Tras largas negociaciones con las empresas que fabrican productos de consumo masivo, el gobierno nacional autorizó aumentos promedio del 3% en la lista de Precios Máximos y del 5% en la de Precios Cuidados que se reflejarán desde esta semana en las góndolas. Esos precios, además, plantean una incógnita a futuro si se tiene en cuenta la tendencia inflacionaria.

La consultora Orlando Ferreres & Asociados (OJF), de las más consultadas por las empresas, informó que la suba de precios al consumidor fue del 2,4% en septiembre, con un alza en alimentos y bebidas del 2,2 por ciento.

Focus Market, por su parte, publicó su top 10 de categorías de productos más inflacionarios respecto de agosto. Los cigarrillos lideraron el ranking con un aumento del 6,9%, seguidos por salchichas (6,5%), los pañales (6,2%), el té (4,8%), aguas (4,1%), arroz (4,1%), café (4%), leudantes (3,8%), crema de leche (3,8%) y aguas saborizadas sin gas (3,8%).

Las fuentes de estas mediciones son las cadenas de supermercados. En otros espacios del comercio minorista, como el segmento de proximidad, almacenes y autoservicios barriales, la presión de las alimenticias y otras fábricas de artículos de primera necesidad se hizo sentir con intensidad en los diez últimos días de septiembre, cuando llegaron desde las fábricas y mayoristas aumentos de hasta el 15% en aderezos, 10% en cervezas, 7% en harinas, 7% en aceites y 10% en yerbas, según enumeró a Tiempo el titular de la Confederación General Almacenera y referente bonaerense del sector, Fernando Savore.

Contexto

Esos aumentos por fuera de las listas de referencia sucedieron mientras las empresas negociaban con la Secretaría de Comercio Interior. La presión de las empresas aumentó a partir del 31 de agosto cuando el gobierno resolvió prorrogar la vigencia de Precios Máximos por dos meses hasta el último día de octubre para sostener el listado referencial en medio de la crisis del Covid-19.

A la par de los comercios chicos, las cadenas de supermercados del interior hicieron públicas las listas con aumentos de las fábricas y alertaron por posibles desabastecimientos de productos importantes para la dieta media de los argentinos, en un gris entre el reclamo real y la estrategia de sectores muchas veces aliados en las tareas del lobby.

Por esos días, el titular de la federación alimenticia Copal y vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, dijo en una entrevista con este medio que las empresas querían directamente levantar Precios Máximos «porque ya no tiene sentido».

De hecho, las empresas hicieron el pedido formal a la secretaria de Comercio, Paula Español, quien rechazó el reclamo pero concedió mesas de negociación para arribar a remarcaciones puntuales por empresas, todas ellas grandes jugadoras de sectores fuertemente concentrados.

Con el salario cada vez más depreciado y cierto desencanto de los consumidores después de seis meses de cuarentena las compras minoristas, previsiblemente, se derrumbaron. El índice Express de la consultora Nielsen, que mide 70 categorías de productos en el canal supermercados, arrojó que en septiembre el consumo de cosmética y tocador cayó un 9,8%, el de bebidas retrocedió otro 9,4% y el rubro almacén perdió un 3,1 por ciento.

Las empresas no niegan su responsabilidad en los aumentos, ni explican tampoco por qué aumentan los precios que están por fuera de los consensuados en los programas de referencia, ni siquiera por qué incrementan en el mismo momento en que están negociando actualizaciones para esas listas de referencia.

El argumento de las patronales se limita a la suba de los costos, en primer lugar la de los costos en dólares, pero también la de los costos logístico y energético, entre otros, en un mercado con alta presión tributaria. El análisis siempre desemboca en el clamor por la supuesta necesidad de grandes reformas económicas.

Las empresas lograron las actualizaciones que buscaban y para las que no escatimaron recursos de presión sobre el sector público y sobre la propia demanda minorista. El horizonte de fin de año es cercano pero improbable si se tiene en cuenta que las mediciones privadas anticipan un cierre de año con una inflación del 40 por ciento. «