Al título de esta columna, “Que los clubes sigan siendo de los socios, que los torneos vuelvan a ser de los jugadores”, se le podrían agregar otros dos enunciados: “Que la AFA siga al mando de la selección, que el gobierno (libertario) no se entrometa en asuntos privados que no le corresponden”.

En un país en el que se acumulan urgencias mucho más trascendentes que el deporte -pero pocas capaces de movilizar multitudes similares-, el fútbol argentino demostró durante esta semana, en cuestión de horas, su poder dentro del campo de juego y sobre los despachos.  

El martes, con una nueva exhibición de Lionel Messi en modo Highlander, Argentina ratificó con el 6 a 0 a Bolivia por las Eliminatorias 2026 que es un equipo que trascenderá generaciones, uno de esos que aparecen cada tanto, salteados en décadas: los chicos y chicas que tuvieron la suerte de ir al Monumental atraparon un recuerdo que, dentro de muchos años, les contarán a sus hijos.

Foto: AFA

Y acto seguido, o menos de dos días después, en la tarde del jueves, Claudio Tapia eludió las presiones del Gobierno de Javier Milei y consiguió su reelección como presidente de la AFA hasta 2028, una continuidad lógica en un momento en el que, en más de un sentido, parte del fútbol argentino funciona mejor que casi todo en el país: una selección campeona del mundo y bicampeona de América, el futsal reciente subcampeón mundial y, aunque los equipos femeninos cayeron en un bache, la sub 20 clasificada –en septiembre- a los octavos de final de un Mundial.

A diferencia de su primera reelección, en 2020, esta vez el triunfo de Tapia incluyó una batalla política a nivel nacional. Con el voto de 44 de los 46 asambleístas –el de Estudiantes de La Plata no asistió y el de Talleres de Córdoba se retiró-, la AFA mantuvo lo que sigue siendo un mantra intocable dentro del fútbol argentino: sostener a los clubes como asociaciones civiles sin fines de lucro.

Desairada y eludida, al menos por ahora –en cuestión de días llegará la ofensiva judicial-, quedó la intención del gobierno de autorizar el desembarco de las SAD, el viejo anhelo privatizador de Mauricio Macri ahora continuado por Milei mediante decretos en nombre de la libertad. Es cierto que la AFA avala grises difíciles de explicar -¿Riestra es un gerenciamiento o una SAD encubierta?-, pero Tapia ya puede ser considerado un discípulo de Julio Grondona: el fútbol sabe cómo defenderse (legítimamente) de gobiernos que van por una torta ajena.

En simultáneo a esa pulseada de poder están los torneos, el día a día del fútbol. Y también en la Asamblea de este jueves, y a falta de diez fechas para que termine el torneo, la AFA eliminó los dos descensos previstos para la actual temporada de Primera División, que en 2025 aumentará de 28 a 30 participantes, una cifra que se opone a todos los manuales.

Un grupo no menor de hinchas adscriben al tinte ideológico de la pelea Tapia-Milei y, decididos a oponerse a la llegada de las SAD –lo que consideran el combate mayor-, aceptan lo que creen un mal menor –el nuevo manoseo de los torneos-. Sería algo así como aceptar el combo completo de AFA: “No nos gustan los torneos de 30 pero está en juego algo más importante”.

En cambio, a otra parte de los hinchas (y posiblemente la mayoritaria, o eso se desprende de las conversaciones y reacciones en redes sociales), esa pulseada les genera interferencia. O algo mayor: un claro repudio. El fútbol es un refugio del día a día en el que el amor al club de cada uno se mueve lejos de las internas de dirigentes -deportivos y políticos-, que son vistos como intrusos que amenazan su alegría semanal. Sería una lectura que, independientemente de la pelea política, mira a la AFA como si tuviera dos caras, una AFA Selección y una AFA Reglamentos: “Gracias por la selección pero hagan torneos en serio”.

Adosarle la pelea ideológica “clubes asociaciones civiles-SAD” al nuevo cambio de reglamento sobre la marcha, en medio de la temporada, suena a distorsión: es lo que suele hacer la AFA, su modus operandi, ya sea con el gobierno de su lado o en la vereda de enfrente.

La suspensión de los descensos en Primera División ya había ocurrido en 2020, explicado entonces -justificado- por la pandemia. Como aquella medida se extendió a 2021, en tres de las últimas cinco temporadas en Primera A no hubo ni habrá descensos. No hace falta explicar que, con dirigentes de clubes aliviados –los hinchas no los culpan de fracasos deportivos-, Tapia acumula poder.

El tema viene de lejos y al comienzo estaba únicamente circunscripto a los torneos de Ascenso. En diciembre de 2018, cuando Tapia llevaba un año en la presidencia, la AFA aumentó –en medio de la temporada- de uno a cinco los ascensos directos de la Primera B al Nacional: uno de los favorecidos fue Barracas Central. En esa progresión y naturalización, pocos repararon que en 2023 hubo cinco torneos que fueron cambiados en medio de su disputa:

Enero 2023, Supercopa Internacional. Fue el primer título de 2023 y se definió en Emiratos Árabes, cuando Racing –ganador del Trofeo de Campeones– le ganó 2-1 a Boca, segundo en la tabla anual 2022, detrás de la Academia. En principio, se trataba de la Supercopa Argentina (el choque del campeón de Liga, que sería Boca, con el de la Copa Argentina, Patronato) desplazada a otro país. Pero, cuando el equipo entrerriano ganó la Copa, en octubre de 2022, cambió el reglamento: Patronato en Arabia no generaba interés. Es un torneo que en 2024 debía ser jugado por River-Talleres pero que quedó en el olvido: en Abu Dhabi tuvo comienzo y despedida.

Febrero 2023, Regional Amateur. El torneo otorgaba cuatro ascensos al Federal A, la tercera categoría, y en enero fueron conseguidos por Germinal de Rawson, Sol de América de Formosa, El Linqueño y Atenas de Río Cuarto. Pero pocos días después, el Consejo Federal de la AFA dispuso dos ascensos extras para San Martín  de Mendoza y 9 de Julio de Rafaela.

Junio 2023, Primera. Aunque la temporada había comenzado con tres descensos al Nacional, la AFA decidió a mitad de año –cuando ya se habían jugado 21 fechas de la Liga– que finalmente dos equipos perderían la categoría, uno por tabla anual y otro por promedios. Con Arsenal ya casi condenado -finalmente descendió-, la medida parecía blindar lo más posible a clubes tradicionales como Independiente, Vélez, Huracán o Gimnasia. Con los resultados de la última fecha, Colón y Gimnasia habrían descendido de manera directa, sin la posibilidad del desempate en el que se salvó el club de La Plata.

Octubre 2023, Nacional. Concluida la temporada, restaba decidirse uno de los tres descensos estipulados por el reglamento. Los dos primeros ya se sabían: Villa Dálmine y Flandria. Para resolverse el siguiente debían jugar Almagro-San Telmo. El ganador se salvaría y el perdedor enfrentaría a Tristán Suárez: quien perdiera ese segundo partido caería a la B. Sin embargo, horas antes del primer duelo, la AFA dejó sin efecto los desempates y los tres clubes siguieron en el Nacional.

Noviembre 2023, Federal A. Al final de la temporada, ya habían descendido Juventud Antoniana de Salta, Sportivo Peñarol de San Juan, Gimnasia de Concepción del Uruguay y Liniers de Bahía Blanca. Sin embargo, la AFA volvió a realizar otra modificación y redujo de cuatro a dos los descensos: se salvaron Gimnasia y Antoniana.

Ya en 2024, los expertos en las categorías inferiores recuerdan como la AFA otorgó un quinto ascenso al Regional Amateur cuando el torneo ya había ingresado en zona de definiciones. Está claro que lo del jueves, la anulación de dos descensos en Primera, no será la última intromisión de la AFA a favor de los intereses de los dirigentes: no sólo Messi inventa goles, define partidos y gana títulos.

Así como “los clubes son de los socios” es una frase que cientos de miles -o millones- de hinchas hicieron orgullosamente propia en oposición a las SAD, tal vez algún día se agregue, a favor de que el fútbol deje de resolverse en los escritorios, que «los torneos no sean únicamente de los dirigentes».

O dicho de otra manera, que los clubes siempre sigan siendo de los socios, pero que los torneos también vuelvan a ser de los jugadores.