Con la campaña electoral de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del próximo domingo en tiempo de descuento, los pronósticos de la primera prueba nacional de 2019 comenzaron a girar en torno a un puñado de variables tan decisivas como impredecibles. Se trata de cinco indicadores que resultan inasibles para las investigaciones sociales –incluso las más profesionales- y acumulan antecedentes por su capacidad de operar cambios en el diagrama entre las PASO –la instancia que este domingo definirá candidatos- y los comicios generales.
En los campamentos de las dos fuerzas que polarizan la disputa de las presidenciales de este año –el oficialista Juntos por el Cambio y el opositor Frente de Todos- hicieron foco en esos elementos para ajustar el mensaje de los últimos días de actividad proselitista. La foto que arrojen los resultados del domingo obligará a echar nuevamente las cartas.
PARTICIPACIÓN. Aunque votar en las PASO es obligatorio, la historia reciente señala que la participación en los comicios que definen candidaturas fue en franco retroceso: entre el 2011 y el 2017 el número de electores que concurrió a sufragar en Primarias cayó un 6 por ciento.
Las estadísticas también señalan que los votantes aumentan entre esa primera ronda y los comicios nacionales. En 2015, el nivel de participación en las PASO fue del 74,91 por ciento, pero el indicador trepó al 81,07 por ciento en las elecciones generales. Esos dos millones de ciudadanos que evitaron ir a las urnas en el primer round suelen ser identificados por encuestadores y analistas como parte de sectores desencantados con los partidos políticos y poco atentos al derrotero de la oferta electoral. En el tramo final de la campaña, el Gobierno redobló esfuerzos para seducirlos. “El domingo 11 de agosto te pido por favor que nos acompañes con tu voto. Ahora más que nunca”, ruega el presidente Mauricio Macri en uno de los últimos spots del oficialismo que circuló por medios de comunicación y redes sociales.
En la Casa Rosada dan por descontado que ese universo es refractario a la propuesta del peronismo –y en especial a la figura de CFK- y apuestan a que pueda inclinar la balanza a su favor sobre el cierre. En un escenario hiperpolarizado, la meta es convencerlos de la necesidad de participar de una elección “que no define nada”.
INDECISOS. La mayoría de los sondeos coinciden en que los indecisos suman entre un 10 y un 15 por ciento del padrón. Son aquellos electores que no están motivados para participar de la elección, pueden llegar a decidir su voto el mismo domingo en el cuarto oscuro o, directamente, pegar el faltazo.
Ese segmento no se siente representado por ninguna de las dos fuerzas mayoritarias que polarizan la elección. Los más informados tampoco logran ser cautivados por una ´tercera vía´ -las precandidaturas de Roberto Lavagna y José Luis Espert- que, al menos en este período, no logró acumular un volumen competitivo. “Los indecisos están concentrados en la clase media-media. Están golpeados por la economía de los últimos tres años que redujo su poder adquisitivo, pero tienen resistencia a la vuelta de CFK”, razonó el analista Raúl Timerman en un informe publicado por Tiempo. En ese universo manda la apatía: “Son ciudadanos que no saben sin irán a votar o no, o si lo harán en blanco. Observan a las PASO como un movimiento electoral para elegir a ninguna persona para ningún cargo”, completó.
VOTO EN BLANCO. Un sobre vacío o con un papel de cualquier color que no contenga inscripciones, leyendas o fotos es considerado un voto en blanco. Esa expresión forma parte de los votos denominados válidos, junto con el sufragio afirmativo (cuando un elector elige cualquier de las opciones electorales en sus posibles y múltiples combinaciones).
Además de actuar como un filtro de selección de candidatos en diferentes categorías, las PASO establecen un piso –el 1,5 por ciento de los votos válidos emitidos- para que una fuerza política quede en carrera y pueda competir en las elecciones generales. De ese modo, los votos en blanco se incluyen en el recuento total sobre el que se calcula el porcentaje obtenido por cada fuerza política.
En los comicios generales, en cambio, sólo se computan los votos afirmativos.
JÓVENES VS MAYORES. Las variables “indecisos” y participación” se rozan con otra categoría de la dinámica electoral que desvela a los estrategas electorales. Los analistas coinciden en que existe una clara línea divisoria entre las preferencias electorales de los más jóvenes –más cercanos al Frente de Todos- y los adultos mayores –identificados con el macrismo-.
En ambos casos, el objetivo es lograr que esos segmentos vayan a votar: en el primer grupo las tácticas apuntan especialmente a los jóvenes de entre 16 a 18. Aunque el voto es optativo para esa franja etaria, los comandos de campaña visualizan con interés un universo de 1.033.297 electores habilitados (el 3,1 por ciento del padrón nacional).
El sufragio es obligatorio de los 18 a los 70 años. El oficialismo apuntó especialmente en la recta final a que el sector de los adultos mayores concurra a las urnas. En las últimas elecciones presidenciales ese segmento se alineó con el macrismo y los estudios de opinión persisten en mostrar un apoyo de ese sector a la oferta de Juntos por el Cambio.
Con todo, el precandidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, hilvanó durante la campaña un eje discursivo dirigido a los adultos mayores con la promesa de ampliar la cobertura de salud de PAMI que también sufrió recortes y ajustes durante la gestión de Cambiemos.
DIFERENCIA y CORTE. La campaña que arrancó tras la oficialización de las precandidaturas el 22 de junio pasado estuvo en parte moderada por las encuestas de opinión pública y su uso mediático derivado.
El frente de unidad peronista-kirchnerista -con la estratégica inclusión de Sergio Massa- se mantuvo al frente durante las seis semanas posteriores. Sin embargo, en el mismo período también circularon sondeos que dieron cuenta de una ¿recuperación? de Mauricio Macri y un virtual empate entre las fuerzas. Las encuestas también tendrán este domingo su prueba del ácido.
Los cálculos electores están puestos ahora en el “peso” de la diferencia que puedan marcar las dos principales fuerzas. Y en el duelo por el tercer lugar entre Lavagna y Espert.
“Nosotros estuvimos casi nueve puntos abajo en el 2015, cualquier resultado inferior a ese, cualquier diferencia inferior a esa, es un buen resultado. Por supuesto que si es menos de 5 puntos va a ser algo visto de manera muy exitosa, sobre todo para los mercados, que también juegan su partido en esto», evaluó en una entrevista con Perfil el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
En el Frente de Todos también existe un foco de los pronósticos en la diferencia que pueda descontarse del oficialismo y, en especial, del desafío de traspasar la barrera de los 40 puntos. Si cumple esa meta, especulan en las oficinas del barrio de San Telmo, Fernández comenzará a transitar el camino hacia las generales con la posibilidad de imponerse en primera vuelta.
La provincia de Buenos Aires, primer distrito electoral del país que concentra el 37 por ciento del padrón nacional, concentra uno de los principales enigmas.
Las encuestas que manejan en Todos y en la Casa Rosada señalan una ventaja de la fórmula Fernández-Fernández, pero al mismo tiempo indican que esa distancia se achica cuando los votantes son consultados por la categoría gobernador, el duelo que protagonizan Axel Kicillof y la actual mandataria y aspirante su reelección, María Eugenia Vidal. La diferencia es un dilema para los analistas: ¿Habrá corte de boleta?, ¿cuánto pesará la táctica de ´ocultar´ al Presidente en los distritos adversos? ¿La fórmula presidencial de Todos empujará la boleta de Kicillof hacia arriba? ¿Macri empujará hacia abajo a Vidal?
Como en la Provincia no hay segunda vuelta electoral, el bosquejo que señalen los bonaerenses el domingo será decisivo para el plan reeleccionista de Vidal.
Faltan apenas cinco días para que los votos configuren una primera respuesta ´real´ a los pronósticos y cálculos aritmético-electorales.