La reunión del presidente Javier Milei con la titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, no fue el moño que faltaba para cerrar el acuerdo, según la metáfora que empleó el mandatario argentino un par de semanas atrás para graficar lo cercanas que están las posiciones.

Se especulaba con que el encuentro, concretado el jueves pasado, tendría un carácter «político» y que apuntaría a resolver las diferencias entre las partes a fin de presentar un plan a la Casa Blanca. Pero no hubo nada de eso.

Las diferencias subsisten y giran en torno de la política cambiaria. El FMI acuerda con el ajuste fiscal de la administración liberticida y con la política de astringencia monetaria (emisión cero), pero no coincide con la política cambiaria, con el tratamiento que el gobierno le da al valor del dólar.

Según Marina Dal Poggetto, directora Ejecutiva de la consultora EcoGo, el problema es que el esquema cambiario del gobierno es central para sus aspiraciones políticas de cara a las elecciones de octubre, mientras que el Fondo Monetario pretende una modificación antes de un acuerdo.

«El objetivo político del gobierno de cara a la elección de octubre no entra dentro del acuerdo de mediano plazo con el FMI», dice Dal Poggetto, ya que el Fondo busca «un esquema cambiario más duradero».

La economista destaca que en la foto del jueves último, Georgieva «ya no levantó los deditos como la vez pasada». Si la comunicación gestual dice algo, se podría colegir que la relación entre las dos figuras se enfrió: tampoco hubo abrazos casi íntimos, como el que se prodigaron en Río de Janeiro durante la reunión del G-20 el año pasado. El único texto que acompañó la imagen fue uno de Georgieva, quien através de un posteo en sus redes sociales, señaló: «Nuestros equipos continúan trabajando constructivamente hacia un nuevo programa del FMI». El discurso de siempre.

Por qué no hay reservas

El FMI reclama una flexibilización de la política cambiaria a fin de que el Banco Central acumule reservas. Hay distintos cálculos sobre las compras de dólares del BCRA y la escasa cantidad de reservas incorporadas. Según Emmanuel Álvarez Agis, titular de la consultora PxQ, una solución posible podría ser la eliminación del «dólar blend», que es la divisa que surge de la liquidación del 80% de los dólares de las exportaciones por el mercado único (donde compra el Banco Central) y del 20% restante en el mercado financiero, divisas que no van a las reservas del BCRA.

Según el banco de inversión JP Morgan, el Banco Central se privó de recibir U$S 19.000 millones desde que se implementó este esquema en 2024. «Esta es la causa principal de no acumulación de reservas en un contexto en el que no hay salida de capitales y en el que todavía hay superávit comercial», dice el economista Nicolás Dvoskin.

Otros U$S 2000 millones se habrían ido en los últimos dos meses por la intervención en el mercado del contado con liquidación (CCL).

En este contexto, el gobierno aparece apurado por conseguir dólares. Hay varias explicaciones.  Según Dvoskin, es para «evitar una devaluación brusca si levanta el cepo, o incluso para evitar que suba mucho el dólar CCL manteniendo el cepo».

Para Dal Poggetto, las necesidades de dólares surgen de un incremento de las importaciones fomentadas por el atraso cambiario y la solución podría pasar por un acuerdo de refinanciación de vencimientos de 2025 con el FMI y otros organismos multilaterales, lo que daría «holgura» al programa financiero y permitiría tener más dólares en las arcas del Banco Central.

Pero también pesan en las escasas reservas otros dos aspectos: el pago de deudas en moneda extranjera y la intervención en el dólar financiero. La consultora Max asegura que ambos son «factores destacados» del fenómeno. Dal Poggetto coincide y le otorga al pago de deudas el principal motor de la pérdida de divisas.

En la consultra Silver Cloud, de Claudio Zuchovicki, aseguran que un acuerdo con el FMI en el segundo trimestre despejaría cualquier duda con el nivel de reservas y daría un nuevo envión ala baja del riesgo país. Pero Dal Poggetto recela de esa solución: sería disruptiva respecto del camino recorrido por Milei y que le dio el activo político que puede agitar.   «