Ya bicampeona de América –y por supuesto campeona del mundo-, Argentina jugará este jueves a las 21 ante Chile en el Monumental en el regreso de las Eliminatorias Sudamericanas al Mundial 2026 tras un parate de más de 10 meses, desde aquel triunfo ante Brasil en el Maracaná en noviembre de 2023 el que Lionel Scaloni planteó la duda de su continuidad.
La selección de Argentina tiene tres clásicos históricos: uno principal, justamente contra Brasil, acaso el gran partido del fútbol mundial; uno regional, ante Uruguay; y uno extra-continental, frente a Inglaterra. Pero en los últimos tiempos, además, se acrecentaron otras dos rivalidades, un escalón por debajo de la denominación de “clásicos”: un duelo de larga distancia contra Francia, nacido tras la final de Qatar 2022, y otro de cercanía ante Chile, un enfrentamiento desigual en lo deportivo (Argentina lidera el historial con 59 triunfos y 6 derrotas) pero más picante desde las finales de la Copa América 2015 y 2016, ambas ganadas por la “Roja”.
Lo que pocos recuerdan es que, si hubo un partido en carne viva entre Argentina y Chile –dos vecinos que suelen mirarse de costado y tratarse con recelo-, fue hace 40 años entre sus dos selecciones sub 23. La batalla futbolística ocurrió justo cuando ambos países comenzaban a resolver, con la intervención del Vaticano, el centenario conflicto del Beagle, el canal de Tierra del Fuego que conecta al océano Atlántico con el Pacífico.
Aquel Argentina-Chile casi con olor bélico, a pólvora, se jugó el jueves 18 de octubre de 1984 en Singapur, por la Copa Merlion, y terminó entre trompadas, patadas voladoras y expulsados. La policía local, desorientada ante la tensión entre dos países vecinos, debió entrar al campo de juego para separar a los jugadores, mientras de fondo soplaba el viento de la escalada militar entre Argentina y Chile con un posible conflicto armado por el Canal de Beagle y el recuerdo todavía fresco del apoyo de la dictadura de Augusto Pinochet a los británicos en la reciente guerra de Malvinas. Apenas seis años atrás, a fines de 1978, cuando Argentina también era gobernada por los militares, habían existido movimientos preliminares de guerra en las fronteras patagónicas.
Con Argentina ya en democracia, el 18 de octubre de 1984, ambos países comenzaron con la primera firma en el Vaticano las negociaciones para el acuerdo limítrofe austral denominado “Tratado de Paz y Amistad”, que se terminaría de establecer a finales del mes siguiente. Pero mientras tanto, ese mismo 18 de octubre, la relación de desconfianza se trasladó a un partido de fútbol en Singapur por la Copa Merlion, un torneo no oficial que a inicios de los 80 unía a selecciones absolutas, juveniles y clubes, similar a la Copa Merdeka de Malasia.
«Insidia» y violencia en el Argentina-Chile
Argentina y Chile acudieron con sus selecciones sub 23 y tenían buenos jugadores, a muchos de cuales les esperaba un futuro exitoso, aunque ambos equipos habían perdido en la primera fecha -la Albiceleste ante Irak y la Roja contra la Sub 21 de Corea del Sur-. Los más memoriosos recordarán algunos de estos nombres que se enfrentaron ante 12.686 espectadores en el (ya demolido) estadio Nacional de Singapur, en el barrio de Kallang:
Argentina jugó con Ángel David Comizzo; Néstor Lorenzo, Jorge Theiler, Pedro Monzón, Favio Spotorno; Hugo Lamadrid (Carlos Mayor 90′), Guillermo Alonso, Gerardo Martino; Sergio Bufarini (Carlos Candia 73′), Guillermo Hoyos y Denny Ramírez. Chile, a su vez, presentó a Marcelo Ramírez; Luis Silva, Jorge Pellicer, Leonel Sánchez, Jorge Muñoz; Jaime Pizarro, David Elgueda (Wilson Miranda 61′), Mario Lepe; Sergio Marchant, Luis Zambrano (Juan Gutiérrez 73′) e Ivo Basay.
Según El Gráfico del 23 de octubre de 1984, «El partido empezó a vivirse en el hotel mucho antes del partido con comentarios y bromas con insidia. El clima estaba creado. Chile, que había debutado con derrota ante Corea del Sur, iba a jugar a muerte. Argentina no se quería conformar con el empate. Hubo un penal no cobrado por (el árbitro) N. Chandra de Theiler a Basay. Le siguió una patada descalificadora de Monzón a Lepe. La explosión llegó con el choque entre Lepé y Denny Ramírez. Los dos fueron al piso, el chileno lo patea en las costillas, el argentino se levanta y le pega una trompada. Martino y Pachamé (el técnico) separan. Siguió una patada voladora de Comizzo a Miranda yla persecución de seis chilenos a Danny Ramírez. La políca entró a separar».
Lamadrid, ex jugador de Racing, recordó el partido en su cuenta de Twitter hace pocos años: «Terminó a las piñas». Hubo tres expulsados: Monzón (por aquella patada a Lepe) y Denny Ramírez (el jugador más joven en debutar en Boca, con 15 años, en 1982). En medio de la violencia, Argentina ganaría 1-0 con gol de Carlos Candia, un juvenil de River que llegaría a jugar siete partidos en la Primera del club de Núñez, en 1988.
Sería el único triunfo argentino en el torneo, que de todas maneras no llegaría a la semifinales: tampoco lo haría Chile. Menos de un mes después, en el Vaticano, ambos países terminarían de firmar la paz y le darían punto final a un conflicto que había nacido en el siglo XIX. La eterna rivalidad deportiva había tenido un peligroso capítulo cercano a la pólvora.