Miles de personas salieron ayer a las calles para protestar contra el Gobierno del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, tras el rescate de cuatro rehenes retenidos en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre pasado, durante una operación del Ejército israelí en el campamento de refugiados de Nuseirat, en el centro del enclave palestino, en el que según la oficina de prensa de Hamás murieron 210 personas y hubo al menos 400 heridos.

Lejos de celebrar el acontecimiento el regreso de los rehenes, los manifestantes protestaban porque exigen elecciones inmediatas, reclaman por la liberación de los otros israelíes aún en manos de Hamas y, como es el caso del exjefe de Inteligencia del Ejército israelí Amos Malka, criticaron la decisión de Netanyahu de tomarse fotos con los familiares de los que fueron rescatados, cuando no lo hizo ante los que murieron desde entonces. El ejército había anunciado poco antes la liberación, en una operación «compleja» en Nuseirat, de Noa Argamani, de 26 años, Almog Meir Jan, de 22, Andrey Kozlov, de 27, y Shlomi Ziv, de 41.

Hubo también movilizaciones en Haifa o Beerseba, donde además se exige. Los manifestantes han exigido la convocatoria de elecciones en Israel y un acuerdo para liberar a los rehenes restantes que siguen cautivos en Gaza a manos de las milicias palestinas. Otro sitio donde hubo marchas fue en Jerusalén, donde, al igual que en otras ciudades, han criticado al Gobierno por el reciente anuncio de la muerte de Chaim Peri, de 79 años; Yoram Metzger, de 80 años; Amiram Cooper, de 84 años y de Nadav Popplewell, de 51 años.

Después de la operación militar israelí, el líder de Hamás, Ismail Haniyeh, insistió en proseguir los combates. «Nuestro pueblo no se rendirá y la resistencia seguirá defendiendo nuestros derechos frente a este enemigo criminal», dijo en un comunicado.

El gobierno de Hamás había anunciado previamente la muerte de 94 personas en Nuseirat y sus alrededores, y había precisado que los muertos habían sido trasladados al hospital de los mártires de Al Aqsa en Deir al Balah. El informe agrega que el hospital era «incapaz de acoger al número de mártires y heridos» y pidió ayuda a la comunidad internacional y a las organizaciones humanitarias.

La ONG Médicos sin Fronteras (MSF) se sumaron al reclamo por el colapso de los hospitales gazatíes tras la última oleada de ataques del Ejército israelí en Deir el Balá y el campamento de refugiados de Nuseirat.

«El sistema está tan saturado que muchos pacientes permanecen mucho más tiempo del que deberían en este servicio de urgencias. Niños completamente grises o blancos por el shock, quemados, llamando a gritos a sus padres, muchos de ellos sin gritar porque están en estado de shock», ha señalado la responsable médica de MSF en el hospital Al Aqsa, Karin Huster.

Huster describió el «caos» en el interior del hospital: la sala de urgencias, la zona roja –donde se encuentran los pacientes más graves– y el resto de áreas estaban «completamente abarrotadas de pacientes en el suelo procedentes de los bombardeos de Nuseirat».