Porque la noche les pertenece. Les amantes de Patti Smith lo tienen bien clarito. Sin prisa pero sin pausa van engordando el Teatro Ópera. La madre, madrina, chamana del punk y sus satélites visita por cuarta vez estas pampas gobernadas por los salvajes libertarios. La última fue en 2019, en una velada épica en el Luna Park repleto de pañuelos verdes, justo antes de que llegaran las largas tinieblas de la pandemia y la restauración conservadora del presente. En el enero que agoniza con sus mil y una desgracias, la Patti trae su performance Correspondence y un poco de esperanza al gran pueblo argentino. Bajo las luces tristes de calle Corrientes, antes de entrar a la sala, les amantes brindan con latitas de cerveza nacional a precios europeos. Salud.

Ni show, ni espectáculo, ni recital. Patti trae en su valija un manifiesto sonoro que combina dosis desparejas de lírica, audiovisual y experiencia sensorial. En criollo, un concierto de poesía con proyecciones y espíritu beatnik made in Greenwich Village circa mediados de los sesenta. Un proyecto que comparte desde hace más de una década con Soundwalk Collective, combinado liderado por el artista francés Stephan Crasneanscki.

Foto: Gentileza Prensa/Pablo Astudillo

Custodiado por el altísimo galo sube al ruedo Patti a la hora señalada. Bebe un poco de té para sanar la garganta malherida, se acomoda las largas trenzas blancas como la nieve y zarpa con la lectura en trance. Su correspondencia del mundo que perdimos. Punk fiction.

La travesía va de Chernóbil hasta los océanos sin confines y la tragedia climática que niega el presidente Milei. Como telón de fondo, un pathwork con imágenes de Medea de Pier Paolo Pasolini, Pasolini, donde Willem Dafoe interpreta al asesinado cineasta italiano, Andrei Rublev, de Andrei Tarkovsky, y Andrei Tarkovsky. A Cinema Prayer, del hijo homónimo del cineasta ruso. Patti interpreta cada palabra, descarta hojas que vuelan por los aires como pájaros, cada tanto cierra los ojos como si estuviera rezando. También, pide disculpas por la maldita tos y sonríe. Sobre todo sonríe.

Foto: Gentileza Prensa/Pablo Astudillo

Cantante, narradora, periodista, poeta, militante social… Artista renacentista ejemplar del corto siglo XX y principios del que corre. A la quijotesca Patti la acompañan sobre el pelado escenario fieles escuderos: Diego Espinosa Cruz dándole duro y delicado a la percusión, Lucy Railton acariciando un cello y Simone Merli y el franchute Crasneanscki disparando sonidos e imágenes desde sus compus y hasta golpeando una barra de hielo.

El grand finale no es a toda orquesta. Es más bien tierno, amoroso y poderoso. A capela, Patti regala tremenda cantata de “Wing”, perla con cicatrices del álbum Gone Again, mientras se proyectan escenas de El Evangelio Según san Mateo, del inmortal Pasolini. Aplausos, la hinchada en éxtasis pide más. Entonces estalla “Because the Night”, que Patti canta con una ayudita de la tribuna de pie. Un himno de la alegría.

“Patti te quiero”, se escucha en el teatro cuando la madrina del punk deja el escenario. Después, les amantes se pierden hasta el fin de la noche por la calle Corrientes. Porque la noche les pertenece.

Foto: Gentileza Prensa/Pablo Astudillo