En plena pandemia de coronavirus, la Premier League de fútbol, criticada por el recurso de algunos clubes a fondos públicos para hacer frente a la crisis, deberá llegar a un acuerdo sobre las rebajas salariales de sus estrellas ante la atenta mirada de la opinión pública.
«Desde mi punto de vista, estamos en una situación en la que no hay ningún ganador», lamentó el domingo el excapitán de la selección inglesa Wayne Rooney en las páginas del Sunday Times.
La situación parece complicarse con las decisiones de clubes millonarios dejando a los empleados más modestos de la entidad sin trabajo o con suspensiones temporales, mientras que sus jugadores no rebajan sus sueldos, lo que ha encendido los ánimos en distintos sectores.
Los ejemplos del Tottenham y el Liverpool, dos clubes que han optado por recurrir al programa de salvaguarda del empleo del gobierno, han sido mal recibidos, sobre todo por exfiguras como Stan Collymore y Jamie Carragher, pero también por otros clubes muy adinerados, como el Manchester City, que optaron por otras medidas.
Durante este tiempo, algunos de los jugadores mejor pagados de Europa continúan recibiendo sus salarios semanales, en ocasiones superiores a las 200.000 libras esterlinas (245.000 dólares).
Ligar ambos aspectos (ayudas públicas y salarios de los jugadores), como hizo el pasado jueves el ministro de Sanidad británico, Matt Hancock, fue un error, estima el sindicato de futbolistas del país (PFA).
En su opinión, reducir los onerosos salarios de las estrellas del fútbol para pagar a otros trabajadores del club supondría hacer descansar sobre los hombros de un grupo de empleados las decisiones de sus empresas.
– Negociación delicada –
Esta semana deben retomarse las conversaciones sobre este asunto. Hay clubes de la Premier League que han hablado de recortes salariales que podrían ir hasta el 30% de la cantidad anual, aunque la postura inicial del PFA hace prever que la negociación no será sencilla.
«Es ridículo que los clubes aplacen sus obligaciones con los jugadores y después gasten enormes cantidades en fichajes», dijo hace unos días el presidente del PFA, Gordon Taylor.
El domingo, Taylor afirmó que los jugadores querían «transparencia completa» por parte de los clubes.
«No son estúpidos (…) Quieren saber las razones y dónde va el dinero», declaró al Telegraph.
El técnico del Bournemouth, Eddie Howe, se convirtió para muchos en el ejemplo a seguir al aceptar la pasada semana un recorte «significativo» de su salario, según destacó su propio club.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, fue más allá y declaró a la BBC que deberían ser las grandes estrellas los que asumieran el golpe económico.
«Los jugadores mejor pagados son los que mejor pueden soportar la mayor carga y, con respeto, sacrificar su salario, más que las personas que venden los programas (de los partidos) o los empleados del catering», afirmó.
Según una encuesta de YouGov publicada a finales de la pasada semana, el 92% de las 2.154 personas preguntadas estimaban que los jugadores de la élite inglesa debían hacer sacrificios financieros y más de dos terceras partes cifraban incluso ese esfuerzo en un 50% o más de su salario.
Varias iniciativas individuales a beneficio de asociaciones se han producido ya en el fútbol inglés en forma de donativos.
Incluso antes de las declaraciones del ministro Matt Hancock, los capitanes de los veinte equipos de la Premier League trabajan en la creación conjunta de un fondo de ayuda para los servicios sanitarios británicos.
En mitad de esta tormenta, el fútbol inglés parece haberse quedado atrás en la ola de solidaridad mostrada por los jugadores de los grandes clubes de otros países como España, Italia o Alemania, que se encuentran en una situación similar ante la pandemia del coronavirus, que ha detenido el deporte y tiene a gran parte del mundo confinado.