En Argentina, más de 10.000 niños, niñas y adolescentes se encuentran bajo protección especial del Estado por haber sufrido graves vulneraciones de sus derechos en la familia de origen. Esta cifra -ya de por sí alarmante- esconde otro dato preocupante que queremos visibilizar: el 90% de estos niños crece en instituciones de cuidado, mientras que un 10% es cuidado por familias de acogimiento. Esto revela que ofrecemos un sistema de cuidados alternativos profundamente desigual e injusto: no se garantiza el derecho de todo niño, niña o adolescente a vivir en su familia y comunidad.
Este modelo no solo está desfasado de lo ratificado en la Convención sobre los Derechos del Niño y en nuestras propias normativas nacionales y jurisdiccionales, sino que además resulta perjudicial para las infancias. La institucionalización prolongada tiene impactos negativos comprobados: genera daños emocionales, afecta el desarrollo y perpetúa desigualdades debido a la falta de estándares de calidad y controles adecuados. Además, muchas instituciones fallan en garantizar la protección que prometen.
En ocasión del Día Mundial de la Infancia, en Argentina nos interpela la pregunta: ¿Cómo podemos aceptar un sistema que niega la oportunidad de crecer en entornos familiares y comunitarios, mientras destina el 95% de los recursos a instituciones?
Desde DONCEL, organización que hace 20 años promueve los derechos de niños, niñas y adolescentes sin cuidados parentales lanzamos una campaña para impulsar #OtroModoDeCuidar en el sistema de cuidados alternativos y visibilizar lo que significa no vivir en familia. Invitamos a la sociedad civil a ponerse en el lugar de 10.000 niños, niñas y adolescentes que crecen en instituciones y a tomar conciencia que Argentina necesita otro modo de cuidar basado en cuidados familiares y comunitarios, en los que el Estado priorice, apoye y fortalezca a la familia extensa y comunitaria (abuelos, abuelas, tíos, tías, hermanos mayores y otros referentes afectivos).
Esto significa una transformación para fortalecer el rol de quienes cuidan, priorizar la desinstitucionalización de los grupos más vulnerables (niños de 0 a 3 años y adolescentes), promover adopciones de niños mayores y desarrollar capacidades en equipos de acompañamiento.
Es crucial entender que no se trata únicamente de una reforma “administrativa”, sino de una apuesta ética y moral por garantizar que ningún niño crezca privado de un entorno familiar y la vida en comunidad. Los niños y niñas necesitan más amor, apoyo y oportunidades para construir un futuro digno y feliz.
Argentina tiene los recursos y el conocimiento para liderar este cambio. Necesitamos el compromiso colectivo para dejar de lado un sistema que perpetúa la exclusión y apostar por otro que verdaderamente cuide. La infancia no puede esperar.