Tras el fallecimiento del papa Francisco, ocurrido durante la madrugada de este lunes 21 de abril, miembros del Centro Universitario Ezeiza (CUE) lo recuerdan. Cuentan que el religioso es el padrino del espacio educativo que integran, retoman las palabras que les dirigió en un video desde el Vaticano al Complejo Penitenciario Federal 1.

Francisco murió por complicaciones respiratorias que se fueron agravando durante los últimos meses. La compungida noticia fue comunicada oficialmente por el Camarlengo, cardenal Kevin Joseph Farrell, desde la residencia Santa Marta, donde ocurrió el deceso.

Pregonando amor en el penal de Ezeiza

Gabriela Rojas tiene 32 años. Está detenida por comercialización de estupefacientes, en el Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza. Es estudiante de género no binario de la carrera de Trabajo Social, que la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) dicta en esa cárcel. Y coordina el colectivo LGTBQ+ del CUE.

«El fallecimiento del Papa Francisco nos duele mucho, más en estos momentos donde somos blanco de tanto odio por parte del Gobierno Nacional», expresó Rojas a Tiempo.

Siguió relatando: «Él fue quien nos consideró como personas y parte de la Iglesia, como sujetos con emociones, sentimientos, afectos, como personas que tenemos una identidad y que podemos manifestarnos, así como somos».

Rojas concluyó: «Francisco nos aceptó y entendió que somos personas que también amamos a Dios misericordioso y que ponemos nuestras vidas en sus manos. Él siempre ha pregonado el amor por el otro y la justicia social. Por eso, desde el Centro Universitario Ezeiza, recordamos con mucho cariño las palabras de aliento del padrino de nuestro espacio educativo; que con su amor supo irradiar a todo el mundo».

El video de Francisco desgrabado

Mis amigos que forman parte del Centro Universitario de Ezeiza, un cordial saludo, un saludo que evoque esas llamadas dominicales que hago al penal. Estoy al tanto de todas vuestras actividades y me da mucha alegría la existencia de este espacio, un espacio de trabajo, de cultura, de progreso. Es un signo de humanidad. Y no podría existir si entre ustedes no hubiera personas de tanta sensibilidad humana, entre los internos, los agentes del servicio penitenciario, directivos, jueces, miembros de la Universidad de Buenos Aires y los estudiantes, ¡gracias!

 Ahora un paso más, realizaron la apertura del taller de música, quiero agradecer a todos los que ayudaron en esta iniciativa. El señor jefe, Claudio Segura; al director, señor Alejandro González; al apoyo y el aval de la Universidad de Buenos Aires y del Poder Judicial. Y sobre todo a los secretarios de Casación, Luis y Víctor, y a los internos a cargo del centro de estudiantes, Marcelino, Guille, Edu, que los conozco por teléfono; gracias por todo lo que han hecho.

Es un aliento de vida esto que está sucediendo en el penal entre ustedes. Y la vida, ustedes lo saben, es un regalo, pero un regalo que hay que conquistarlo cada día, nos la regalan, pero tenemos que conquistarlo cada día, tenemos que conquistarlo en cada paso de la vida, un regalo que no es fácil conservarlo, ánimo cada día. Dificultades a montones, todos las tenemos. Pero ese regalo lo cuidamos y lo hacemos progresar, lo cuidamos y lo hacemos florecer.

Los internos están pagando una pena, una pena por un error cometido, pero no olvidemos que para que la pena sea fecunda debe tener un horizonte de esperanza. De lo contrario, queda encerrada en si misma y es solamente un instrumento de tortura; no es fecunda. Pena con esperanza, entonces es fecunda. Esperanza de reinserción social y para eso capacitación social mirando al futuro, y esto es lo que están haciendo ustedes.

Con este nuevo taller de música están mirando a la reinserción social rescindiendo, ya ahora se están rescindiendo, con los estudios, con la Universidad de Buenos Aires están mirando a la reinserción social. Es una pena con esperanza, una pena con horizonte, vuelvo a decir, problemas hay y los habrá. Pero el horizonte es más grande que los problemas, la esperanza supera todos los problemas.

Queridos amigos, rezo por ustedes, los tengo cerca al corazón. Les pido que no se olviden de hacerlo ustedes por mí, que Dios los bendiga. Y adelante, siempre con una sonrisa, hasta el próximo llamado.