El documental «Rancho» se mete de lleno en el día a día de una cárcel de máxima seguridad en Buenos Aires y muestra la convivencia en el penal y las historias de vida y circunstancias de los reclusos que los llevaron a ese lugar.

Dirigida por el debutante Pedro Speroni, el largometraje de 70 minutos sigue de cerca la cotidianeidad de un boxeador que busca su libertad y recibe consejos del líder del pabellón, un hombre que está preso hace 30 años y es un referente para los reclusos, y da cuenta de otras historias como la de un grupo de jóvenes que sueñan con ser millonarios o la de un muchacho que ingresa por matar a su padrastro.

El director de la película ya tenía experiencia en el tema tras realizar su cortometraje Peregrinación, de 2014, en el que registraba el recorrido de la esposa de un preso, al que visitaba en la cárcel junto a sus pequeños.

El documental se puede ver a partir del martes en las funciones de las 18 durante tres días en la Sala Lugones, mientras que se exhibirá también en el Malba todos los domingos de junio a las 20 y en el Cine Gaumont el 9, 13 y 15 de este mes a las 18.30.

Foto: Prensa


Consultado sobre si la centralidad de su filme pasa por la cotidianeidad comunitaria en la cárcel o las historias de vida de los presos, Speroni cuenta que «a través de su día a día quería llegar a sus historias de vida y a por qué llegaron allí, cuáles son sus anhelos, frustraciones, pensamientos e ideas a futuro».

«También, a través de su día a día, ir descubriendo que en el pabellón cada uno cumple su función y que hay cierta jerarquía y una comunidad que funciona con sus propias reglas. Tanto el día a día como sus historias van funcionando en la película de manera continua», agrega.

“Antes de empezar a filmar conviví un año en el pabellón con los presos, comiendo en la celda con ellos, mirando televisión con ellos, conversando –revela–. Una vez que sentí que el vínculo era fuerte, entramos con cámara y un equipo de sonido. Filmamos durante un mes y medio todos los días. Era mi primer largometraje y en el entusiasmo de filmar, filmamos como 50 horas.”

“Al principio me fue difícil el montaje: le tenía mucho cariño a los protagonistas y a ciertas escenas que fuimos dejando afuera al ir encontrando una estructura. Trabajamos el montaje con Miguel Colombo y tuvimos como idea final la libertad de Iván, el boxeador. Porque, de alguna manera, es la única historia que avanza, ya que es un personaje que durante toda la película está expectante de su libertad. Pensábamos que la primera parte era buena para conocerlos y llegar a la visita de la familia ya habiendo empatizado con ellos. Y dejamos la parte más filosófica para la última etapa”, concluye el cineasta.

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RANCHO
Una película de Pedro Speroni.