Un obediente Alfonso Prat Gay siguió los pasos sugeridos por Marcos Peña desde el momento mismo en el que se enteró que Mauricio Macri lo había echado desde la tranquilidad de Villa La Angostura, donde pasa dos semanas de vacaciones.
Primero aceptó la invitación de tomar un avión y viajar a la Patagonia para fotografiarse de manera relajada con el presidente, y el día después de su adiós accedió a ofrecer una conferencia de prensa en el mismo tono.
Sin el más mínimo gesto de fastidio por la forma en que se lo sacaron de encima, Prat Gay afirmó, palabras más palabras menos, que allanó el camino para el crecimiento económico que se viene más temprano que tarde.
Misión cumplida dijo el ex ministro de Finanzas y Hacienda, y agregó que «empieza a mostrarse una mejoría hacia final de este año y en los primeros meses de 2017 se va a ver con mucha más claridad», para rematar que «a partir de marzo va a llegar también al bolsillo de los argentinos».
«Agradezco al presidente por la confianza que me dio durante este tiempo», enfatizó con los mismos buenos modales y reafirmó su compromiso con el gobierno de Cambiemos: «No hay que buscar razones que no existen, la razón de mi salida la explicó bien el jefe de Gabinete».
Buen alumno de la meritocracia, se anotó a su favor el extraordinario éxito del blanqueo de capitales sin opinar claro sobre el decreto de Macri que permitió limpiarse a los familiares de los funcionarios, y sonrió para las cámaras al confirmar que vamos a tener los fondos suficientes para pagar la Reparación Histórica a los Jubilados, sin tener que acudir a otras fuentes de financiamiento.
Así se fue Prat Gay, amable y protocolar, soñando quizás con ser el nuevo embajador de los Estados Unidos dentro de unos meses, si finalmente Martín Lousteau cumple su promesa de regresar al país para pelearle al PRO en las elecciones legislativas porteñas del año que viene.