A partir de marzo regirá un nuevo vademécum de 170 medicamentos con cobertura del 100% para afiliados al Pami, lo que significará «un ahorro promedio de $ 3000», según destacaron desde el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJyP). La iniciativa deberá entrelazar lo económico con lo sanitario, teniendo en cuenta que la polifarmacia ya es una realidad: de acuerdo a un estudio al que accedió Tiempo, el 42% de los jubilados consume cinco o más remedios por semana.

En términos de poder adquisitivo, la urgencia es notoria. Entre mayo de 2015 y noviembre de 2019, el aumento acumulado de los precios de medicamentos alcanzó un 490% en general, y un 297% para los adultos mayores, mientras que la capacidad de compra del jubilado que cobra la mínima perdió en el mismo período un 24%: bajo el macrismo dejaron de cobrar 32.075 pesos por año, según cifras del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). Incluso los medicamentos para los afiliados del Pami se incrementaron un 5,2% de noviembre a enero, debido a las modificaciones que Cambiemos hizo al convenio que ajusta los precios de la obra social estatal.



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En este marco que llega la cobertura gratuita de 170 medicamentos esenciales, seleccionados en función de su impacto, seguridad y eficacia comprobada según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Plan Remediar y el Formulario Terapéutico Nacional de la Confederación Médica de la República Argentina (COMRA). La medida comenzará a regir en el transcurso de este mes, cuando se complete el listado, aún en negociación, aunque se sabe que contendrá los fármacos para tratar las enfermedades prevalentes en mayores de 65 años, como analgésicos, protectores gástricos, control del colesterol e hipertensión.

«Pedimos paciencia –dijo Luana Volnovich, titular del Pami–. Ahora estamos en un período de instrumentalización. También procuramos tener un control sanitario de la cobertura; es decir, buscamos saber qué medicamento es el más indicado para cubrir determinada enfermedad».

Actualmente, el porcentaje de cobertura en cada caso varía según el producto, la normativa vigente (por ejemplo, al 100% para personas con diabetes o epilepsia) y la capacidad de pago del afiliado. Pero hasta hoy el organismo, que cubre a 4,95 millones de afiliados, no regula activamente ningún paso del proceso de indicación de medicamentos. La prescripción de los remedios es realizada por los médicos tratantes. Según se indicó, a partir de esta medida, el INSSJyP «participará activamente» en la indicación de los medicamentos mediante guías de práctica clínica ambulatoria, buscando la prescripción de aquellos tratamientos avalados por la evidencia disponible, fomentando el uso racional de fármacos.

Problema de salud pública

Un estudio publicado recientemente por cuatro investigadoras de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) demuestra que la polimedicación ya es un problema de salud pública. A través del análisis de los consumos de 2231 afiliados del Pami durante más de nueve meses, hallaron que la mitad tomaba entre dos y cuatro medicamentos, mientras que el 42,3% consumía cinco o más, convirtiendo a la Argentina en el país con cifras más altas de la región. En otros, como Brasil, el consumo es un 25% menor.

«La polimedicación es un problema mundial. En la Argentina vimos varios casos de consumos de hasta diez medicamentos juntos. Eso incrementa las posibilidades de interacciones desfavorables y, además, se trata de una población más vulnerable: muchísimos medicamentos que son la primera elección para personas más jóvenes no son los mejores para el adulto mayor. El problema es tan complejo que guías europeas y norteamericanas ya hablan de un concepto nuevo: la ‘desprescripción’. Sacarle algún medicamento al paciente y evaluar si realmente puede estar bien sin él», explica a Tiempo una de las autoras del informe, María Eugenia Mamprin, profesora adjunta de Farmacología en la UNR e investigadora del Conicet.

Un ejemplo es la familia de las benzodiazepinas, como el alprazolam, el lorazepam o el clonazepam, muy comunes en los mayores, utilizados habitualmente para dormir, y que terminan siendo consumidos de manera crónica hasta por 20 años, «produciendo alteraciones cognitivas importantes, mareos o caídas –acota Mamprin–. En países de Europa y en EE UU están tratando de evitarlos, mientras acá hay un consumo elevadísimo: siete de cada diez los usan».

Lo mismo sucede con los analgésicos, que toma el 50% de los jubilados. «Varios de ellos producen fallas renales que pueden conllevar problemas gástricos muy importantes. Hubo un gran problema con la galactosamina para la artritis: nunca hubo evidencia científica clara de que mejorara con ella, y la mitad de los jubilados la tomaba. Detrás hay una industria muy poderosa, que mueve muchísimo dinero. Se trata de millones de recetas».

«Más allá de la cantidad de remedios que consumen, lo que más preocupa es la calidad», advierte Mamprin. Los números la avalan. Según el relevamiento de su equipo, siete de cada diez jubilados recibieron al menos un medicamento potencialmente inapropiado (llamados PIMs), sobre todo las mujeres y los mayores de 75 años. Los PIMs más usados son analgésicos, antipsicóticos y ansiolíticos.

Desde el INSSJyP resaltaron a este diario que, si bien «cada afiliado es un mundo», se estima que en el nuevo vademécum el ahorro con el combo de los cuatro medicamentos contra hipertensión, colesterol, protector gástrico y analgésicos, será de $ 1500, pero suma otros $ 1300 si el paciente sufre EPOC, y puede superar los $ 3000 si además padece alguna afección de próstata.

«La relación de las personas mayores de 65 años con los medicamentos es más compleja que en la población más joven, sobre todo porque es mucho más común que estén medicadas. Los medicamentos son a la vez una herramienta para el cuidado y una potencial fuente de problemas de salud», apunta un informe de la Fundación Soberanía Sanitaria.

Al consumo de medicamentos para atenuar o compensar el desgaste normal propio del paso del tiempo y el riesgo de padecer enfermedades crónicas por la edad, se agrega en los adultos mayores una mayor frecuencia en sentir que su salud está comprometida, con el posterior riesgo de comenzar a automedicarse o realizar consultas innecesarias. «La atención de este grupo poblacional se vuelve entonces un terreno fértil para el fenómeno denominado ‘medicamentalización’, definido como la transformación de los problemas o condiciones humanos en oportunidades para la intervención farmacológica –sostiene el médico sanitarista Leonel Tesler, titular de Soberanía Sanitaria–. La implementación de una nueva política de acceso a medicamentos, como es este vademécum, debe tener en cuenta estas particularidades para lograr un impacto positivo en la salud de la población».

Tres conceptos son claves en una política de medicación para los adultos mayores: equidad en el acceso, seguridad y costo–efectividad, en un contexto donde abundan investigaciones y el lobby de laboratorios sobre determinados medicamentos, cuya eficacia no siempre está probada. Un ejemplo se vio en 2019, cuando se retiró del mercado argentino el buflomedil, dado que el beneficio de su acción terapéutica no era mayor al de la aparición de efectos adversos. Se demostró que los adultos mayores fueron especialmente susceptibles a efectos adversos cardiológicos y neurológicos en condiciones terapéuticas. 

  Buena atención o mera prescripción

Para el sector farmacéutico, el nuevo vademécum del Pami debe atacar dos problemas, ubicados en extremos: la polifarmacia y el acceso a los medicamentos para miles de jubilados que dejaron de tomarlos estos años por no poder pagarlos. «La polifarmacia puede traer complicaciones muy serias. Con tantos adultos mayores que usan cinco o más medicamentos, el farmacéutico tiene que tener especial cuidado de que continúe el tratamiento y de las interacciones que pueda haber entre todo lo que toma. Cuando vemos efectos adversos, lo comunicamos a los médicos, y generalmente hay buenas respuestas», comenta el director del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos, Rubén Sajem, secretario general del Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de CABA.


Sajem agrega que suelen repetirse medicaciones similares en tratamientos de pacientes, que acumulan fármacos sin que existan evaluaciones médicas completas: «A veces es por falta de tiempo del profesional de la salud. Debemos tener presente que no se puede reemplazar una buena atención sanitaria, médica y farmacéutica, con la simple entrega de medicamentos. A veces pasa eso: una deficiencia en la atención del paciente, por no prestarle el tiempo debido, se cambia por una simple prescripción de remedios. Y está muy bien que las nuevas autoridades del Pami enfoquen el criterio en ese sentido: que no se entreguen medicamentos innecesarios, más cuando van a ser gratuitos. Deben otorgarse de acuerdo a la necesidad de cada uno, y en el tiempo preciso, haciendo un uso racional».



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