“Cuando vean el informe se van a dar cuenta que muchas de nosotras hablamos, no es que todo el mundo calló, pero esas voces no fueron tomadas”, dice Agustina Kämpfer en plena conferencia de prensa en el Salón de las Provincias Senado de la Nación. La mesa se extiende con más de 20 integrantes de Periodistas Argentinas. Acompañan al grupo de mujeres que se animaron a denunciar públicamente al periodista Pedro Brieger, especializado y de larga trayectoria en periodismo internacional, por acoso sexual cometido en diferentes espacios: periodísticos, académicos, laborales e incluso, vecinales a lo largo de 30 años.
En los escasos 9 días que transcurrieron desde el 23 de junio pasado, en el que un periodista expuso la denuncia pública contra Brieger y difundió el testimonio de cinco afectadas por medio de la red social X, la colectiva de comunicadoras relevó 19 testimonios de acoso sexual que datan, al menos desde 1994.
“Fueron muchos años de silencio, muchos años silenciados en donde muchas mujeres intentamos hablar, pudimos decir algunas cosas, pero no fuimos del todo escuchadas”, dice a Tiempo la periodista Julia Kolodny, una de las denunciantes. Durante la conferencia dijo que por primera vez fueron escuchadas y que es importante “hablar de lo que es la cultura del acoso y cómo va obstaculizando e interfiriendo en el recorrido de nuestras vidas, en lo personal, lo profesional, en todos los niveles”. Cuenta que llevan 19 testimonios recolectados contra Brieger pero que “lamentablemente, siguen llegando casos, siguen llegando testimonios”.
Fragmentos de acoso sostenido durante 30 años
Durante la conferencia se leen pasajes del informe elaborado: son fragmentos de testimonios que a veces llevan a un ascensor, otras a un camarín o una sala de control de televisión vacía en donde el acoso fue cometido. Quienes leen fueron víctimas de Brieger pero toman la palabra por otra que quizá no está presente.
“Un día subí por el ascensor hasta la terraza para colgar la ropa. Él justo había entrado al edificio y subió conmigo. Enseguida me expresó que cada vez que me veía salir con mi bicicleta, le calentaba mi culo subiéndose al asiento. Luego, se abrió la bragueta del pantalón y sacó su pene. No supe qué hacer. Volví a mi casa asustada y helada, dejé el canasto y subí a la casa de unos vecinos a contarles lo que me había pasado (…) apenas pude, me mudé” (vecina del edificio, año 1996).
“Había sido mi profesor, lo elegí para que me entregara el diploma. Era un vínculo de mentoría. Nos juntamos por una propuesta laboral en un café en Barrio Norte (…) Por una hora me habló de cómo se masturbaba recordando cómo me sentaba yo en clase y con la ropa que yo llevaba en la entrega de diplomas (…) me fui. Corrí. Unos días después le envié un correo electrónico, le dije que no me hablara nunca más, le hablé de su abuso de autoridad, de la diferencia de edad, de que la propuesta laboral se había transformado en someterme a su monólogo sexual” (exalumna, año 2001).
“Era redactora del noticiero nocturno y de Visión 7 Internacional. Tenía con él una relación amable, hasta que un día, estando sola en control, él entró y se colocó detrás de la silla en la que estaba sentada. Estaba trabajando, cuando siento que me agarra el cuello y luego mete la mano por adentro de mi pullover y comienza a tocarme. Sentí asco y humillación. Me levanté inmediatamente, fui a la redacción y se lo conté a mis compañeros, que como respuesta se rieron (periodista TV Pública, año 2005).
“Trabajo como corresponsal en Medio Oriente y Asia desde hace años (…) lo invité a dar una charla. Luego de la conferencia fuimos a almorzar. Inmediatamente comenzó a preguntarme si me masturbaba, a decirme que no me veía bien, que estaba seguro de que mi novio no me satisfacía, y a contarme sus inclinaciones sexuales. Le dije que no me interesaba hablar de nada de eso, pero él no se detuvo” (periodista, año 2008).
“La entrevista se hizo en la TV Pública, donde él era columnista internacional del noticiero de la noche. Al comienzo, todo fue normal, hasta que llegamos al camarín. Me hizo entrar y le cerró la puerta en la cara al fotógrafo. Se sacó los pantalones y quedó en calzoncillos, camisa y corbata. Eran unos calzoncillos grandes, de esos que tienen abierto adelante, que abrió aún más para mostrarme su pene. Me quedé helada, pegada contra la puerta, agarrando el picaporte. No pude reaccionar” (periodista, año 2010).
“Comencé a recibir sus comentarios desubicados y traté de soportarlos, pero eran constantes. Hasta que comenzó a enviarme mensajes a mi celular. Y yo, que supuestamente tenía que darles herramientas a las oyentes sobre estos temas, no sabía cómo responderle sin poner en riesgo mi trabajo. Decidí renunciar. Para explicar por qué me iba, le mostré las capturas de pantalla al productor” (columnista de género, Radio 10, año 2019”.
Los testimonios, demoledores, resuenan en el recinto del Senado. No alcanza el tiempo para todos y, se sabe, siguen apareciendo.
Reparaciones para las víctimas
“Brieger era nuestro profesor, nuestro compañero de trabajo, nuestro jefe de cátedra, nuestro vecino, nuestro colega, nuestro acosador…” dice la periodista Agustina Kämpfer en el Senado. “Nosotras tuvimos que abandonar nuestras tesis, tuvimos que mudarnos, renunciamos a nuestros trabajos, a integrar comitivas, dejamos de ir a conferencias, a coberturas, todo con el único fin de no volver a verlo”, agrega. En cambio, él –prosigue- viajó por el mundo, entrevistó líderes, recibió premios, condujo programas, comandó equipos, vivió donde quiso y por el tiempo que quiso y formó opiniones ya que su prestigio profesional “logró enmascarar su perversión ante la mirada de todos”.
Es por esto que la conferencia de prensa tiene también una finalidad de pedir reparación para las víctimas, ya que, si bien existen leyes para penalizar el acoso callejero, no las hay para aquellos agravios que se producen en el ámbito laboral y académico.
“Esa es la gran deuda que necesitamos saldar y por eso mismo proponemos que se legisle, específicamente, este tipo de conductas abusivas ya que no es lo mismo una conducta exhibicionista en la vía pública que la de un profesor o un colega en posición dominante, en estos casos existe una asimetría de poder”, señala la periodista Nancy Pazos, quien también señaló como agravantes la falta de reglamentación y capacitación en la materia en los diferentes ámbitos, sumado a la destrucción y desfinanciación de los programas de prevención y abordaje de violencias de género que se vive en el ámbito nacional.
Además, en relación al caso particular de Brieger, solicitaron que tanto en los medios de comunicación como en los espacios académicos públicos o privados donde sucedieron los hechos denunciados en el informe, se generen campañas y jornadas de reflexión para la prevención y erradicación del acoso.
“Consideramos imprescindible que Pedro Brieger pida disculpas públicas”, resaltó Pazos.
De la conferencia también participó el Sindicato de Prensa de Buenos Aires. “El Sindicato de Prensa de Buenos Aires desde 2015 también tiene un protocolo que funciona de forma interna pero también dentro de los ámbitos de trabajo. Donde tenemos organización gremial activamos ese protocolo cuando es necesario”, expresó Ana Paoletti, secretaria adjunta de Sipreba y delegada de Página 12. “Nos parece que es importante buscar estos espacios de reparación, de contención, de acompañamiento y de abrazo. Con estas actitudes podemos empezar a cambiar la cultura patriarcal que nos somete a la violencia en esta sociedad y en las redacciones. Somos trabajadoras de prensa y sabemos que en las redacciones padecemos violencias”, completó y agregó que el protocolo no es solamente para afiliados y afiliadas.
Por su parte, finalizada la conferencia, Claudia Acuña, integrante de Periodistas Argentinas remarcó: “¿Qué activa esta maquinaria que fue durante 30 años naturalizada, silenciada, censurada y sufrida por las personas afectadas? Por eso hicimos una serie de propuestas muy razonables, así evitaríamos tener que judicializar”.
En este sentido, expresó la importancia de que los medios y universidades donde se vivieron los acosos hagan campañas preventivas. Y también concluyó: “es muy imprescindible que Pedro Brieger pida disculpas a las personas afectadas».