Mientras Canadá anunció que no asistirá, Australia comenzó a preparar a sus atletas para competir a mediados del año que viene y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, dijo que cambiar la fecha «podría volverse inevitable», el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach, no quiere dar por cancelados o pospuestos todavía los Juegos Olímpicos de Tokio, que deberían comenzar a disputarse a fines de julio.
En un mensaje dirigido a todos los atletas olímpicos, el dirigente aseguró que el escenario actual plantea «un dilema» y genera «una tremenda incertidumbre» pero que una decisión final a cuatro meses de la cita «sería prematura» ante la «base de información» que dispone el COI. También advirtió que «posponer los Juegos Olímpicos es un desafío extremadamente complejo» y defendió la decisión adoptada por el organismo de fijar plazo de cuatro semanas para decidir el futuro de Tokio 2020 frente a la pandemia de coronavirus
«La decisión sobre una postergación hoy no podría determinar una nueva fecha para los Juegos Olímpicos debido a los desarrollos inciertos (de la pandemia) en ambas direcciones: una mejora, como estamos viendo en varios países gracias a las severas medidas que se están tomando, o un deterioro de la situación en otros países», argumentó.
«Una serie de sedes críticas necesarias para los Juegos podrían no estar ya disponibles. La situación, con millones de noches ya reservadas en hoteles, es extremadamente difícil de manejar, y el calendario deportivo internacional para al menos 33 deportes olímpicos tendría que ser adaptado. Estos son solo algunos de los muchos, muchos más desafíos», puntualizó.
Por lo tanto, Bach planteó la necesidad de «seguir estudiando los diferentes escenarios», para lo que convocó «el pleno compromiso y cooperación del Comité Organizador Tokio 2020 y de las autoridades japonesas, así como de todas las Federaciones Internacionales (FIs) y los Comités Olímpicos Nacionales (CONs) y de todas las partes interesadas en los Juegos Olímpicos».
Por otra parte, el titular del COI descartó de manera rotunda la cancelación definitiva de la máxima cita del deporte en Japón, dado que «destruiría el sueño olímpico de 11.000 atletas de los 206 Comités Olímpicos Nacionales».
Estos son algunos ejemplos para dar una idea de la amplitud del rompecabezas que significaría posponer los Juegos Olímpicos:
- El calendario de las competiciones
Añadir los Juegos a una agenda deportiva de 2021 ya bien cargada sería una pesadilla logística, ya que el próximo verano boreal se anuncia muy cargado: están programados los Mundiales de atletismo y de natación, además de la Eurocopa de fútbol, que ya ha sido aplazada a 2021.
La leyenda estadounidense de atletismo, Carl Lewis, sugirió organizar los Juegos de verano en 2022, el año de los Juegos de invierno en Pekín, para crear un «año de celebración olímpica».
- La gestión de las sedes
Para los Juegos de Tokio, están previstas 43 instalaciones-sede, algunas construidas para la ocasión, a veces de forma temporal, otras acondicionadas. Pero todas tendrían problemas en caso de aplazamiento.
Según el COI, «varios sitios indispensables para los Juegos podrían no podrían estar disponibles en otras fechas posteriores».
Es el caso del nuevo Estadio Olímpico de Tokio, de una capacidad de 68.000 plazas, que debe albergar conciertos y otras competiciones deportivas tras los Juegos. Eventos que haría falta reprogramar también en caso de aplazamiento.
Las infraestructuras deportivas no son las únicas afectadas. Los organizadores han reservado también para esas semanas de julio y agosto el imponente Tokyo Big Sight, inmenso palacio de congresos y de exposiciones, para utilizarlo como gigantesca sala de prensa durante los Juegos.
Estte lugar, uno de los más grandes salones profesionales de Asia, es reservado con varios meses de antelación. Encontrar fechas libres o convencer a los organizadores de otros eventos para que cambien las suyas podría ser muy complicado.
- La Villa Olímpica
Compuesta por 21 torres de 14 a 18 pisos, la Villa Olímpica fue construida en un terreno de gran valor inmobiliario, con vistas a la bahía de Tokio y su célebre Rainbow Bridge.
Al término de la competición, la Villa Olímpica debe ser reconvertida en miles de apartamentos de alta gama, que serán vendidos o alquilados después.
Según los promotores del sitio, 4.145 apartamentos deben ser vendidos. En un primer lote de 940 de ellos puestos en venta desde 2019, la mayor parte ya han sido comprados, según la prensa local.
Un aplazamiento conllevaría también un retraso en el acondicionamiento del lugar y de amplias dudas sobre los contratos de propiedad ya firmados.
- Los lugares de alojamiento
«La cuestión de millones de noches ya reservadas en los hoteles es muy difícil de administrar», señaló el COI.
Las habitaciones de hotel en Tokio están en su mayoría reservadas desde hace varios meses, obligando a muchos visitantes a pagar importantes montos con antelación, unas sumas que corren el riesgo ahora de ser perdidas.
Para la industria hotelera, el escenario de un aplazamiento representa una duda suplementaria, en un contexto turístico ya catastrófico por la pandemia.
- ¿Puntos positivos?
Paradójicamente, un aplazamiento a finales del año 2020 podría resolver uno de los grandes puntos negros que pesaban sobre los Juegos de Tokio antes del coronavirus: el calor sofocante del verano japonés.
Ello podría permitir correr el maratón en la capital y no en la ciudad de Sapporo, en el extremo norte de Japón, la solución que había decidido unilateralmente el COI el año pasado para proteger la salud de los atletas.
Por otro lado, celebrar los Juegos en el otoño nipón puede hacer que el evento se encuentre en plena sesión de tifones, una situación vivida en el Mundial de rugby en 2019 en Japón.
Un aplazamiento podría permitir a las diferentes federaciones disponer del tiempo necesario para organizar las competiciones de clasificación, en condiciones satisfactorias para los deportistas, respondiendo de esta forma a las demandas de los atletas