La nueva académica, Adriana Valdés, asumió el cargo oficialmente el martes como sucesora de Alfredo Matus Olivier, quien, reelegido varias veces, ejerció la dirección de la institución durante 23 años.
Valdés ha escrito sobre temas muy diversos, desde literatura a artes visuales. Publicó, entre otros libros, Enrique Lihn: vistas parciales (2008), merecedor del Premio Altazor de ensayo literario, y De ángeles y ninfas: conjeturas sobre la imagen en Warburg y Benjamin (2012), que fue nominado para el mismo galardón.
En 1975 ingresó como traductora en las Naciones Unidas y entre 1991 y 2001 fue directora de Documentos y Publicaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En 2003 recibió el Premio de Traducción otorgado por la Universidad Católica de Chile
La elección para ocupar el cargo de directora de la Academia Chilena de la lengua se produjo en el mes de diciembre y ganó por 12 puntos contra 11 a favor de Fernando Lolas. Desde 2010 ejercía como vicedirectora de la institución. Fue ella misma la que se postuló para la dirección. Según consta en una entrevista de Paula Valles aparecida el 5 de diciembre en el medio digital Culto, Valdés dijo respecto de su nuevo cargo y las mujeres de otras instituciones similares: “De hecho en la Real Academia Española nunca ha habido una directora mujer. En América Latina han sido poquísimas mujeres en la institución. En Chile ha estado Rosa Cruchaga de Walker, Marianne Peronard, que era una gran lingüista de la Universidad de Valparaíso. También la poeta Delia Domínguez, más lingüistas como Victoria Espinoza; está Carla Cordua que es una gran filósofa. Pero si tú ves la proporción de mujeres en relación con los hombres, es menor. Eso era así porque esto antes era exclusivamente masculino, entonces el hecho de que ingresaran mujeres de por sí era una novedad. Ahora espero que cada vez haya más mujeres en la Academia, estamos un poco en deuda con eso.”
Respecto del lenguaje inclusivo dijo en la misma nota: “La Academia Chilena hace sus propios estudios y toma sus propias determinaciones según el uso que hay en Chile. En ese sentido hemos estado trabajando, y se llegó a la conclusión de que en general el lenguaje inclusivo, como el uso de la letra e, es un fenómeno todavía muy poco extendido como para incorporarlo al diccionario. Hay que esperar que esto tenga un uso corriente. Cuando es un grupo muy pequeño es un gesto testimonial de ese grupo, que perfectamente lo puede hacer, pero de ahí a pensar que eso se va a incorporar al diccionario, depende del uso. También se aconseja usar palabras más neutras, como “personas” o “ciudadanía”.
En el discurso de asunción del cargo que tuvo lugar ayer, 8 de enero, Valdés hizo mención de lo mucho que les cuesta a las mujeres acceder a cargos directivos de instituciones como la Academia Chilena de la Lengua y mencionó especialmente a María Moliner, autora del importantísimo diccionario de uso, cuya entrada a la Real Academia Española en su momento fue rechazada.
Nacida en 1943, su mandato será por tres años no renovables, dado que el estatuto de la institución establece un límite en la edad.