El normal funcionamiento de las cárceles de todo el país siempre fue deshumanizante a lo largo de la historia. Ahora, con el nuevo Sistema de Integración de Gestión para Personas Privadas de Libertad de Alto Riesgo (SIGPPLAR), que aplicó la ministra de seguridad de la nación Patricia Bullrich en el penal de Ezeiza, las condiciones se re-agravaron y las consecuencias serán trágicas. Los presos permanecen en huelga de hambre hace más de dos semanas. Cuando esto sucede, es muy difícil que toda esa violencia introyectada en las mentes y cuerpos de los allí cautivos no se replique en la sociedad cuando recuperen la libertad.

Pasé la mayor parte de mi vida en instituciones de encierro por distintos delitos contra la propiedad privada. Siempre fui torturado bajo custodia del Estado de distintas maneras. Estuve en institutos de menores y cárceles bonaerenses. Mi primera causa judicial fue a los 8 años, cuando decidí fugarme de mi casa y tuve que hacerme grande de golpe, ahora tengo 40.

Lo que está ocurriendo en el módulo VI, pabellón C, del Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza, es la máxima expresión del encierro punitivo como castigo, un darwinismo social que solo generará más violencia en la comunidad. No importa el delito que haya cometido la persona, la misión de la pena privativa de la libertad es que el detenido pague por los que hizo.

Así nos enseñaron las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo con su lucha, a no sembrar odio en la sociedad, para lograr que algo mejore en el futuro. A ellas les secuestraron, torturaron, violaron, asesinaron, desaparecieron a sus seres queridos y se apropiaron de sus nietos. Sin embargo, ellas supieron convertir todo ese dolor que hasta el día de hoy llevan en el alma, en amor, pero reclaman justicia.

Piden que los genocidas cumplan sus condenas y paguen por los atroces delitos de lesa humanidad que cometieron. En la actualidad, son las referentes de los Derechos Humanos en Argentina y tienen reconocimiento en el mundo. Y, si en algún momento un represor es torturado mientras cumple la pena impuesta; también intervienen y piden que se le garanticen sus derechos. Porque, como muchos, comprenden que la venganza genera más violencia, y con respeto construyeron institucionalidad.

La ministra de seguridad expresó este jueves en su plataforma oficial X (ex Twitter):” Los que asesinaron, torturaron y dominaron Rosario durante años, ahora piden abrazar a sus seres queridos”. Y continuó. “Los narcoterroristas ya no tienen poder ni privilegios. Ni dentro ni fuera del penal”.  

Su posteo fue en respuesta a una nota publicada en este diario, que denuncia la situación de huelga de hambre en el pabellón C del módulo VI de Ezeiza, en el que hay 15 detenidos por narcotráfico y narcocriminalidad oriundos de distintos puntos del país. Bullrich sostiene que estas personas tienen que ser torturadas y tratadas con crueldad para que se produzca un cambio; lo fomenta públicamente formando opinión en la sociedad.

En este sentido, los Derechos Humanos -que es una disciplina universal y transversal- parte del supuesto de que todas las personas somos iguales y tenemos los mismos derechos. Por lo cual, no se pueden soslayar los lineamientos y pactos internacionales que Argentina incorporó luego de haber atravesado la dictadura cívico-militar más sangrienta de nuestra historia.

Sin embargo, hace casi dos semanas atrás, el diputado nacional Beltrán Benedit de La Libertad Avanza (LLA), junto a otros legisladores de su mismo bloque, visitaron a genocidas condenados por crímenes de lesa humanidad en el mismo Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza. Además, los llamó “héroes que lucharon contra la subversión marxista”, también lo hizo en una red social sembrando negacionismo en la sociedad.

Las medidas que está implementando el oficialismo solo nos traen a la memoria los recuerdos más tristes; las oscuras noches dictatoriales de nuestro país. Los detenidos que se encuentran en huelga de hambre en Ezeiza tienen los mismos derechos que cualquier persona, solo han perdido la libertad de deambular en la vía pública, es de lo único que prohíbe la Ley.

El nuevo Sistema de Integración de Gestión de Personas Privadas de Libertas de Alto Riesgo, va en contra de la Constitución Nacional Argentina, también de todos los tratados y pactos internacionales que Argentina incorporó. Además, rompe con el espíritu del derecho penal y es contradictorio a la Ley Nacional de Ejecución Penal.

Respecto a mi experiencia personal, mientras transité el encierro punitivo como castigo, fui atravesado por la educación y me siento libre; soy redactor en este diario desde hace más de once años. Mis primeras notas las confeccioné en la cárcel, mientras participaba en un taller de periodismo, conozco muchísimos casos similares al mío, estudié derecho y sociología.

También fui miembro de la Red de Medios Alternativos (RMA) y participé en la construcción de varios diarios cooperativos y revistas.  Además, realizo un trabajo de articulación con todos los organismos de Derechos Humanos del país. Y considero que, como sociedad, tenemos que empezar a eliminar los prejuicios, porque es la única manera de poder encontrarnos con el otro en el mundo de las emociones. 

Bullrich ordenó mantener a los detenidos encerrados en sus celdas individuales 20 horas por día, lo que constituye una tortura permanente reconocida a nivel mundial, no les permite tener ninguna pertenencia personal, los despojó de sus ropas y les dio mamelucos.

No los deja leer ni profesar religión, solo una vez a la semana pueden hacer una llamada telefónica y les permite ver a sus mujeres e hijos a través de un vidrio, por lo cual no pueden abrazar a sus familias. Es un experimento positivista muy cruel, que en un mediano y corto plazo no dará resultados en la lucha contra la inseguridad. Lo que está haciendo la ministra está mal, por eso la ciudadanía debe reflexionar sobre lo que está pasando.