Luego de que multitudinarias manifestaciones se desplegaran por las calles de Colombo, la capital de Sri Lanka, y de que miles de manifestantes tomaran por asalto el palacio presidencial, el mandatario de ese país, Gotabaya Rajapaksa –que debió huir a las apuradas del edificio– informó que renunciará al cargo el 13 de julio. El anuncio lo hizo Mahinda Yapa Abeywardena, titular del Parlamento, quien aseguró que la decisión surgió luego de que los dirigentes de los partidos políticos le insistieran en que no tenía chance de seguir a cargo en esas condiciones.
El día anterior, la policía de Sri Lanka había impuesto un toque de queda en varias divisiones policiales de la Provincia Occidental para evitar desmanes ante las primeras manifestaciones contra el gobierno. Y venían de semanas de convulsión interna.
El primer ministro, Ranil Wickremesinghe, también aceptó dimitir siguiendo la recomendación de los líderes políticos de «dar paso a un gobierno de todos los partidos», para garantizar «la continuidad de la labor del gobierno, así como la seguridad de todos los ciudadanos». Según las autoridades, hasta el momento se habían registrado unos 40 heridos, incluso entre las fuerzas policiales.
Sri Lanka vive la peor crisis económica desde que obtuvo la independencia en 1948. El país sufre una grave escasez de alimentos, combustibles y otros bienes de primera necesidad ante la falta de divisas para sus importaciones. Los ingresos del país se vieron mermados por la reducción del turismo como consecuencia de las restricciones por la pandemia del coronavirus y otros factores, y por el incremento de todos los productos alimenticios por la guerra en Ucrania.
El 12 de abril, Sri Lanka suspendió el pago de su deuda externa, que asciende a más de 50 mil millones de dólares, y mantiene conversaciones con el Fondo Monetario Internacional para lograr una reestructuración de ese monto.
Cientos de miles de personas se congregaron desde la mañana del sábado en Colombo para exigir que Gotabaya Rajapaksa asumiese la responsabilidad por crisis. Y varios centenares forzaron la entrada del palacio presidencial y lo obligaron a abandonar precipitadamente el lugar.
Las redes sociales mostraron imágenes de los enardecidos ciudadanos deambulando por los salones del edificio de la época colonial británica y a algunos refrescándose en la pileta de natación. «El presidente ha sido escoltado a un lugar seguro», dijo una fuente militar a la agencia AFP. «Sigue siendo el presidente y está bajo protección de una unidad militar», añadió. Para garantizar su evacuación, los militares dispararon al aire.
Poco después, las oficinas del mandatario, en el centro de la ciudad, también fueron ocupadas por los manifestantes, que además atacaron e incendiaron la residencia privada del primer ministro, Ranil Wickremesinghe. Por la noche, el presidente del Parlamento anunció por televisión que, «para garantizar una transición pacífica, el presidente del país dijo que presentaría su renuncia el 13 de julio».
Rajapaksa es señalado como principal responsable de la crisis, que suma a una inflación galopante una grave escasez de combustibles, electricidad y alimentos. Según datos de la ONU, alrededor del 80% de los 22 millones de srilankeses no consigue tomar dos comidas al día.
El gobierno inició negociaciones para un rescate financiero con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tras declararse en default. Pero todos los analistas y los dirigentes más esclarecidos descuentan que el programa para llegar a un acuerdo con el organismo de crédito implicará fuertes recortes presupuestarios y otras medidas restrictivas de la escuálida economía, lo que en un escenario crítico por la falta de ingresos sería catastrófico para gran parte de la población. «