Patricia tiene 31 años. Cinthia, 21. Viajaron por primera vez a Resistencia desde una de las comunidades wichis más alejadas de la capital provincial, para asistir al Encuentro Nacional de Mujeres, luego de que la comisión organizadora visitara cada uno de los rincones más remotos de la provincia para comunicar la historia y el espíritu de este espacio contrahegemónico único en el mundo. «Me contó una amiga y luego quise saber de qué se trataba», dice Patricia. Las dos viajaron desde Nueva Pompeya, a unos 600 kilómetros de Resistencia, en dos tramos en colectivo.
«Veíamos por televisión que iba a ser algo muy masivo y dijimos: ¡tenemos que venir!», agrega Cinthia, que lleva en su cuello una bandera que reza: «Lideresas indígenas». «Venimos porque nos interesa pensar las diferencias de derechos que tenemos con los hombres. Todavía somos nosotras las que nos ocupamos de los hijos y la casa. Son muchos los estereotipos.» Patricia la mira y mueve la cabeza afirmando: «En nuestras comunidades hay, sobre todo, muchas menores embarazadas. A nuestras escuelas no llega información, mucho menos educación sexual integral». Recuerdan que tienen que ir a buscar a la hermana de una de ellas que viajó con sus bebés, y saludan con dos besos. Agregan, antes de partir: «Las desigualdades siempre son injustas, pero son mucho peores para las mujeres indígenas que vivimos en el interior».