El fin de semana pasado, por la fecha 11 del Apertura, Ian Subiabre marcó, de volea, su primer gol como profesional, el 2-1 parcial de River ante Rosario Central (2-2) en el Monumental. A los ocho minutos, el paraguayo Sebastián Ferreira había abierto el marcador con un cabezazo después de un tiro de esquina de Ignacio Malcorra. En River fue titular Marcos Acuña, quien regresó al fútbol argentino después de haberse consagrado campeón del mundo en Qatar 2022 (y bicampeón de América) con la selección. Subiabre (18 años, 1,71 m) nació en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Acuña (33, 1,72 m), en Zapala, Neuquén. Y Malcorra (37, 1,70 m), en Río Colorado, Río Negro. Los tres -zurdos, retacones- constituyeron una “multitud” de jugadores nacidos en la Patagonia argentina en un partido del fútbol de la Primera División.

Subiabre y Malcorra jugaron en las inferiores de la Comisión de Actividades Infantiles (la CAI de Comodoro Rivadavia) antes de que llegasen a River (Malcorra debutó en la CAI, pero no llegó a jugar en la Primera de River). Y el Huevo Acuña, después de haber sido rechazado en pruebas en Buenos Aires por Boca, River, San Lorenzo, Argentinos, Quilmes y Tigre, debutó el 16 de abril de 2011 en Ferro, en el 0-3 ante la CAI en Comodoro. De los 69 campeones del mundo (Argentina 1978, México 1986 y Qatar 2022), Acuña es el único futbolista patagónico. “No abundan muchos de la Patagonia. Por ahí no nos miran mucho, no miran para ese lado, pero hay muy buenos jugadores. Río Colorado, mi pueblito, tiene 20 mil personas. Hay ocho equipos. Clubes de barrio, lindos. Han llegado a jugar en el Federal B. Empecé en Villa Mitre, el club de mi barrio. Después me fui a La Adela y a Independiente, y ahí es cuando jugué el Mundialito en General Roca, me vio la CAI de Comodoro y me fui con 12 años”, cuenta Malcorra, y precisa: “En mi pueblo no hay baby. Más al sur, sí, por el frío y el viento. Pero en Río Colorado achican la cancha, ponen dos arquitos, la marcan con cal, y jugás ahí, de siete jugadores, después a nueve, y ya a once. En el baby tenés más técnica, es más cubrir, toque. Pero en el otro fútbol es todo más potrero y huevo, tierra, botines de once”.

Subiabre, quien jugará con la selección argentina Sub 20 el Mundial de Chile 2025 entre septiembre y octubre, domina el arte de la gambeta corta adentro del área. La chubutense Comodoro de Subiabre se sitúa 914 kilómetros al sur de la rionegrina Río Colorado de Malcorra, a su vez a 555 km al este de la neuquina Zapala de Acuña. Comodoro registró su récord de ráfagas de viento el 11 de diciembre de 1968: 235 km/h. La geografía también cincela el estilo de juego. “Subiabre -cuenta Facundo Paredes, periodista, comodorense- tiene, además de habilidad natural, la característica de los futbolistas de Comodoro. Acá le decimos la ‘gambeta de futsal’. El viento los obliga a jugar -y a entrenar muchas veces- en un espacio cerrado, más acotado. Sí o sí tenés que aprender a gambetear. En Comodoro, de los cinco días de la semana, es muy probable que en tres sople el viento. Ese factor obliga a los clubes a entrenar en espacios cerrados y dificulta un montón a la hora de plasmar la táctica. Entonces los jugadores, desde muy chicos, se acostumbran a gambetear. No les queda otra”.

Martín Subiabre, padre de Ian, ascendió a la B Nacional con la CAI tras consagrarse campeón del Argentino A en 2002. Zurdo y petiso, con potencia, arranque y gambeta, es ídolo de Huracán de Comodoro. Y jugó en Guillermo Brown y en Deportivo, ambos de Puerto Madryn, y en Racing de Trelew. La CAI compitió en la segunda división del fútbol argentino durante nueve temporadas seguidas, de la 2002/03 a la 2010/11. Hoy juega en la Liga de Comodoro y en el Torneo Regional Federal Amateur, cuarta categoría de la AFA.

Por aquella casi década en la B Nacional, Paredes se percató, cuando se instaló en la Capital para estudiar periodismo, que la CAI se había hecho un nombre, a pesar de que los clubes más populares de Comodoro son Huracán y Newbery. Pero no sólo por enfrentarse contra clubes de Buenos Aires. “Es un club muy particular -relata-. La mayoría de los patagónicos que jugaron en Primera pasaron por la CAI, que capta a los jugadores de la zona, porque acá los clubes grandes no llegan, a pesar de que ahora están llegando un poco. Pero la CAI es como una previa, y después, a los 14, 15 años, se van para Capital, como Malcorra, el Colo Gil, Luciano Cabral, Nico Freire. La CAI se fundó en 1984 como una comisión para organizar torneos de fútbol de salón con la intención de que se vieran y seleccionaran jugadores. Ahí armaron su equipo. Y surgieron el Cuqui Silvera, el Mumo Sixto Peralta, Hugo y el Pitu Pablo Barrientos, Mario Santana, Chiquito Romero. Era el equipo nuevo de Comodoro. Y una vez que empezaron a vender a los primeros jugadores, empezaron a invertir en el club; instalaciones, captación y formación para la venta. La CAI casi no tiene hinchas, pero es el club con más socios, porque ahora se convirtió en un club social”.

La Patagonia nunca tuvo un club en Primera, más allá de los cinco que jugaron los viejos torneos Nacionales (1967-1985): Cipolletti, Deportivo Roca y Atlético Regina (Río Negro), e Independiente de Trelew y Huracán de Comodoro Rivadavia (Chubut). Las temperaturas bajo cero, las largas distancias a recorrer -sin conexión aérea-, la poca población en relación a la superficie (2.037.545 personas en 930.731 km2), las contadas canchas de pasto sintético y la falta de una política de los estados provinciales conjuraron en contra del desarrollo del fútbol patagónico. Hoy, en el Nacional, sólo juega Deportivo Madryn, tras el descenso de Brown de Madryn en 2024. “Es difícil llevar jugadores a la Patagonia. Hay que convencerlos por la gloria”, dice Ricardo Pancaldo, hoy DT de Chaco For Ever, con pasos por General Roca, Cipolletti, Deportivo y Brown de Madryn.

Hay más futbolistas patagónicos en Primera. Cristian Lema (Madryn) en Boca; Gabriel Obredor (Trelew) en Riestra; Carlos Izquierdoz (Bariloche, Río Negro) en Lanús; Ezequiel Centurión (Cipolletti), Franco Amarfil (Cipolletti) y Mauro Peinipil (Madryn) en Independiente Rivadavia; Emanuel Cecchini (Ingeniero Huergo, Río Negro) en San Lorenzo; Bruno Sepúlveda (Viedma, Río Negro) en Banfield; Adrián Spörle (Centenario, Neuquén) en Independiente; Facundo Mura (Roca, Río Negro) y Gabriel Arias (Neuquen capital) en Racing; y el santacruceño Leonardo Gil en Huracán. El Colo Gil -un gol y tres “asistencias” en sus últimos ocho partidos en Huracán, la última desde el córner en el triunfo ante Corinthians por la Copa Sudamericana- nació en Río Gallegos, 667 km al oeste de las Islas Malvinas, donde, en plena guerra en 1982, se planeó jugar un Boca-River para “entretener” a los soldados argentinos, en el enésimo delirio de la dictadura. Juan Domingo Propato, presidente del Consejo Federal de la AFA, había anunciado incluso que viajaría a Malvinas para incorporar el fútbol de las islas a la Liga de Comodoro Rivadavia.