En julio de 2019, mientras dialogaba con Jorge Asís en su programa televisivo Nada Personal, la animadora Viviana Canosa incurrió en una infidencia: “La última vez que hablé con Macri me dijo que si pierde tiene miedo de ir preso”.

Días después, fue derrotado en las PASO de manera abrumadora.

El ex presidente acumula 92 causas judiciales. Entre las más delicadas, se destacan la cesión irregular de parques eólicos, la vidriosa concesión de las autopistas, su presunto rol como cabecilla de la Mesa Judicial (las cuales están enlazadas a la red de espionaje y extorsión encabezada por el agente polimorfo Marcelo D’Alessio y a las que investigan a la AFI), junto a  la no saldada deuda del Correo Argentino. Y ahora se le agrega la del “contrabando agravado” de parafernalia represiva en apoyo al derrocamiento en Bolivia de Evo Morales y la dictadura de Jeanine Áñez.

El 9 de julio pasado, horas después de que el escándalo estallara en los dos lados de la frontera, el abogado Pablo Lanusse tuiteó su parecer con las siguientes palabras: “De los protectores de los dictadores Maduro y Ortega, y promotores de ataques a Duque, llega el absurdo de la denuncia sincronizada entre el gobierno de Bolivia y de Alberto Fernández. No tienen límite ni vergüenza. ¡El absurdo es tal, que la opereta cae por su propio peso!”.

Ahora que las pruebas recolectadas en Argentina y Bolivia son más que abrumadoras, Macri confió en el autor de esas sabias palabras su defensa ante la correspondiente imputación. Un optimista.

Por esa circunstancia, Lanusse acudió el miércoles al bunker de Patricia Bullrich en la Avenida de Mayo, junto con otros involucrados: el ex canciller Jorge Faurie, y el ex ministro de Defensa, Oscar Aguad. Lo cierto es que la presidenta del PRO había convocado ese encuentro con suma urgencia, luego de trascender el nombre del gendarme argentino que coordinó la entrega del cotillón bélico a los golpistas del altiplano: el comandante Héctor Calibe, un ladero del ex jefe de esa fuerza, Gerardo Otero. Tal cónclave fue revelado por el diario La Nación este sábado 24 de julio.

En su letra quedó plasmada la contrariedad de los asistentes frente a la ausencia de Otero. De hecho, la reconstrucción efectuada por el matutino de los Mitre consigna que “Bullrich les dijo a los demás que ella no había podido hablar todavía con el ex jefe de la fuerza, quien fue una pieza clave durante su paso por Seguridad. Que ni siquiera había podido dar con él. Y que creía que él estaba varado porque había viajado para vacunarse”.

Tal vez, en la mente de la ex ministra, se proyectaran remembranzas de su idilio con aquella fuerza, como cuando proclamó, en medio de la crisis por la muerte de Santiago Maldonado que ella no iría “a tirar un gendarme por la ventana”. O cuando, al finalizar su gestión ministerial, supo recibir del propio Otero un sable de regalo en un sencillo pero emotivo homenaje a su persona.

Ahora, la inoportuna falta de comunicación entre ese uniformado y ella era un indicio de que semejante romance habría caducado.

Tal vez en aquel mismo momento Faurie haya lamentado la ausencia de su viejo subordinado, el ex embajador en La Paz, Normando Álvarez García, quien, según La Nación, no habría podido viajar desde Jujuy “por un problema con el vuelo”. 

Tal vez, por su parte, Aguad extrañara a su antiguo coach, el misterioso Fulvio Pompeo. Se trata de un politólogo y relacionista internacional con título obtenido en la Universidad de Belgrano y algún postgrado en Londres. Supo pertenecer al duhaldismo; de hecho, fue funcionario de Carlos Ruckauf en la Cancillería cuando el antiguo bañero de Lomas ejercía la presidencia interina. Durante el régimen de Cambiemos era  muy escuchado por el propio Macri, a quien solía acompañar en las giras oficiales. Se lo consideraba el “cerebro” del revuelque entre los conceptos de Defensa y Seguridad. Eso lo situó en un nivel “supra-ministerial”. Tanto es así que aquel hombre coordinaba la denominada “Mesa de Seguridad” del gobierno, en donde Bullrich y Aguad se alimentaban con sus originales ideas.

Aguad, que ahora está imputado porque el armamento para el golpe boliviano llegó a La Paz en un Hércules que él puso a disposición de Bullrich, habría intervenido en el debate únicamente para decir: “Para esto no pienso poner abogado”, según La Nación.

Desde fines de 2015 esta alhaja septuagenaria del radicalismo cordobés engalanó el “mejor equipo de los últimos 50 años”. Primero al frente del Ministerio de Comunicaciones (con la misión cardinal de pulverizar la Ley de Servicios Audiovisuales, además de deshacer su autoridad de aplicación). Y, luego, como titular de Defensa. En ambas funciones supo resaltar por su exquisito intelecto.

Basta recordar que el debut ministerial del doctor Aguad estuvo signado por su gran entusiasmo ante las perspectivas de Internet. “Es la tecnología que se viene”, fueron sus palabras. Y anticipó: “Usted se va a sacar una radiografía en La Rioja y se la va a poder analizar un médico en Boston”.

Aquella fue su percepción del asunto ya en plena era de las interconexiones globalizadas del espacio cibernético. Y como titular de Defensa será siempre recordado por el tweet que difundió al cumplirse seis meses de la desaparición del submarino ARA San Juan: “Seguiremos haciendo todos los esfuerzos por encontrarlo y traer a sus 44 tripulantes de vuelta”. Un genio.