El piloto personal del magnate británico Joe Lewis, dueño del Lago Escondido, en la Patagonia argentina, se reconoció culpable del delito de “tráfico de información privilegiada”. La declaración del piloto Patrick O’Connor ratifica lo que Lewis ya reconoció: que utilizó información que obtuvo por su posición económica y relaciones empresariales para favorecer a sus allegados: empleados, amigos y hasta amantes.
Lewis ya se había declarado culpable de ese delito ante una fiscalía especializada de Nueva York y, de esa manera, consiguió permanecer en libertad. Entre abril y mayo próximo, un juez estadounidense dictará un fallo sobre su situación. Entre las alternativas, además de una multa millonaria, está también la cárcel. Justamente el reconocimiento de culpabilidad apunta a evitar esa situación, a sus 87 años de edad.
La Fiscalía Federal en el Distrito Sur de Nueva York informó oficialmente que el piloto O’Connor admitió «haber recibido información material no pública de Lewis y luego negoció sobre la base de esa información». Así, obtuvo ganancias en una suerte de apuesta sobre seguro en varias empresas, especialmente del rubro de la biotecnología.
“Patrick O’Connor formaba parte del círculo de beneficiados por Lewis y usufructuó información no pública proporcionada por él”, dijo el fiscal estadounidense Damian Williams. El piloto de las aeronaves privadas de Lewis “aceptó y negoció criminalmente lo que sabía que era información privilegiada de su jefe para su beneficio personal».
El piloto O’Connor, de 87 años de edad, se reconoció culpable de “conspiración para cometer fraude de valores”, una figura que según la escala penal de la legislación estadounidense contempla condenas que pueden llegar hasta los 20 años de prisión. En su caso, al igual que Lewis, el reconocimiento de responsabilidad le permite negociar una pena menor.
Sobre Lewis, el fiscal Williams indicó, según el sitio web, que “abusó de la información privilegiada que obtuvo a través de su acceso a las salas de juntas corporativas para alertar a sus amigos, empleados e intereses románticos”.
“Ahora, pagará el precio con una condena federal, la perspectiva de pasar tiempo en prisión y la mayor sanción financiera por uso de información privilegiada en una década”, añadió.
Una de las empresas de Lewis, Broad Bay Ltd., también se reconoció culpable porque “no detectó ni informó esta mala conducta”. La sanción, en ese caso –según anunció el fiscal- es económica y supera los 50 millones de dólares en sanciones financieras: (…) una multa de 15.586.021 dólares y 34.413.979 dólares en decomiso”.
Lewis comparecerá ante la jueza estadounidense Jessica G.L. Clarke el próximo 1 de abril. Ese día comenzará a definirse lo que parece una condena segura, tras haber reconocido la autoría de “un plan para ocultar la propiedad y el control de las acciones en una compañía farmacéutica a través de un patrón de presentaciones falsas y declaraciones engañosas”.
“Como parte de la declaración de culpabilidad de Broad Bay LTD., Lewis y esa empresa han acordado que renunciarán a su control sobre los puestos de la junta directiva y a la participación en las reuniones de cualquier corporación que cotice en bolsa en los Estados Unidos, dejarán de ser propietarios de ciertas inversiones durante un período de prueba de cinco años y cooperarán con la investigación”, informó la fiscalía neoyorquina.