Las cuentas de la Administración Pública Nacional volvieron a quedar en rojo en febrero pasado. Según el informe oficial elaborado por la Secretaría de Hacienda, el déficit primario (antes de incluir los intereses de la deuda) fue de $ 228.134 millones.
Si se le agrega el resultado de enero, el saldo negativo fue de $ 432.072 millones en el primer bimestre del año, equivalente al 0,3% del PBI. El propósito de las autoridades es mantener el déficit primario de todo el año en el 1,9% del PBI, tal como se prometió al Fondo Monetario Internacional, lo que deja poco margen para gastos extraordinarios en los próximos meses.
El monto del déficit en el bimestre ya consumió casi toda la meta prevista para el período enero-marzo. En la actualización de su carta de intención elevada al FMI, cuando se aprobaron las metas del tercer trimestre del año pasado, el gobierno se había comprometido a que en los tres primeros meses de 2023 el rojo primario no superaría los $ 441.500 millones. Si no se corrige ese número (algo que se sabrá esta semana, cuando el Fondo difunda el informe del staff técnico actualizado), la meta podría ser incumplida.
El número adverso que surge del informe fiscal fue potenciado por la fuerte caída de los ingresos, que cayeron más de 8% si se le descuenta la inflación: subieron 85,6% interanual frente a un aumento del índice de precios de 102,5% en el mismo período. La planilla oficial computó ingresos por $ 1,570 billones, que fueron superados por los $ 1,798 billones de los gastos primarios. Si además se suman los $ 257.457 millones de intereses de la deuda, el déficit financiero total del mes fue de $ 485.591 millones.
Efecto retenciones
Si bien los tributos ligados a la actividad interna y los aportes al sistema de seguridad social evolucionaron más o menos en torno a la inflación, la diferencia es notoria en los ingresos vinculados al comercio exterior. Las retenciones a la exportación cayeron de $ 94.699 millones a $ 52.093 millones, lo que significa que no sólo dejaron de subir al ritmo de los demás precios sino que bajaron un 45% en términos nominales.
Esa anomalía está vinculada a la caída en las ventas al exterior de productos agrícolas y sus derivados, por el efecto combinado de la fuerte sequía (la peor en los últimos 60 años, según coinciden los observadores) y la reedición en diciembre del dólar soja, el tipo de cambio preferencial para el complejo oleaginoso que apuró la salida del stock remanente de granos. Esto provocó que en enero y febrero la liquidación de divisas del sector se redujera en alrededor de 75%, según los informes de la cámara del sector (CEC y CIARA).
La consecuente falta de dólares también trabó la llegada de bienes e insumos del exterior y eso se reflejó en los ingresos por derechos de importación; apenas subieron 28,9% con relación a febrero del año pasado.
Con ese panorama, ni siquiera la contención de gastos alcanzó para reducir el déficit. En la columna de los egresos se consigna que subieron 95% interanual, siete puntos porcentuales menos que la inflación. En particular, subieron 90,4% las prestaciones sociales y un 67,8% en subsidios económicos, producto del fuerte recorte producido en esa área.
“Para dimensionar la magnitud de la sequía y su impacto en las cuentas públicas, vale mencionar que la recaudación de derechos de exportación medida en dólares alcanzó durante el primer bimestre del año valores cercanos a la mitad de lo recaudado en 2021 y en 2022 para el mismo periodo. Si se toma como referencia la recaudación promedio de enero-febrero de dichos ejercicios, en 2023 la pérdida bimestral de recaudación ascendería a $ 200.000 millones”, evaluaron desde la Secretaría de Hacienda.