Los cementerios suelen dar lugar a historias oscuras, leyendas, episodios fantasmales. Pero también a robos concretos, negligencias, acciones delictivas. En Viedma aún no saben qué pasó, ni quién lo hizo. Pero lo que vieron en el cementerio de Viedma fue una escena casi de película de terror: un cadáver sentado en un banco.
El episodio se produjo el lunes a la madrugada, y fue descubierto horas más tarde por el personal municipal que desarrolla sus tareas en el lugar. La Justicia aún lo investiga.
Al entrar en la necrópolis, los trabajadores encontraron un nicho que había sido violentado para extraer un féretro. Pasos más adelante se encontraron con el cadáver, colocado en un banco en una de las galerías del cementerio ubicada sobre la calle Álvaro Barrios.
Las dos hipótesis que se manejan son: el robo de pertenencias que pudieran estar dentro del féretro o un rito satánico. Según lo informado por fuentes del lugar, al cuerpo le faltaba un antebrazo.
El subsecretario de Servicios Públicos de Viedma, Juan Casadei, remarcó que “el cadáver es del año 1974 y como estaba en el sector de nichos estaba mantenido, como una especie de momia”.
Señaló que la última profanación la hizo «gente que sabía cómo abrir un cajón fúnebre. Cuando nos enteramos se avisó a la policía y vino la gente de criminalística para hacer lo que había que hacer”. Estiman que participaron al menos dos personas.
Dijo que se comunicaron con una sobrina y que la familia está «muy afligida por la situación. Por lo que estuvimos hablando es gente que sabía cómo abrir un cajón porque eso tiene una caja metálica y la abrieron, se tomaron el trabajo de sacar el cuerpo del cajón y apoyarlo en un banco, a unos 4 o 5 metros del nicho».
«Hoy de vez en cuando se hacen rituales en algunos sectores del Cementerio. Son por la noche y no sabemos de qué índole. Pero se hacen rituales con animales y con velas. En muchos sectores se ve que se arman santuarios. Estimamos que puede llegar a ser esto pero lo dejamos en manos de la gente de Criminalística que hacen la investigación», añadió.
Con respecto a los reclamos de seguridad, acotó: «Hasta hace un mes y medio atrás teníamos las cámaras de seguridad que fueron sustraídas junto con el DVR que es la memoria y el monitor. Hoy por hoy estamos ciegos en ese sentido. Ingresan por los paredones de las calles laterales. Son 4 hectáreas rodeadas de paredón. Hay mucha gente que va al cementerio a la noche. Saltan por el paredón y hacen de las suyas».
Este suceso se suma a algo que está creciendo en gran parte de los cementerios del país: el robo de placas y otros elementos de valor que son colocados por familiares de los difuntos. El estado de los lugares y la falta de seguridad suman condimentos para que los intrusos se lleven objetos sin que nadie se percate.
Denuncia de una madre en Roca por el cadáver de su hijo
En Roca, Río Negro, una mujer denuncia al Municipio por el cuerpo de su hijo. Magdalena Silva es madre de Pablo Ismael Jara, un niño que murió en agosto de 2005 a los diez años por un accidente. El 1 de mayo de 2021, 16 años después, su familia se enteró que la tumba había sido removida. Según denunció al diario Río Negro, solo quedan indicios de lo que alguna vez fue su pedestal: “Iba al cementerio a llevarle flores, para estar con él un rato. Ese día, llegué al lugar donde estaba su tumba, pero no estaba. Empecé a dar vueltas y vueltas pensando que era yo la que estaba perdida. No entendía lo que estaba pasando”.
«Cometieron un error que no tiene nombre, como la profanación de un cuerpo», lanzó la mujer. Es la denunciante en la causa por “daños y perjuicios” se tramita en el Juzgado Contencioso Administrativo N° 15 de Roca, contra el Municipio de Roca. “Cuando vi las cosas de mi hijito tiradas, busqué a la gente del cementerio y les pedí una explicación, no entendía nada. Fue tremendo para mí”, declaró. Como nadie le daba una respuesta, la denunciante decidió permanecer en el cementerio. El horario de cierre era las 18, pero eran las 20:30 y seguía apostada allí. “No me iba a ir hasta que alguien me atendiera”, recordó. Nadie le decía dónde estaban los restos de su hijo. “Esto le pasa a los que no pagan”, habría sido la respuesta de altos funcionarios a la inquietud de la mujer, según detalla el medio periodístico. Tiempo después, le confirmaron que el cuerpo había ido al osario común, el lugar donde se entierran los restos que se sacan de las sepulturas, por una deuda que no le habían notificado.