La letalidad de la variante de Manaos de coronavirus provocó en marzo pasado un cambio en la composición demográfica de los tres estados del sur de Brasil, fronterizos con las provincias de Misiones y Corrientes, que, por primera vez en cuatro décadas, tuvieron más muertes que nacimientos, según datos oficiales. Se trata de los estados de Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul, los que más han apoyado al presidente Jair Bolsonaro en las elecciones de 2018, que desde febrero se encuentran en colapso sanitario, con muertes de infectados de coronavirus que no tuvieron acceso a una cama de terapia intensiva.
En ese contexto, se redujo la población a causa de la pandemia en marzo, cuando se reportaron 34.459 decesos en los tres estados del sur del país contra 34.211 nacimientos, según datos divulgados por el portal UOL de la Asociación Nacional de Registro de Personas Naturales (Arpen), la entidad de los registros civiles. Fue la primera reversión demográfica en Brasil desde 1979.
La mitad de los brasileños gaúchos, catarinenses y paranaenses que fallecieron en marzo fueron víctimas de Covid-19,17.220, según datos de Arpen, que aún pueden ser actualizados. Brasil marcó el récord en marzo con más de 66.000 muertes por Covid-19, el doble que el peor mes de 2020, julio, segundo pico de la pandemia. Y actualmente es el foco mundial de la pandemia, con un promedio diario de 2800 fallecidos, en medio del rechazo del presidente Bolsonaro a las cuarentenas incluso en esta segunda ola que hizo colapsar el sistema hospitalario. Se atribuye esta ola letal a la variante P1 de Amazonas, surgida en noviembre en la ciudad de Manaos, la urbe más industrializada de la selva sudamericana.
En marzo de 2020, los nacimientos fueron más de 13.000 por sobre las muertes: 28.820 contra 15.762. Sin embargo, en febrero y marzo pasado los estados sureños fueron los más afectados por el colapso hospitalario, con fila de espera para acceder a una cama e incluso intendentes bolsonaristas fueron obligados a imponer cuarentenas y cierre de comercios.
El foco más grave del colapso es Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul, donde existe más fila para acceder a una cama de terapia intensiva. En los tres estados continúa el toque de queda nocturno y la suspensión de clases presenciales. La situación es crítica en la frontera con la Argentina, como comentó a Télam Denis Da Rocha, el secretario de Salud de Dionisio Cerqueira, ciudad que comparte la llamada «frontera seca» con Bernardo de Irigoyen, en Misiones.
«Ya de por sí es difícil que el brasileño naturalmente actúe de manera idónea. Y lógicamente influencia una persona como el presidente para cuidarse o no cuidarse», dijo a Télam Da Rocha, cuya ciudad está ubicada en el estado de Santa Catarina.
Dionisio Cerqueira depende de ciudades como Sao Miguel do Oeste y Chapecó para enviar sus enfermos a una cama de terapia intensiva. «Es desesperante saber que no hay cama de UTI y dependemos de otras ciudades, con la capacidad colmada a veces. Tuvimos 17 muertos teniendo 16.000 habitantes. Estamos con restricciones pero en las ciudades grandes como Florianópolis hubo muchas fiestas clandestinas, aglomeraciones», comentó.
El secretario dijo que la mayor parte de las ciudades, incluso la suya, de Santa Catarina, coinciden con la política de «tratamiento precoz» -como le llama el bolsonarismo a tomar remedios cloroquina e ivermictina- pese a que no tienen comprobación científica. «Este tema se ha politizado mucho», se defendió.
Mientras tanto, en paralelo, la frontera está cerrada desde diciembre pasado y hay control aduanero de los dos lados, pero, según el secretario de Salud de Dionisio Cerqueira, el paso fronterizo -que apenas es cruzar una calle- permite a los lugareños saber por dónde pasar.
«De ambos lados de la frontera hay control sanitario», explicó, pero también aclaró que, pese a ello, el comercio de alimentos continúa fuerte entre las dos ciudades. Puso como ejemplo que, si quiere tomar un malbec mendocino comprado en pesos, en Misiones es muy fácil conseguirlo del lado brasileño.