El segundo viaje que realiza por el exterior le trajo algunas ventajas al presidente Javier Milei. Pudo afrontar a la distancia la virtual caída de la ley ómnibus y desde Israel convalidó la posibilidad de volver el texto a comisiones, pero sin saber que todo volvía a cero. La decisión, según dijo este sábado, sigue siendo un acierto.
Ahora está en Roma, preparándose para la audiencia que tendrá con el papa Jorge Mario Bergoglio, pero tiene el tiempo suficiente para mirar las redes todo el día, seguir la coyuntura en detalle y, lo más importante: llevar adelante conversaciones para premiar al PRO por el respaldo que le dio en Diputados para defender la ley ómnibus y sellar un nuevo acuerdo político que supere los términos del pacto electoral posterior a la primera vuelta presidencial.
«Obviamente vamos a explorar un acuerdo con el PRO porque de modo espontáneo se dio en la elección del 22 de octubre y en los hechos, en la Cámara en los últimos días, así que naturalmente fluye hacia eso y por otra parte nos llevamos muy bien», aseguró Milei en una entrevista radial. Dijo que está «totalmente orgulloso y satisfecho» de la gestión de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y de su par de Defensa, Luis Petri. Sin decirlo, de ese modo reivindicó la inclusión de la fórmula presidencial de JxC en el Gobierno de La Libertad Avanza.
Las declaraciones cierran una etapa de gestos públicos y conversaciones reservadas que comenzaron antes del viaje presidencial y cuando la Ley Ómnibus transitaba el debate en comisiones, antes de llegar al recinto y contar con una aprobación en general que contó con los votos del PRO, la UCR, Hacemos Coalición Federal e Innovación Federal. Como era previsible desde el dictamen de mayoría, que tuvo 55 firmas pero 34 en disidencia, esos respaldos se transformaron en rechazos ante el naufragio de las negociaciones con los gobernadores y con los bloques de la oposición dispuestos a dialogar, pero no a votarle todo tal como estaba.
El martes el debate pudo llegar a seis de los 383 artículos y ahí quedó al desnudo la fragilidad de las coincidencias que le habían permitido al oficialismo quedarse con la victoria de la votación en general por 144 a favor y 109 en contra.
Pero el PRO buscó preservarse de esa tempestad desde el principio. El 31 de enero, durante el debate en general, el diputado macrista Diego Santilli defendió a Milei y a su política económica. Esas definiciones fueron música en los oídos del presidente y no hicieron otra cosa que cultivar la buena relación que tienen ambos.
El naufragio de la ley durante el arranque del debate en particular también le permitió al PRO quedarse con la última foto del apoyo total, aún cuando los tres gobernadores del partido amarillo no estaban de acuerdo con convalidar una negociación que los perjudicara económicamente.
Tras el naufragio de la ley y su regreso a comisión, Milei condujo desde Medio Oriente y Roma el operativo desquite, posiblemente orientado a aumentar la confrontación con los gobernadores que quitaron el respaldo, pero también a forzar la firma de un nuevo pacto fiscal antes de que el conflicto siga escalando y también le genere problemas a la Casa Rosada.
Antes de vaticinar un acuerdo con el PRO, el gobierno se encargó de ventilar por las redes la composición de los presupuestos provinciales de los gobernadores que, por ejemplo, ya habían puesto el grito en el cielo por la derogación del Fondo Compensador del Interior, destinado a mantener los subsidios para el transporte público automotor en todo el país, más allá del AMBA. La movida fue coordinada por Milei y este sábado se jactó de dejarlos en evidencia.
La pulseada no sólo es pública sino también económica y postelectoral. Está concentrada en territorios donde La Libertad Avanza obtuvo los mejores resultados en la segunda vuelta y donde precisamente esos votantes podrían empezar a pagar un boleto superior a los 1000 pesos.
El salto podría ocurrir en Mendoza y Santa Fe, dos provincias donde gobiernan los radicales Alfredo Cornejo y Maximiliano Pullaro, pero también en Córdoba, donde el schiarettista Martín Llaryora camina por la misma cornisa que sus colegas: ahora le toca confrontar con un gobierno cuyo presidente arrasó en sus provincias y ahora les dice a esos votantes que sus gobernadores mienten y que despilfarran.
Es una forma de demostrar, sin intermediarios, que esas provincias todavía están en condiciones de absorber los fondos para subsidiar el boleto que la Nación no enviará más. Luego de los datos ventilados a los cordobeses, Llaryora anunció que sostendrá el costo del boleto con fondos propios y suplantará la quita federal.
Las esquirlas también llegan a los mandatarios macristas. El chubutense Ignacio Torres y el mandatario entrerriano Rogelio Frigerio saben que el tema es muy espinoso, pero no quieren entrar en las críticas que lanzaron Cornejo y Pullaro. Frigerio reunirá a todos sus intendentes para buscar una forma de financiar los fondos que no llegarán más desde la Nación y evitar el aumento del boleto.
Torres dejó de lado la virulencia que tuvo para rechazar los cambios en la ley de pesca que tenía el proyecto ómnibus y bajó un cambio. Sólo dijo que la controversia por los subsidios para el transporte se solucionará. En esa tensión zafa el porteño Jorge Macri porque la pelea es por fuera del AMBA. Sin embargo los tres mandatarios del PRO no quieren que escale la tensión con el gobierno y creen que lo mejor es un acercamiento más profundo con La Libertad Avanza para sumar funcionarios y, por sobre todo, evitar que licúe su poder cuando comparten el mismo electorado.
La pulseada por los subsidios para los colectivos en todas las provincias, salvo el AMBA, es un termómetro y también el contexto de la negociación que Milei lleva con el PRO. Desde Roma también aseguró que mantiene un «diálogo fluido» con Macri y Bullrich.
Según confiaron en el partido amarillo y en el oficialismo, el presidente ha conversado con ambos durante toda esta semana para avanzar en el pacto. Otras fuentes ponen al «Colo» en condiciones de reemplazar a Martín Menem al frente de la Cámara de Diputados, aunque también el presidente del bloque del PRO, Cristian Ritondo, ha vuelto a sonar para el cargo y para ser ministro.
Las especulaciones se dispararon cuando el gobierno anunció que le pedía la renuncia a todos los funcionarios que responden a Llaryora y al gobernador de Salta Gustavo Sáenz. Quedarán vacantes la dirección de la ANSeS, la secretaría de Transporte, de Minería y la presidencia del Banco Nación. «Sería muy poco para el acuerdo que están negociando», contestó una fuente vinculada al intercambio.
Menem no cree que se lo lleven puesto y también respaldó el pacto. «Se ha charlado. Sería concretar algo que ha ocurrido durante todo este tiempo. Hemos trabajado conjuntamente en llevar adelante una política parlamentaria en equipo. Desde que asumió Milei hubo una colaboración estrecha en la Cámara baja porque tenemos confluencia de ideas que nos identifican», le dijo a Radio Rivadavia.
Un rediseño del PRO implicará otra negociación de convivencia a partir del empoderamiento del bloque que conduce Ritondo y del peso de los gobernadores. Macri esperaba un pacto de cogobierno o, al menos, que implicara el control de la Cámara Baja. No sucedió hasta ahora, pero podría derivar en una presencia mayor dentro del gabinete.
En el macrismo legislativo siguen celebrando la estrategia y esperan los dividendos. Iban a poner los votos para el paquete de privatizaciones e iban a respaldar una propuesta del Gobierno que no llegó. Quieren equilibrar la pérdida de las jubilaciones por la inflación con una propuesta que hizo la UCR y HCF: echar mano a los 32 regímenes de promoción industrial y beneficios fiscales que están en la famosa «addenda» que incluyó Sergio Massa cuando era ministro de Economía.
«Las charlas que tengo con el presidente Macri están en la misma línea que con la doctora Bullrich, tienen que ver con cómo se construye un espacio político que haga a la Argentina nuevamente grande. Después, los mejores instrumentadores es una discusión técnica», aclaró Milei para evitar que algunos dirigentes se sigan haciendo los rulos. Macri quiere quedar al frente para respaldar al Gobierno, pero empoderado desde la fuerza que fundó para purgar a los tibios y moderados y prepararse para las elecciones de medio término del año que viene.