Cuenta la leyenda que fue al ver a Alfredo Alcón, cuando tenía 15 años, que se decidió a ser actor. La parte más fáctica y decisiva de la historia fue a los 16, el momento de desobedecer el mandato familiar, dejar el industrial y buscarse un laburo para darle forma a la vida que quería vivir. En breve llegaron los éxitos profesionales y de los otros: Raúl Rizzo apareció en publicidades y su “facha”, como se decía, lo llevó a convertirse en uno de los grandes galanes de las telenovelas argentinas. Sin embargo, nunca dejó de hacer teatro, ese motor vital. El público lo hizo suyo, y él se entregó a ese amor devolviendo lo mejor, que incluye grandes actuaciones, pero sobre todo el compromiso y la entrega total con su trabajo. Los años no vinieron solos: trajeron al covid, que lo tuvo cuatro meses internado, a Milei y la reciente muerte de su hija.

-¿Nunca se te dio por escribir?

-Tal vez en algún momento se dé. Algo que me represente, me identifique, me relate a mí mismo y relate el mundo como yo lo veo. Cuando encuentre ese camino seguramente lo voy a expresar. Por ahora lo expreso actuando.

-¿Perro o gato?

-En este momento tengo un perro y una gatita chiquita (ríe), y son como hermanitos.

-¿Cuál fue el primer gran reto que recibiste de tu papá o de tu mamá, y qué te enseñó?

-Yo había dejado la secundaria, dejé en cuarto año industrial: no tenía nada que ver conmigo, andaba bien en las materias humanísticas y pésimo en las técnicas. Y una mañana que estaba durmiendo mi vieja me sacó las cobijas -en plena mañana de invierno- y me planteó: en esta casa se estudia o se trabaja. Al día siguiente me desperté a las 5 de la mañana, me fui a comprar el diario y salí a buscar laburo.

-¿Con el covid tuviste un acercamiento a la fe?

-Estuve a punto de irme varias veces. Estuve cuatro meses internado. Hubo un mes en el que aluciné mucho porque tuve un coma inducido,  estaba muy grave. Y en esas instancias le pedí: «tírame una soga, Diosito», directamente, dije así. Para salir de esta. (Hugo) Chávez decía que cristianismo y socialismo van de la mano, y creo que es así. Apoyo totalmente ese pensamiento. Y por eso yo que no era creyente empecé a ser creyente de la propuesta cristiana de Jesús: él fue un revolucionario, y fue condenado a la pena capital de la época, qué era la cruz. Me dio vida en un momento muy difícil, muy extremo.

-¿Hasta cuándo te gustaría vivir?

-Mucho. Pero hasta que tenga fuerza física y un razonamiento normal (risas). Después de eso, no. Vivir y darme cuenta de que estoy vivo. Amo la vida, básicamente amo la vida, más allá de todos los escollos  y las dificultades. Pero la quiero vivir.

-En una época en la que para muchos la televisión era mala palabra vos eras galán de telenovelas. ¿Lo vivías con plena felicidad o con alguna incomodidad?

-Trataba de hacer lo mío cuando me tocaba hacer televisión. Y nunca paré de hacer teatro. Por lo tanto no sentía ninguna culpa. Me parecía un medio de trabajo, y que cuanto más dignamente se hiciera, más valía la pena. Lo sigo pensando hoy. Para mí eran más prejuicios que otra cosa. Así como hay malos libros para televisión, o culebrones como había, hay pésimas horas de teatro, y películas.

Foto: Granovsky Luciana/Télam

-Si no existiera la política, ¿el mundo sería más divertido o más aburrido?

-Sería espantoso. Es como si no existiera el arte. Como si no hubiese teatro, música, escultura, pintura. La política es casi como respirar: es la vida misma. El vínculo que tenemos cuando salimos a la mañana y saludamos a un vecino, nos encontramos con un amigo, cada acción que uno hace modificando algo es político.

-¿Cuál fue tu primer acercamiento a la política más ideológica-partidaria?

-A los 14 años, estaba en segundo año industrial. Ahí un compañero me afilió al Partido Comunista. Pasé a ser parte de la Fede.

-¿Te afilió así de prepo o te consultó?

-No, no. Fuimos hablando y me parecieron muy convincentes las cosas que me decía. Y milité varios años. En los últimos 15 o 20 años apoyé mucho el gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina, y me quedé en esa zona.

-¿Cómo te gustaría que te recordara el público?

-Como alguien que fue coherente con sus ideas, su trabajo y sus afectos. «

Ping pong con Raúl Rizzo