Hay tiempo hasta diciembre para ver a las ballenas Franca Austral que recalan cada otoño en el Golfo Nuevo en la península Valdés, en Chubut, Patagonia Argentina. Muchos se apuran pensando que hay solo un mes para conocerlas pero desde el otoño hasta el final de la primavera, están. Llegan, se aparean, tienen sus crías, las amamantan y luego parten hacia otros mares en busca de su alimento. Y es en este momento cuando desde la costanera de Madryn o en el Doradillo se las puede ver.
El top ten está dentro del Área Natural Protegida Península Valdés, Reserva de la Biósfera y Patrimonio de la Humanidad, donde desde puerto Pirámides, el único pueblo dentro del área, hay distintas excursiones para verlas dentro del mar.
Sin embargo, esta opción de verlas desde la playa de canto rodado de El Doradillo. Es gratis, uno tiene que abrigarse en capas como una cebolla y llegar a lugar. Hay excursiones y transfers que conducen a esta zona pero también se accede en vehículo particular o de alquiler.
Si vas en tu auto, tenés que manejar en dirección norte de la ciudad, tomar Ruta 1 hasta la rotonda y tomar ruta 2 hacia Península Valdés hasta encontrar el acceso (norte) para seguir hacia la costa por la ruta 42. El camino incluye un tramo de ripio en buen estado y bien señalizado. No hay transporte público directo, pero es fácil llegar con agencias de turismo, taxis, remis o alquilar un auto.
Preparen el mate, unos bizcochitos y literalmente, se toman unos junto a las ballenas.
Son apenas 50 km desde la ciudad para ingresar al Área Natural Protegida El Doradillo y allí, sentirán el viento patagónico, el sonido del océano y de las ballenas. El lomo, una cola, dos saltando. Para los expertos es uno de los mejores lugares para ver de cerca las rutinas de cortejo, nacimientos y cómo las ballenas madres les enseñan a nadar a sus crías de una punta a la otra de la costa. Y lo mejor es que se accede en forma libre y gratuita, condición genial en estas épocas.
Al ser desde la costa, este avistaje es una experiencia única y complementaria a la experiencia para verlas en embarcaciones como se ofrecen en Puerto Pirámides.
El Área Natural Protegida (ANP) El Doradillo está dentro del ejido de Puerto Madryn, fue creada por su Municipio en 2001. Dos años más tarde, se elaboró su Plan de Manejo que establece acciones para conservar su biodiversidad y sus recursos naturales, educar y brindar servicios y equipamiento para el uso público de sus visitantes.
Divino tesoro y natural
El ANP El Doradillo abarca una franja de 25 km de largo por 3 de ancho de la costa del Golfo Nuevo a la altura del mapa de puerto Madryn, desde Punta Arco hasta Cerro Prismático, integra una superficie de 75 kilómetros cuadrados. La Playa Las Canteras es el lugar privilegiado para observar ballenas francas desde la costa desde junio hasta octubre.
El Doradillo protege el ecosistema costero patagónico, que alberga diversas especies como guanacos, ñandúes, zorros, maras y aves marinas. Sus costas son tan particulares que se convierten en un palco natural para verlas muy cerca.
Su fama mundial fue este año cuando fue clasificada como la playa número 51 entre las mejores del mundo, según el «Premio Playa Dorada 2024» de BeachAtlas.
Otros bichos
Además de las ballenas, la reserva natural alberga una flora y fauna diversificada, con más de 15 especies diferentes de plantas y cientos de especies de aves y pequeños animales como el zorrino, el peludo, el hurón y el cuis chico.
A caminar
En estas playas y en este ANP, se asientan los fotógrafos locales, nacionales y de todo el mundo cuando quieren registrar las mejores tomas fotográficas. Hay caminatas interpretativas para conocer en detalle la flora y la fauna esteparia que siempre conmueve, y se promueven buenas prácticas ambientales. Siempre es necesario recordar que quien visite los lugares de naturaleza deben llevarse los residuos y tener la prevención de no realizar fuego con la vegetación local, cuidar los médanos, las playas y seguir los senderos siempre como una forma de proteger un lugar de alta fragilidad como lo es el desierto patagónico, donde la huella humana siempre deja su impronta.