El presupuesto que presentó Donald Trump no puede sorprender a nadie que siga un poco la nueva senda política que recorre Estados Unidos desde la última elección. Esto no significa que no encuentre oposiciones ni genere polémicas. Para 2018, el proyecto que envío este jueves al Congreso estadounidense implica recortes drásticos en las áreas de Salud, Diplomacia y Medio Ambiente para destinar más a Defensa y Seguridad Nacional.
El presupuesto comenzará a ser discutido los próximos meses por republicanos y demócratas y debe estar resuelto para septiembre, aunque los medios coincidieron en que tiene pocas chances de ser aprobado tal como está, y esto pese a que la Casa Blanca cuenta con mayorías propias en ambas cámaras.
El rechazo de propios y ajeno se centra en los recortes que pide el gobierno de Trump: del 28% al Departamento de Estado, del 31% a la Agencia de Protección Ambiental (EPA), del 23% al Departamento de Salud, y del 21% en el de Trabajo. Mientras que propone aumentar un 9% el dinero destinado al Pentágono.
Para alejar cualquier duda respecto de sus prioridades, el gobierno envió un presupuesto suplementario de 30 mil millones de dólares extra para Departamento de Defensa y otros 3000 millones para el de Seguridad Nacional. Estos fondos extra serán destinados para adquirir tecnología militar, como aviones de combate F-35 y sistemas de drones, extender el muro en toda la frontera con México y construir nuevos centros de detención para los inmigrantes indocumentados.
Tanto el proyecto de presupuesto como la enmienda para este año representan el primer plan concreto que expone cuales serán las prioridades del nuevo mandatario y cómo se financiarán. También demostraron que los objetivos de Trump serán resistidos por la oposición demócrata y varios miembros del oficialismo republicano.
Uno de los primeros en hablar públicamente fue el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, quien adelantó que será difícil de aprobar el presupuesto, especialmente por los enormes recortes al Departamento de Estado, es decir, la diplomacia y la política exterior del país. El senador republicano Lindsey Graham fue más contundente cuando advirtió que ese ajuste hará menos seguro al país y anticipó que el proyecto de Trump llegará «muerto» al Congreso.
Por su parte, el senador republicano John McCain, un acérrimo detractor de Trump, también pronosticó que «esa propuesta no pasará por el Senado», aunque, a diferencia de sus pares, su rechazo se debe a que no considera que el aumento presupuesto para Defensa sea lo suficientemente grande.
La propuesta, que la Casa Blanca denominó «América Primero: un plan de presupuesto para hacer grande a América otra vez», aumenta a 53.000 millones de dólares el gasto de Defensa, mientras que recorta los gastos destinados para infraestructura, educación e investigación científica.
Mientras los republicanos se encuentran divididos en este tema, los demócratas salieron a criticar el proyecto de forma unánime. El líder de la minoría demócrata del Senado, Chuck Schumer, denunció que la clase media será la primera perjudicada por la propuesta y acusó a Trump de redactar el presupuesto pensando sólo en el beneficio de los más ricos. «Los recortes propuestos en el presupuesto del presidente son devastadores para la clase media. Una vez más el gobierno de Trump demuestra quiénes son; hablan como populistas pero gobiernan como fanáticos de los intereses especiales», sentenció el senador, citado por la agencia de noticias EFE.
«Este presupuesto le quita la carga (impositiva) a los adinerados y a los intereses especiales y se la pone a la clase media y a aquellos que están luchando para llegar a ser clase media», agregó Schumer. La líder demócrata de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, destacó que el país no puede depender sólo de la fuerza militar y subrayó la importancia de mantener intactos el gasto destinado a la diplomacia y la salud.
Por su parte, el alcalde de Nueva York, el demócrata Bill de Blasio, adelantó que la propuesta de Trump va a encontrar «una enorme resistencia en todo el país». «Esto hará a los neoyorquinos menos seguros, les dificultará lograr viviendas accesibles, dañará a nuestras escuelas, dañará nuestros hospitales…», dijo De Blasio en una conferencia de prensa. Asimismo, el jefe de la Policía de Nueva York, James O’Neill, aseguró que los recortes dañarán directamente la «lucha antiterrorista» en la ciudad.
En la misma conferencia de prensa, O’Neill aseguró que la propuesta de Trump quitaría prácticamente toda la financiación federal a su Departamento, incluidos unos 110 millones que recibe para la lucha contra el terrorismo, una partida clave en esa ciudad desde el atentado contra las Torres Gemelas de 2001. «Esta financiación es fundamental», subrayó el jefe policial, quien insistió en que ese dinero es «clave para mantener a todo el mundo a salvo».
Los principales afectados por el recorte en del Departamento de Estado son la ONU y sus agencias. Por eso, el flamante secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió hoy a Estados Unidos que recortar de forma abrupta su apoyo financiero a la organización puede minar los esfuerzos de reforma que reclama Washington. Sin embargo, afirmó que comprende que sea prioridad de Estados Unidos «combatir al terrorismo» aunque matizó con que ello «requiere más que gasto militar».
De aprobarse el presupuesto de Trump en el Congreso, la ONU sufriría recortes en sus programas de pacificación -es decir en la financiación de misiones de paz- y en algunos de los programas medioambientales destinados a reducir los efectos del cambio climático en el mundo.