“El Peñón en España, nos la suda”, dice una académica después de hablar conmigo en el XII Simposio Internacional de la Asociación Española de Americanistas que se llevó a cabo en la Universidad de Málaga, Región de Andalucía en los primeros días de julio. Entonces le pregunto qué significa sudar, porque en Argentina nos dirige a la transpiración. Que “se la sude” aquí, significa que no les interesa, que les da igual.

Pensé que podía ser una opinión perdida y tal vez no representativa. Y, sin embargo, así se refiere una parte importante de la sociedad española a la cuestión de soberanía territorial pendiente del Peñón de Gibraltar, hoy una colonia ocupada desde 1713 y por el cual los distintos gobiernos españoles han pedido que Gran Bretaña se siente a negociar. Aunque han reclamado con distinta intensidad y fue el franquismo quien postuló una política más agresiva hacia los gibraltareños, pero a la vez más reivindicatoria del Peñón. Y digo gran parte, porque la mayoría de respuestas fueron en ese sentido. Es interesante que no hablan del “Peñón de España”, sino del “Peñón en España”.

Hoy “la Roca” -como también le llaman- es vista como un afuera, como algo lejano, lo cual es una diferencia fundamental en comparación al caso de Malvinas.

“Por una mierda de roca, no vale la pena hacer una guerra”, me han dicho. En Argentina, como sabemos, la mayoría de la sociedad reconoce e identifica a las Malvinas como parte de su identidad y está fuertemente presente: en los murales, en monumentos, en las canciones de las hinchadas de fútbol y en el Maradona del 86, en los mapas y en la memoria colectiva reciente. Pero claro, se tratan de procesos políticos y socioculturales, distintos. En España no, no he visto ningún monumento del Peñón, ni un rastro de recordación pública.

Peñon

El Peñón de Gibraltar y el caso argentino

La cuestión soberana de Malvinas, a diferencia del caso español, es reivindicada por todo el arco partidario, incluso en un gobierno libertariano como el de Javier Milei, Victoria Villarruel -hija de un militar que participó en la represión interna y en la guerra- las reivindica. Sin embargo, en España la cuestión del Peñón es más ambigua porque es levantada más que nada por las derechas en todas sus variantes que, en 1982, exigían invadir el Peñón poniendo como ejemplo la “gallardía” de la dictadura argentina y se solidarizaban con Galtieri. Por otra parte, la vinculación entre gibraltareños y andaluces, fue mucho más fluida ya que no existió una restricción como la que rigió las relaciones con Malvinas.

En La Línea -la región gaditana próxima al Peñón- las fronteras fueron muy movedizas y porosas: muchos españoles cruzaban a Gibraltar a trabajar y cobraban en libras esterlinas; en el caso argentino, muy raras veces fue así. El levantamiento de “la verja” o la reja desde 1969 hasta 1982, representó un problema para los trabajadores españoles ya que no podían cruzar y por lo tanto quedaron desempleados, hasta que volvió a abrirse con el PSOE. De hecho, bajo el franquismo, la filatelia postal oficial promovía que se donaran dos pesetas para poder ayudarlos.

Pero el Peñón es un dilema por otra cuestión. Si España lo recuperaba por la fuerza, se corría el peligro de que esa situación se habilitara también para Marruecos por los casos de Ceuta y Melilla, que Marruecos reclama como propios y el gobierno español tiene militarizados hace años.

En 1967 se realizó un referéndum mediante el cual los gibraltareños decidieron seguir perteneciendo y reconociéndose como súbditos de la Corona británica, en contraposición de una soberanía compartida con el Franquismo. Claro, en España gobernaba un dictador que había ordenado alrededor de 150 mil fusilamientos y sembrando más de 2.615 de fosas en donde se enterraron a varios republicanos juntos que incluso hoy se siguen buscando, aunque el tema no tenga visibilidad pública como los desaparecidos en Argentina.

Piénsese si los isleños de Malvinas en 1982 quería formar parte de una dictadura que exterminaba a su población. La misma decisión repitieron los gibraltareños en 2002. Para el caso de Malvinas, se celebró un referéndum en el 2013 y decidieron seguir la línea gibraltareña de reconocerse como ciudadanos británicos de Ultramar.

Actualmente el Peñón es un paraíso fiscal para evadir dinero de los “pijos y pijas”, como se le dice a la clase alta española, así como un “puente” por donde pasa el hachís marroquí.

Me sorprendió que no tuviera la fuerza que tiene Malvinas en Argentina que, si alguien osara decir que esas islas no les interesa, se vería en un fuerte aprieto. Sólo a modo de hipótesis, quizás una clave explicativa de por qué interesa menos cuando no nada, esté en la estabilidad económica de los españoles, aún siendo después de Grecia y junto a Italia, uno de los países más pobres de Europa.

Algo que para el caso de Malvinas no funciona, ya que si las Malvinas estuvieran el la órbita nacional, otro sería el cantar económico a sabiendas de la pesca, las licencias que se otorgan para ello y las aparentes potencialidades que daría la explotación del petróleo.

Para cerrar, podríamos traer una consigna que sonó mucho en España en 1982: “las Malvinas Argentinas, Gibraltar español”, para no olvidar que todavía quedan territorios usurpados por Inglaterra por descolonizar.