenciales que se multiplican. «Ayllu» podría traducirse como economía del amparo. «